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La apuesta de la administración promete atender, o al menos mitigar, los escenarios críticos con una mezcla de inversiones y presencia en el territorio, y redirigir algunos recursos del departamento para que los afectados puedan continuar con su vocación agrícola. “Estamos redoblando esfuerzos para acompañar a los cundinamarqueses afectados con estas emergencias. Con estos desastres naturales pierden el agro y el comercio, y quedan estancados. Desde la Gobernación mostramos que hay quien los acompañe en tiempos difíciles”, comenta el gobernador Rey.
Camiones, al rescate
Mientras los ojos del país se centran en los miles de vehículos afectados por el cierre de la vía al Llano, hay 10 municipios con vocación rural y productiva que viven secuelas aun más extremas. De acuerdo con la Gobernación, miles de familias campesinas y asociaciones productivas vieron, en cuestión de días, cómo su vida se encareció y se les complicó el acceso a mínimos básicos como salud, a ciertos alimentos e insumos para mantener sus cultivos o granjas.
Por esa razón, la administración se articuló con la Agencia de Comercialización y Competitividad para habilitar una flota de 40 camiones, para cruzar la frontera entre Cundinamarca y Meta, llegar a los territorios, entregar ayuda humanitaria y sacar de las veredas las cosechas, para que los campesinos no pierdan todo su trabajo. “Nos pusimos las botas y empezamos a buscar soluciones. Hoy esos camiones han realizado al menos 600 viajes que, si hacemos cuentas sencillas, cada uno puede estar beneficiando a 150 integrantes de asociaciones campesinas que, a su vez, son cabezas de familia”, comenta Elizabeth Valero, directora de la Agencia.
Los camiones, con capacidad de una a nueve toneladas, viajan a diario por las vías alternas para llegar a los municipios de Fosca, Gutiérrez, Guayabetal, Chipaque, Ubaque y, sin costo, auxiliar a los campesinos y productores, que hoy padecen los efectos del cierre de la vía que, según el gobernador, “va para largo”, pues se prolongará, al menos, 30 días más.
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El mandatario comenta que los campesinos no pueden ser los únicos que carguen con este desastre y por eso deben recibir apoyo del departamento, para que cientos de toneladas de papa, frijol, café, plátano, lulo y tomate lleguen a las centrales de abasto y los productores reciban un precio justo por sus cosechas. “Un flete que costaba COP 700.000 hoy, con el derrumbe, puede llegar a COP 1.500.000. Nuestros camiones, en algunos trayectos, pueden tardar hasta 11 horas en entrar a las veredas y sacar los productos, pero este es un esfuerzo que nace directamente de la solidaridad, para auxiliar a quienes sufren los daños colaterales”, agrega Valero.
Desde la administración departamental aseguran que la estrategia de los camiones es solo una más en la baraja, pues la Agencia ha desplegado docenas de funcionarios para escuchar a los productores e implementar planes de contingencia con capital semilla, transportar gratis sus productos a las despensas agrícolas más grandes del departamento e, incluso, iniciar nuevos proyectos productivos, para que las familias se reinventen y un desastre natural nunca más vuelva a poner su sustento en jaque.
Reconstruir los cimientos
El 8 de junio, los municipios de Medina y Paratebueno vieron cómo muchas estructuras quedaron inestables o reducidas a escombros a causa de un sismo de 6,5 grados de magnitud. Los reportes de daños indicaron que al menos 1.000 familias quedaron sin hogar y que tendrían que revisar los cimientos de varias construcciones, como colegios, iglesias y comercios, para determinar el grado de riesgo.
Ante esto, la Gobernación diseñó una estrategia para atender a los damnificados y reconstruir ambos municipios cuanto antes. La tarea requiere una inversión millonaria y, como en cualquier desastre natural, una coordinación pocas veces vista entre los gobiernos locales, el nacional y el departamental, a través de entidades como la Unidad de Gestión del Riesgo.
El gobernador Rey resalta que un asunto es atender a quienes lo necesitan en el instante, con reconexión de servicios básicos o atención humanitaria, y otro es estructurar un objetivo a largo plazo como reconstruir ciudades enteras, para que su población tenga mínimos básicos, entre ellos, educación, centros hospitalarios y hogares suficientes para los afectados.
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William Rozo, director de Gestión del Riesgo en Cundinamarca, explica que el plan es atender a 5.000 personas, gracias al liderazgo de la Gobernación. Para lograrlo, tras una reunión entre el mandatario departamental, su gabinete y el Ministerio de Hacienda, se garantizaron COP 151.000 millones (de las arcas de la Gobernación y la nación), para reconstruir viviendas y estructuras.
Las obras se dividirán en tres fases, que contemplan reforzar o restaurar al menos 400 viviendas afectadas, 56 centros educativos, 17 espacios comunitarios, siete vías y ocho puntos de salud. Se espera que antes de 2027 estén listos todos los trabajos en los municipios de Paratebueno y Medina, al igual que otros sectores como Santa Cecilia, Sibaté y San Juan de Rioseco.
“El sismo es uno de los eventos más perjudiciales en la historia reciente de Cundinamarca. Aunque no hubo pérdidas humanas, hubo muchos afectados. Desde la Gobernación hay un compromiso para demostrarles a todos los damnificados que no quedan a su merced, sino que hay un plan para atenderlos. Eso muestra que podemos actuar rápido para que los ciudadanos confíen en la institucionalidad”, concluye Rozo.
