Froome y el Sky, del cielo al suelo

Cuestionamientos éticos y deportivos tienen al dominante y triunfador equipo británico en el punto más bajo de credibilidad tras 10 temporadas en el ciclismo profesional.

Juan Carlos Rincón / Corresponsal de El Espectador en Londres
11 de febrero de 2018 - 02:41 a. m.
El ciclista británico Chris Froome.  / AFP
El ciclista británico Chris Froome. / AFP
Foto: EFE - Javier Lizon

En la búsqueda del dominio ciclístico, desafiando los umbrales del reglamento, Sky ha traicionado su dogma de equipo limpio y los continuos escándalos que lo acompañan desde hace tres años cuestionan su integridad.

El golpe de gracia que ha terminado por desmoronar la credibilidad del equipo más victorioso de la década dentro de la Unión Ciclística Internacional (UCI), es el caso aún sin resolver de su figura estelar, Chris Froome, positivo en un control farmacológico en la Vuelta a España 2017 –que luego ganaría–, registrando el doble de la dosis máxima de salbutamol permitida por el reglamento de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), sin necesidad de autorización médica. ("Froome es inocente": Dave Brailsford)

Sky ha caído en desgracia y la arrogancia de su director, sir Dave Brailsford, y la negativa a suspender provisionalmente a su líder y cuádruple ganador del Tour de Francia, contribuyen a las dudas, los interrogantes y la incertidumbre del ciclismo mundial, que parecía haber superado la nefasta crisis causada por el dopaje sistemático organizado por el estadounidense Lance Armstrong y que había mancillado el buen nombre y la nobleza del deporte de las bielas.

Froome no acepta parar voluntariamente ni negociar una suspensión mínima. Su equipo defensor, encabezado por el abogado especialista en casos de dopaje Mike Morgan, intentará convencer al Tribunal disciplinario de la UCI de que el pedalista siguió el aviso del médico de Sky de aumentar la dosis, pero que nunca rebasó los límites y que el ratio excesivo responde a una disfunción renal.

La proporción de salbutamol detectada al pedalista (2.000 nanogramos) hace sospechar que recurrió al medicamento para el asma no por vía del inhalador normal, sino por otro medio, oral o inyectada, lo cual está prohibido.

Y ahora, desafiando el llamado del presidente de la UCI, el francés David Lappartient, para que suspenda al ciclista hasta que se resuelva la situación, el equipo Sky ha anunciado que Froome iniciará la temporada el próximo 14 de febrero disputando la Ruta del Sol, en España. ¿Arrogancia del Sky? ¿Provocación a la presión internacional? ¿Certeza de ganar el caso? No. Es una respuesta acorde con la psicología y actitud de los británicos. Individualistas, soberanos y autárquicos. Legal y deportivamente Froome no es culpable mientras no se demuestre lo contrario y el Sky actúa contra viento y marea para exculparlo, al tiempo que mantiene su plan de temporada, que incluye el Giro de Italia y el Tour de Francia.

Pero para el exitoso director del ciclismo francés Cyrille Guimard, se trata de un escándalo y de una provocación, “incluso, peor que eso, es cinismo”, que demuestra “el desprecio de Sky por el ciclismo con la desastrosa imagen que está proyectando”.

Soberbia y sordera

Nadie desconoce que todo equipo respetable debe defender a sus corredores, pero mientras que en marzo de 2014 y abril de 2016 Sky suspendió temporalmente al colombiano Sergio Luis Henao al ser informado por la UCI de anomalías detectadas en su pasaporte biológico (luego de estudios científicos se comprobó que los valores respondían al beneficio de su entrenamiento en altura), con Froome ha actuado diferente.

Sky fue notificado de su control positivo el 20 de septiembre, durante el Mundial en Bergen, Noruega, pero el hecho sólo se filtró casi tres meses después gracias a los diarios L’Equipe y The Guardian. Dos meses más tarde, con el escándalo retumbando a diario, a Froome y al equipo Sky no le importan las voces de las autoridades del ciclismo mundial, incluyendo la UCI, el director del Giro de Italia Mario Vegni (está anunciada la participación de Froome), el Movimiento para un ciclismo creíble (MPCC) –del que no hace parte el Sky– y el claro descontento de varias figuras del pelotón internacional, que respaldan la inhabilitación temporal del pedalista y consideran que la incertidumbre le hace daño al ciclismo y genera tensiones innecesarias que perjudican la imagen del deporte. (Froome iniciará temporada el 4 de febrero)

De hecho, Lappartient pidió a los organizadores del Giro y del Tour de Francia que tomen decisiones dentro de sus reglamentos que permiten “rechazar a un corredor que dañe su imagen” y dijo estar dispuesto a respaldar a los organizadores de ambas competencias si deciden vetar la participación de Froome. Pero esa medida radical puede ser un problema mayor y el caso podría llegar hasta el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS).

En ese sentido, Vegni ha mostrado su enojo porque ha tenido que resignarse a aceptar a Froome. “No puedo detenerlo, porque de lo contrario estaría infringiendo su derecho a competir”, ha señalado el director del Giro, para quien es inconcebible que hayan pasado cinco meses y “todavía se está tratando de decidir si ciertas pruebas periciales son aceptables o no”, puntualizó.

A su turno, Guimard ha señalado que la clave para resolver el problema la pueden tener los ciclistas y les ha hecho un llamado a que “se nieguen a competir con él (Froome) o que rechacen someterse a los controles antidopaje hasta que se resuelva el asunto”.

La realidad es que aunque todos los interesados piden una solución rápida, el caso puede tardar más de un año en resolverse y Sky dispone del tiempo, el dinero y los intereses para ralentizar el proceso. Como ejemplo, el pleito del ciclista italiano Diego Ulissi, quien registró niveles de salbutamol ligeramente inferiores a los de Froome en el Giro 2014, tardó nueve meses.

Victorias y escándalos

Fundado en 2009 con la consigna de equipo limpio, el Sky fue portada por las victorias y su moderna estructura, pero en los últimos tres años también por controversias sucesivas en que han estado implicados su departamento médico, su organización y sus líderes sucesivos, Bradley Wiggins y Froome.

El calvario del Sky comenzó el 14 de septiembre de 2016, cuando el grupo de espionaje cibernético ruso Fancy Bears publicó documentos obtenidos ilegalmente de la base de datos de la Agencia Mundial Antidopaje que revelaron que Wiggins y Froome habían ingerido drogas prohibidas gracias al uso continuado de exenciones terapéuticas (TUE) aprobadas por el asesor científico de la UCI, Mario Zorzoli. El médico italiano renunció a su cargo en julio de 2015, durante el mandato del presidente británico Brian Cookson.

El bloque de documentos mostró que Froome recibió una TUE para prednisolona (para tratar afecciones inflamatorias y autoinmunes) durante cinco días en mayo de 2013 en el Critérium del Dauphiné Liberé y siete días en abril de 2014 durante el Tour de Romandía. El británico ganó ambas pruebas, pero la exención del Dauphiné era desconocida. (Nairo Quintana habló sobre el supuesto dopaje de Froome)

Además, a Froome se le vio por televisión utilizando el inhalador de salbutamol para el asma un mes después de Romandía. Las imágenes de la televisión francesa prendieron las alarmas y el equipo Sky salió al paso asegurando que Froome usaba el inhalador para su asma desde que era adolescente, que la UCI lo autorizaba y que además no requería de una exención de uso terapéutico. Eso es cierto, pero el umbral máximo autorizado de salbutamol (ventolín es su nombre genérico) es de 1.600 microgramos en 24 horas (1.000 nanogramos por hectolitro) y cada dosis inhalada equivale a 100 microgramos. En caso de una crisis asmática por polen o alérgenos procedentes de animales, se aplican dos inhalaciones cada tres horas, pero se recomienda no abusar más allá de seis dosis y si no alivia el mal hay que recurrir a nebulizaciones.

En el caso de Bradley Wiggins, primer británico en ganar el Tour de Francia (2012), se conoció que tuvo desde 2008 varias TUE para salbutamol (que abre las vías respiratorias en los pulmones), al igual que para los medicamentos formoterol y budesonida. Además de ello, se autorizó para “Wiggo”, antes de los Tour 2011 y 2012 y del Giro 2013, el uso del controvertido acetónido de triamcinolona, que se aplica inyectado para reacciones alérgicas cuando el asma no responde a la prednisolona.

Un día después del escándalo, la Agencia Mundial Antidopaje admitió públicamente que los piratas cibernéticos habían accedido a su base datos a través de una cuenta creada para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.

Hipocresía

Es interesante recordar que en una entrevista al portal Cycling News, en septiembre de 2016, el expresidente de la UCI, el irlandés Pat McQuaid, afirmó luego de las filtraciones de Fancy Bears que la ética de equipo limpio que proclamaba el Team Sky era “hipócrita” y que la escuadra de sir Dave Brailsford –quien además fue el director técnico de la Federación británica hasta abril de 2014– recurría con frecuencia a las exenciones terapéuticas (TUE).

McQuaid, quien presidió la UCI de 2005 a 2013, reveló además que el abuso de corticoides (esteroides anabólicos) prevaleció en el pelotón durante años y que trató de prohibirlos por completo durante su mandato, en el que estuvo comprometido en la lucha contra el dopaje y en expandir el ciclismo a todos los continentes, creando carreras del UCI World Tour en China y Canadá, entre otros eventos.

El exdirigente recordó además que el director científico de la UCI, Mario Zorzoli, le informó que en las grandes vueltas había ciclistas que querían ganar a toda costa y tomaban corticoides aprovechando un área gris del reglamento; que las exenciones terapéuticas se otorgaban de buena fe. Sin embargo, reconoció que a partir de 2011, con la prohibición del uso de agujas, disminuyó sustancialmente la práctica de inyecciones locales de corticoides o vitaminas y minerales que no cubrían las TUE.

Pero McQuaid, quien tuvo serios enfrentamientos con los organizadores de las grandes vueltas, perdió la presidencia con el británico Brian Cookson en septiembre de 2013. El nuevo rector guardó prudente silencio en las controversias del equipo Sky, admitiendo conflicto de intereses porque en la época era miembro del Comité supervisor del Tour Racing Limited, el holding del Team Sky, y además su hijo Oliver trabajaba con el Sky a través de su empresa de suplementos vitamínicos y nutricionales Myprotein, que patrocinó la escuadra hasta 2014.

Lo cierto es que Cookson, quien fue presidente de British Cycling en la época de las exenciones terapéuticas para Wiggins y Froome, siempre señaló que “no se rompieron las reglas” y nunca pidió claridad o amonestó al equipo.

Pero no contaba con otra desvergüenza de Sky que se reveló el 6 de octubre de 2016 gracias al diario británico Daily Mail y cuyo manejo ambiguo le costó –por abrumadora mayoría– la presidencia de la UCI en septiembre de 2017 con el francés David Lappartient: el misterioso paquete médico enviado desde la sede del ciclismo británico en Manchester en avión privado, el 12 de junio de 2011, al equipo Sky para su líder en el Dauphiné Liberé, Bradley Wiggins. Teóricamente el envío contenía el descongestionante fluimucil (de venta libre).

El tema llegó hasta el Parlamento británico, sacudió la estructura del ciclismo, cortó cabezas, develó malos manejos organizativos del Sky y generó divisiones internas en la escuadra, un escrutinio permanente, publicidad negativa y una tormenta de 13 meses a la cual sobrevivió el equipo. Pero la calma duró un instante… de salbutamol.

Mañana segunda parte: Sky, en la cuerda floja.

 

Por Juan Carlos Rincón / Corresponsal de El Espectador en Londres

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