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La historia reciente de la Copa Libertadores tendrá un nuevo capítulo de sabor brasileño. Palmeiras y Flamengo, los dos clubes más dominantes del continente en los últimos años, se medirán por el título el 29 de noviembre en el estadio Monumental de Lima, según confirmó oficialmente Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol.“¡La CONMEBOL Libertadores espera en el Monumental U de Lima!”, escribió el dirigente paraguayo en sus redes sociales, despejando los rumores que habían puesto en duda la sede de la gran final.
La publicación del máximo dirigente del fútbol sudamericano llega en medio de una semana agitada, en la que la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) había expresado su deseo de que el duelo se trasladara a territorio brasileño. Su presidente, Samir Xaud, manifestó públicamente la intención de organizar la final en Brasil, siempre y cuando Palmeiras y Flamengo, los dos finalistas, estuvieran de acuerdo con la idea. El argumento era claro: facilitar la logística y beneficiar a los clubes involucrados.
Sin embargo, desde Conmebol no hubo vacilaciones. Fuentes del organismo confirmaron al diario Olé de Argentina que no existen planes de modificar la sede y que el partido se mantendrá, tal como estaba previsto desde el inicio del torneo, en la capital peruana. De este modo, Lima ratifica su papel como anfitriona de la definición continental, pese a los cuestionamientos y a la compleja coyuntura política y social que atraviesa el país, actualmente bajo estado de emergencia por razones de seguridad.
Una final con protagonistas conocidos
La presencia de Palmeiras y Flamengo en una nueva final refuerza una tendencia que ya es costumbre: el dominio absoluto del fútbol brasileño en la Copa Libertadores. Desde 2019, todos los campeones del torneo han sido clubes de Brasil, y la edición 2025 no hará excepción. Será, además, la séptima consagración consecutiva para equipos de ese país y la séptima final entre clubes de una misma nación en la historia del certamen.
El ciclo de hegemonía verdeamarela comenzó con la irrupción de conjuntos como Internacional, Corinthians, Atlético Mineiro y Gremio, y se consolidó con la aparición de una nueva camada encabezada por Flamengo, Palmeiras, Fluminense y Botafogo. En los últimos años, el “Verdão” y el “Mengão” se han convertido en los principales protagonistas del continente: tres de las últimas cinco finales fueron ganadas por alguno de ellos.
No será, de hecho, la primera vez que se crucen en la gran cita. En 2021, ambos se midieron en Guayaquil, con victoria 2-1 para Palmeiras, en una definición tan ajustada como simbólica del poderío brasileño en Sudamérica. Aquella historia se reescribirá en Lima, en un contexto distinto pero con idéntico acento portugués.
Los rumores de cambio de sede
La solicitud de la CBF de trasladar la final a Brasil generó ruido en el ambiente futbolístico sudamericano. La idea buscaba que el duelo se jugara en casa de uno de los finalistas o en una ciudad neutral del país, aprovechando la infraestructura y la capacidad logística que ofrecen sedes como São Paulo o Río de Janeiro. Sin embargo, Conmebol se mantuvo firme en su decisión original, apelando al compromiso previo con la Federación Peruana de Fútbol y a la organización ya avanzada del evento.
Los rumores sobre un posible cambio de escenario crecieron en los últimos días también por la situación política y social en Perú, donde el Gobierno decretó estado de emergencia en varios distritos de Lima y hubo un reciente cambio de presidencia. Estas circunstancias despertaron inquietud sobre la seguridad del evento, pero el ente rector del fútbol sudamericano ha optado por garantizar la continuidad de los planes.
De este modo, el Monumental U de Lima, con capacidad para más de 80.000 espectadores, volverá a recibir una final continental. El escenario ya había sido sede de la definición de 2019 entre Flamengo y River Plate, que marcó el inicio del formato de final única en la Libertadores.
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