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Cundinamarca está ad portas de ver en marcha uno de los programas más ambiciosos y trascendentales de Colombia: la renovación a 20 años del Plan Departamental de Agua, para resolver el dilema de cómo abastecer a millones de cundinamarqueses en tiempos de cambio climático. Para garantizar su ejecución, a finales de septiembre la administración departamental, en cabeza del gobernador Jorge Rey, logró un paso clave, al obtener el consenso de la Asamblea. Su aprobación no solo representa un hito en la historia de las políticas públicas sostenibles del país, sino que también planta los cimientos de un departamento que se proyecta a futuro, tanto administrativa como ambiental y económicamente, alrededor de la protección del agua.
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El Plan, según quedó establecido en la Ordenanza 043 de 2025, recolectará recursos, esfuerzos interinstitucionales (de la nación, los municipios y el departamento) y conocimiento técnico para la conservación y el abastecimiento de agua potable en los próximos 20 años. “La aprobación de este plan trasciende más allá de un asunto político o un objetivo de gobierno. Es un plan de vida, en el que destinamos una inversión billonaria a conservar lo más elemental de la vida: el agua”, comentó a El Espectador, Jorge Machuca, gerente de Empresas Públicas de Cundinamarca, entidad que se encargará de implementar la iniciativa.
Planificando el futuro
A mediados de 2024, Bogotá y otros 11 municipios de la sabana vivieron, por primera vez en décadas, un racionamiento que se prolongó un año. El fenómeno de El Niño golpeó con fuerza y afectó las reservas de agua, por lo que casi 12 millones de ciudadanos vieron que a veces el agua no brotaba de sus grifos. La situación obligó a reflexionar sobre cómo evitar situaciones similares.
Y es justo lo que hará la Gobernación, al anticiparse e implementar medidas que eviten que el departamento llegue de nuevo a un escenario similar. El Plan Departamental de Agua valorará los impactos del cambio climático en los servicios básicos, mediante análisis como los del Ideam, organismo que en 2015 proyectó que en los próximos 50 años las temperaturas en la región podrían aumentar hasta 2,26 °C.
“El cambio climático no es una teoría. Por eso, desde ahora, nos estamos preparando con una hoja de ruta, para que los municipios, incluso los más alejados del departamento, puedan garantizar su abastecimiento. Sin agua no hay cultivos y sin ellos no hay alimentos que lleguen a las ciudades. Estamos protegiendo lo más valioso a través de acciones”, agrega Machuca.
Para la Gobernación, todo Cundinamarca y los departamentos aledaños ganan con este proyecto, especialmente las comunidades rurales. Hay municipios como Gachetá, donde el 70% de su población se concentran en las veredas, o Pacho, con 44%, lo que representa un reto importante para la administración: garantizar el abastecimiento continuo en la zona rural. Y es que el departamento, aunque tiene algunos centros urbanos principales como Facatativá, Soacha y Chía, tiene en su geografía una baraja de municipios rurales con grandes necesidades hídricas.
Machuca comenta que la mayoría de estas poblaciones son de 4, 5 o 6 categoría, lo que en términos financieros implica menores recursos propios para invertir o prevenir desastres de agua. Con el Plan, la situación puede revertirse, pues “se busca un beneficio no local ni individual, sino regional. El agua no tiene fronteras y es responsabilidad de todo el departamento proteger sus fuentes hídricas”, explica.
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Municipios como Anapoima, Viotá, Anolaima y Mesitas del Colegio vivieron en 2025 una de las temporadas más críticas de estrés hídrico, llegando a estar períodos de 10 días sin acceso directo al servicio y abasteciéndose a través de carrotanques. Con los recursos del Plan Departamental de Agua, la coordinación entre entidades y la asistencia técnica, esa situación podría revertirse y prevenir que otros municipios vivan lo mismo.
Ejemplo nacional
Para el gerente de Empresas Públicas de Cundinamarca, el proyecto se está consolidando como un pilar de cómo debe ser la gestión pública en un futuro y evitar que fenómenos naturales, como las sequías, pongan en jaque a todo un departamento: “Somos uno de los departamentos que mayor cobertura de agua potable tiene. También hemos tenido un reconocimiento del Gobierno nacional y de empresas privadas por esta apuesta. Creemos que estamos convirtiéndonos en un ejemplo nacional, no solo de la gestión a futuro del agua, sino de cómo gestionar recursos”, asegura.
El Plan establece que habrá durante los próximos 20 años un presupuesto de al menos COP 1,9 billones para el mantenimiento de los acueductos y las reservas hídricas; es decir, que las tuberías y la infraestructura sean funcionales y se adecúen a las demandas de las poblaciones. En Fusagasugá y Cajicá, por ejemplo, la Gobernación y las alcaldías lograron que algunas zonas, que no contaban con servicio las 24 horas, ahora puedan acceder al servicio ininterrumpidamente gracias a la instalación de tanques de compensación que reforzará el abastecimiento en horas pico.
El objetivo no se limita al abastecimiento de agua potable, también incluye un componente de saneamiento básico, clave para garantizar la salud pública, y protección de las fuentes hídricas. Entre sus metas está la construcción y optimización de sistemas de alcantarillado; la ampliación de redes de recolección de aguas residuales, y la modernización de plantas de tratamiento, que reduzcan la contaminación en ríos y quebradas.
El Plan será una guía que se debe cumplir a cabalidad para garantizar su éxito a futuro y, como lo señala el gobernador Rey, convertirse en el primer escalón para que Cundinamarca y el resto de Colombia puedan convivir de forma sostenible en tiempos de crisis climática. “Este esfuerzo asegura el derecho al agua para las próximas generaciones y nos prepara para enfrentar juntos los desafíos del cambio climático”, concluye.
* Contenido elaborado en alianza con la Gobernación de Cundinamarca
