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Ómar Pérez: “Lo que más voy a extrañar es la familia que genera el fútbol”

Bajo el nombre de “El último tango”, se realizará el sábado en El Campín (7:00 p.m.) el partido de despedida de Ómar Pérez.

Andrés Osorio Guillott
09 de diciembre de 2022 - 12:38 a. m.
Ómar Pérez ganó nueve títulos con Santa Fe, siete nacionales y dos internacionales. / EFE
Ómar Pérez ganó nueve títulos con Santa Fe, siete nacionales y dos internacionales. / EFE
Foto: EFE - MAURICIO DUE—AS

Por suerte pudimos ver a Ómar Pérez jugar. Cuando se es “méndigo del buen fútbol”, como decía Eduardo Galeano, va uno buscando desesperadamente a los que rompen con lo cotidiano, los que llevan siempre una sorpresa en el pie.

Ómar Pérez supo ser diferente sin ser necesariamente llamativo. Nunca necesitó una finta, un lujo o una polémica. Y ahí radicó su genialidad. Un líder ecuánime, un jugador que hizo de lo simple lo extraordinario, que hacía lo que tenía que hacer con la precisión de un cirujano, que hacía de la cancha de fútbol un tablero de ajedrez.

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Queda dar las gracias por el legado, porque más allá de los 14 títulos (ganó cuatro con Boca Juniors, tres de ellos internacionales, uno con Júnior y nueve con Santa Fe, dos de ellos internacionales también), queda en la memoria una época en la que en los pies de un argentino de Santiago del Estero se logró dejar una huella bañada en oro, en especial para la historia del primer campeón del fútbol colombiano.

“Desde que dejé de jugar hace tres años he tenido visualizado este partido. Siempre traté de tenerlo presente para que la gente no olvidara que teníamos una cita pendiente. Más por mi carrera, y por sobre todas las cosas mi vida personal. Este partido se tiene que jugar para pasar a otra etapa. Había algo que no estaba cerrado, que no lo podíamos culminar. Estoy viviendo esto con mucha emoción, mucha nostalgia. Cada vez que abrazo a un amigo, un compañero, me traslado a la cancha y al momento que vamos a vivir”, cuenta Ómar Pérez sobre el partido de mañana.

¿Qué le dejó el fútbol a Ómar? Esto dice: “Todo es especial. No solo los logros. Si uno sabe que las estrellas están al lado del corazón, cada momento que nos tocó vivir en diferentes torneos y momentos, en las dificultades, todo eso hizo que se generara una gran familia. Eso es lo que más voy a extrañar, no poder volver a disfrutar eso. Pero también es una motivación porque estoy estudiando para técnico, quiero vivir desde otro lugar el tema de volver a quedar campeón, de crear una familia”.

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De su paso por Boca Juniors aseguró: “Ellos me hicieron quemar una etapa de mi vida que fue la infancia. Me fui muy chico para Buenos Aires, fue la etapa que mayor enseñanza me dejó y la que más forjó al deportista. Si bien tuve la posibilidad de ir a diferentes clubes en 2000 y causé varias impresiones en algunos clubes de Europa, no me dejaron ir por una visión que tenía Macri -presidente en ese momento del equipo-, de que todos los jugadores de la primera división sean de las inferiores. Y dentro de esa frustración o deseo que tenía de ir a Europa, también tuve la posibilidad de permanecer en la institución con grandes jugadores que me enseñaron mucho y marcaron un norte para todo lo que se tiene que vivir en el fútbol. Más allá de haber sido compañeros, siempre fui admirador de Román. Viviendo en Casa Amarilla siempre teníamos acceso a los entrenamientos. Recuerdo esas primeras jornadas, apenas tenía 15 años. Me citaban esporádicamente. Hacía fútbol, pero estaba la intensión de ver cómo era la primera división. Disfrutar de un fenómeno como Román era algo mágico. Ellos eran ganadores, eran consagrados que venían a Boca para que todos disfrutaran. Gracias a Dios fui partícipe de esa historia, del mejor equipo, catalogado así por los hinchas, de la historia de Boca. Y el fútbol también me premia compartiendo con otro club, con los colores de la contra, pareciera ser el tema de Santa Fe con el rojo y blanco, pero formamos también el mejor equipo de la historia de Santa Fe”.

Llegada a Colombia: “A mí me contactan de Júnior por intermedio del Zurdo López. En un principio no llegamos a un acuerdo, no estaban claras las condiciones para que pudiera venir. Sin embargo, seguimos insistiendo, retomamos conversaciones y llegó en un momento en el que estaba muy avanzado el torneo de acá, y recuerdo que llegué en la fecha seis, después de todos los inconvenientes arribé, hablé con el Zurdo, me dijo que tenía un trabajo de preparación de dos o tres semanas, cumplimos esa etapa y debuté en el Metropolitano con una gran expectativa. Vivimos muchas cosas y logramos ser campeones, eso lo hizo muy especial”.

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Su llegada a Santa Fe: “El primer semestre no fue bueno. De hecho, nosotros no logramos mayores cosas. En ese período de vacaciones a mí me avisaron que no me iban a tener en cuenta, más allá de que tenía un año de contrato. Ahí fue donde le pedí una reunión al presidente, nos vimos y le dije que necesitaba seis meses para demostrar. Le dije que no había ningún problema si al final me dejaba ir, pero que esos seis meses eran los que necesitaba para acoplarme. En esos meses ganamos la Copa Colombia, y toda la historia se cambió a partir de ese momento”.

De aquel 15 de julio de 2012: “Fue muy especial por todos los condimentos que tenía. Habíamos quedado campeones de la Copa en 2009. En 2010 estuvimos muy cerca. Fue ese gol de Tolima, de Wílder Medina que nos hizo faltando pocos minutos. Al año siguiente vivimos una situación similar con Once Caldas. Estábamos muy cerca. Fue un partido que empezó un día y se terminó al siguiente. Arrancamos ganando, pero nos dieron vuelta. Sentía que estábamos muy cerca. Me llegaron propuestas de varios lugares, pero quería quedarme acá por todos los años que Santa Fe no había salido campeón, y eso era una motivación para quedar dentro de la historia del club, y gracias a Dios llegó ese día, tan anhelado y tan deseado. Fue hermoso, porque no me canso de decir que en el estadio había tres generaciones abrazándose. Fue emotivo. A veces, cuando mi hijo Joaquín, que tiene seis años, está con esa intriga de ver los videos del papá, veo algunos con él y me emociono por todo lo que se vivió”.

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La lesión en su rodilla: “Hubo una frustración muy grande en 2001. Voy a Portugal donde me envían un contrato en el que supuestamente estaba todo listo, donde no me iban a hacer una revisión extensa porque sabían mi situación, pero la hicieron y no acudieron a aceptar el contrato. Fue algo muy feo que viví. Me bajoneé por muchos días. Sin embargo, fue algo que con el tiempo me dio a entender que eso era una forma de encontrar una parte que no tenía, me hizo valorar cosas que estaba viviendo en el momento, me dio una personalidad diferente porque no me podía dejar caer aún sabiendo que había chances de otras oportunidades y era una lucha interna en momentos de viajes en los que se me inflamaba y era duda para jugar, y eso me pasó en la final de la Libertadores contra Cruz azul en el juego de ida. Viajamos una semana antes a Cancún, hicimos entrenamientos allá, pero el primer día no pude practicar por esa razón. Era algo que tenía que saber controlar. Siempre me tocaba recuperar el día perdido con mayor esfuerzo en la jornada siguiente. Siempre me alimentó el espíritu para sacar valor y obtener lo que me proponía”.

El título de la Copa Sudamericana: “Nosotros veníamos con un equipo que todos los días jugaba mejor. Ya nos conocíamos de memoria, teníamos una visión del compañero que siempre iba a estar en los momentos donde uno lo necesitaba y pusimos la vara muy alta. Íbamos a canchas en donde a veces era imposible para equipos colombianos y nosotros sacábamos resultados positivos. Se vivió con gran intensidad ese semestre. Yo volvía de una lesión, siempre estuve jugando una carrera en desventaja porque me costaba estar a la par por no estar al 100 %, pero aún así iba a todos los viajes, disfrutaba porque todos queríamos estar ahí, los que no concentraban se mataban por estar ahí. Y bueno, fue algo mágico obtener ese título. Se vivió nuevamente en El Campín. Cancha llena. Un Huracán con muchas figuras, una emoción inmensa de saber que además esa Copa te daba el acceso a jugar otra Copa. Todo era motivación, alegría. Vivimos algo pocas veces imaginado, pero que se disfrutó. Y seguimos siendo familia. Hay equipos que invierten millones y millones de dólares, nosotros no teníamos agua caliente en el camerino en Tenjo, y sin embargo íbamos todos los días felices, se vivían todos los días disfrutando mucho. Hoy en día al ver todo esto pienso que hicimos algo que no sé si se vuelva a repetir, ojalá que sí, pero hoy el valor de esas cosas tiene un peso gigante”.

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La familia: “Toda mi familia fue de una vida futbolística. Desde mi abuelo, quien era un central duro, aguerrido, que casi siempre salía expulsado. De ahí nació mi papá, que llegó a jugar en diferentes clubes de la Argentina. Llegó a jugar contra Maradona en 1981. Después vengo yo, que toda la vida amé este deporte. Hubo una etapa en la que me hice amigo de unos basquetbolistas, comencé a practicar fútbol y baloncestos hasta los 13 años que fue cuando me fui de Buenos Aires. Alcancé a jugar en la selección de Santiago del Estero para básquet, competí en un torneo nacional en la categoría infantil, y bueno, se dio la posibilidad de empezar un camino en Boca jugando al fútbol y lo disfruté. Viene Tiago que es mi hijo mayor, que hoy en día vive la misma situación, de estar en un club tan grande como Boca, pasando un filtro de jugadores muy habilidosos y con carácter para pertenecer al equipo, pero por suerte aprobó, consideraron que tenía un talento por desarrollar. Está viviendo su sueño, su momento, su camino y feliz, que es lo que más me importa”.

Relación con Santa Fe: “Siempre deseo que les vaya bien, que esté en los primeros lugares de la tabla. Todo lo que hicimos nosotros en su momento con base en mucho esfuerzo y ver que se pierdan esos años de gloria no tendría sentido. Por eso deseo que les vaya bien, que conserve su identidad y la gente vaya al estadio siempre feliz, con la visión de que el equipo nos dé siempre una alegría”.

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