Catatumbo: Así está atendiendo Cúcuta los 15.000 desplazados por violencia del ELN

La violencia en esa zona de Norte de Santander sigue desplazando a centenares de familias desde veredas y corregimientos hasta el Estadio General Santander. El alcalde Jorge Acevedo aseguró que la ciudad está colapsada y no hay capacidad para recibir a más desplazados, que ya van en más de 15.000. Piden más ayudas humanitarias.

Paulina Mesa Loaiza y Enviada Especial a Cúcuta
22 de enero de 2025 - 01:05 p. m.
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De un camión pequeño se bajan cuatro familias. Llevan en sus rostros la tragedia que los ha venido persiguiendo desde hace seis días, cuando la guerra en Catatumbo de nuevo estalló con fuerza y sin distinción, tras la escalada violenta por parte de la guerrilla del ELN y los enfrentamientos con la disidencia que comanda Estado Mayor de los Bloques y Frente, que comanda Calarcá Córdoba.

Desubicados, miran hacia todos lados y lo único que encuentran es una fila que casi le da la vuelta al Estadio General Santander, en Cúcuta, donde los espera un censo para recibir un formulario, una bolsa de mercado, una de aseo personal y un sancocho con gaseosa.

Vienen de Tibú, pero su historia podría ser la de los más de 15.000 desplazados que han llegado hasta la ciudad tras la masacre de una familia en ese territorio el 16 de enero -en todo el departamento, la cifra llega a 25 mil desplazados-.

“Nos vinimos para Cúcuta, pero no sabemos para donde coger. Salimos de allá esta mañana (martes) porque nos dijeron que están reclutando a los niños, y aquí todas tenemos hijos. No queremos que se los lleven”, señaló una mujer venezolana que solo alcanzó a llenar dos bolsos con ropa y avisarle a sus vecinas para salir todas juntas con sus seis hijos.

Las varias entradas del Estadio de Cúcuta están marcadas con las ayudas que se entregan en cada punto. Primero la ropa, luego el refrigerio, la panadería, los alimentos preparados, el agua, los utensilios de aseo. Algunas personas ni siquiera saben para qué están haciendo una fila interminable bajo el sol, lo único que necesitan es que los ayuden.

“Nosotros venimos desde Campo Dos. Salí con mis dos hijos y mi esposo y estamos aquí en Cúcuta desde ayer. Nunca me había tocado vivir algo así. En un día había 21 muertos y todo se llenó de militares. Ahora nos toca irnos a Venezuela y esperar que todo vuelva a estar bien”, relató una mujer mientras bañaba a su mascota, un loro que se llama ‘Bebé’.

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Dentro del estadio el ambiente es más caótico que afuera. Personas con chalecos de todos los colores reciben a los desplazados que no saben por dónde empezar. Hay mesas largas llenas de ropa de mujer, hombre, niño y niña. En el piso hay zapatos de todo tipo: tacones, tenis, sandalias. Mujeres con tapabocas y guantes se encargan de empacar una muda de ropa completa, algunas personas solo pudieron salir de sus casas con la camisa y el pantalón que tenían puestos cuando la guerrilla llegó a buscarlos para asesinarlos.

Más adelante, el suelo está lleno de bolsas con pañales y hasta concentrado para animales. Pero aunque las ayudas se vean en abundancia, las familias desplazadas no dejan de llegar a Cúcuta, y la ciudad se está quedando sin capacidad para recibir y sostener a tantas personas. “Hasta las dos de la tarde de este martes 21 de enero, han llegado 15.086 personas. Anoche iban más de 12 mil, pero 15 mil personas es una cifra que desborda cualquier capacidad hotelera, ya no hay habitaciones y nos toca crear albergues a partir de mañana”, señaló ayer Jorge Acevedo, alcalde de Cúcuta.

En las gradas del estadio ya no están concentrados los desplazados de Catatumbo, la administración local decidió mover a todas las personas hacia hoteles de la zona por cuestiones de seguridad y salud mental. Según cifras del alcalde, hay más de 2 mil personas en hoteles y el resto ha conseguido familiares o amigos para hospedarse.

Personas preparan alimentos para desplazados por la violencia en el Catatumbo este martes, en Cúcuta. EFE/ Mario Caicedo
Personas preparan alimentos para desplazados por la violencia en el Catatumbo este martes, en Cúcuta. EFE/ Mario Caicedo
Foto: EFE - Mario Caicedo

“Solicitamos la activación de la ruta de atención subsidiaria, que es cuando se desborda la atención desde la Alcaldía y se acude a la ayuda departamental o nacional para que se pueda responder a la ciudad. Estamos en una emergencia, pero hay un tema importante y es lo que viene después que es sostener a más de 15 mil personas”, señaló el alcalde.

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Mientras tanto, a los costados del estadio, una fila de computadores y funcionarios comienzan a pedirle una copia de la cédula o del registro civil a los campesinos que llegaron del Catatumbo. Necesitan verificar que son provenientes de las veredas donde más ha afectado el conflicto: Teorama, Tibú, El Tarra, Convención, Hacarí, Ábrego y San Calixto. Al mismo tiempo, las funcionarias hacen preguntas de rutina. “¿Tiene familia? ¿Se quedó su familia en Tibú?”. Una señora de la tercera edad apenas puede responder a lo que le preguntan, el cansancio del viaje no la deja ni siquiera pensar. La funcionaria se le acerca y le pide que intente recordar, que todo va a estar bien.

Pero recordar significa para ellos volver a traer el miedo y el pánico que han tenido que vivir en la última semana, pero que pareciera perpetuarse un tiempo más. Es que esta tragedia ha dejado casi 80 muertos, entre ellos, líderes sociales y cinco excombatientes de las FARC.

Una joven de 16 años lleva en sus brazos un bebé de menos de 1 año de edad. Es su hijo, tienen los mismos ojos. Salió sola desde La Gabarra porque supo que mataron a tres familias enteras y que todo se llenó de militares del Ejército Nacional. Ella, llena de miedo, salió hacia Cúcuta con su niño hasta la casa de una amiga de la familia que la acogió.

Otra mujer joven reposa en el suelo y se esconde del sol mientras hace fila. Cuenta que a una parte de la familia de su pareja la asesinaron y que él y sus hermanos están amenazados de muerte. “Ni modo de volver por allá, no podemos volver”, dijo.

Un señor carga una carpeta amarilla llena de papeles mientras espera que alguien de la Defensoría le ayude a encontrar un lugar para estar con sus hijos y su esposa. Dice que desde diciembre lo amenazaron, le dijeron que en enero lo iban a matar. “Yo creo que me confundieron porque yo no hago parte de ningún grupo armado, si no estaría por allá en la montaña. Yo solo me dedico a trabajar en la finca, pero es mejor hacer caso y por eso me vine a Cúcuta. Ahora me toca buscar un trabajo aquí y también una casa” explicó.

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“Los testimonios son desgarradores. No habíamos visto algo como esto en la historia reciente. La gente ha tenido que salir huyendo. Hay muchas familias que dicen que les tocaban la puerta y venían a buscar a miembros de la familia. La gente está desplazada, están en condiciones de vulnerabilidad. La gente está traumatizada. Cada que hay un hecho nuevo, como el asesinato del firmante de este martes, la gente vuelve y rememora todo el pánico que vivió”, señaló Lilia Solano, directora de la Unidad para las Víctimas, y quien está en Cúcuta. Esa entidad dice que a Norte de Santander han llegado alrededor de 56 toneladas de ayuda humanitaria.

Mientras todos los desplazados hacen la fila, en la grama del Estadio se prepara una sancochada. Dos chefs de la ciudad prepararon más de 2.500 sancochos para repartir, primero a niños y embarazadas, luego a todo el que quiera comer. Pero la comida se agota y las cocineras comienzan a gritar que no hay cebolla, pimentón, ni apio para la ensalada.

Las ayudas en Cúcuta escasean y el llamado es urgente para atender a los desplazados que siguen llegando con la esperanza de volver a sus casas, pero en paz y seguridad.

A Norte de Santander han llegado más de 56 toneladas de ayudas

Mientras que desde la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) se anunció el apoyo técnico para la atención de las personas desplazadas por la crisis humanitaria en Catatumbo que han estado llegando, en su mayoría, a Cúcuta, Tibú y Ocaña, desde alcaldías como la de Bogotá y Medellín se dispusieron lugares para que los ciudadanos donen víveres.

“Necesitamos productos alimenticios no perecederos, colchones, cobijas, todo lo que sirva para acondicionar y para dotar los albergues. Necesitamos alimentos para los animales de compañía, también elementos de aseo”, explicó el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán.

Por su parte, la Fuerza Aeroespacial Colombiana informó que ha transportado más de 56 toneladas de donaciones, mientras que desde la Gobernación de Norte de Santander se confirmó la entrega en los últimos días de más de 500 mercados y 700 colchonetas, con apoyo de privados y organizaciones que han llegado.

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Por Paulina Mesa Loaiza

Periodista de la Universidad de Antioquia e ilustradora. Ha escrito en prensa y portales digitales con especial interés en justicia, conflicto, memoria y paz. Actualmente es periodista de Colombia+20.@paulina_mesalpmesa@elespectador.com

Por Enviada Especial a Cúcuta

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Manuel(66071)22 de enero de 2025 - 06:23 p. m.
Qué ironía la IGLESIA CATÓLICA AUTORA DEL ELN hoy nos pide apoyo para los desplazados de su ejército guerrillero. Para completar l;a iglesia nunca se mete la mano al drill sino que pide que otros les den para ellos presentarse como los piadosos.
Diego(63255)22 de enero de 2025 - 03:36 p. m.
El ejemplo de un estado que nunca ejerció control en su territorio. Gobiernos anteriores que dejaron desbordar los cultivos ilícitos y nunca llegaron con desarrollo a las regiones. La gente que no ve otra se pone a cultivar de eso, o los obligan. Ahora eso mismo es lo que los desplaza. La avaricia por el dinero fácil, que ni tan fácil me imagino que es. A trabajar legalmente como los demás y verán como mejora todo
Ramon(78770)22 de enero de 2025 - 04:51 a. m.
Que horror tener que vivir una situación inmerecida, solo porque hay quienes tienen el narcotráfico como objetivo y el cinismo de camuflarse bajo consignas supuestamente revolucionarias con apoyos de Cuba y V/zuela
  • Diego(63255)22 de enero de 2025 - 03:33 p. m.
    Los grupos son de todos los lados, a esa gente no les interesan los ideales, llámense paramilitares, guerilla o bandas narcocriminales.
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