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Bogotá amaneció distinta el domingo 23 de noviembre. Las calles que usualmente se llenan de afanes y trancones se transformaron en una pista de alegría y movimiento.
Más de 15.000 corredores con camisetas de colores, banderas, familias y amigos se congregaron en el Simón Bolívar para vivir una nueva edición de CorreMiTierra, la carrera que no mide tiempos, sino las emociones.
Detrás de cada número, de cada camiseta marcada con el simbólico “00”, hay una historia. Esa cifra, explican sus fundadores Cristina Martínez y Jorge Orozco, significa que aquí el tiempo no importa.
“CorreMiTierra no es una competencia, es una invitación a disfrutar corriendo”, dijo Cristina para El Espectador. Y en esa frase se resume todo: esta no es una carrera contra el reloj, sino una celebración de la vida.
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Una fiesta familiar
La experiencia comenzó mucho antes del arranque. En la entrega de camisetas, los corredores vivían una especie de antesala emocional: música, fotografías, banderas, saludos, marcas aliadas y un ambiente de comunidad que parecía más una celebración colectiva que un trámite logístico.
El día de la carrera, la emoción fue creciendo desde el calentamiento. En la tarima principal, una banda de rock en vivo acompañaba las dinámicas, y cuando el reloj marcó la hora, una enorme bandera de Colombia recorrió el grupo de salida. Los corredores arrancaron entre aplausos, tambores y mensajes de aliento: “Eres el mejor”, “Desde el cielo te están empujando”, “Hazlo por todo lo que has pasado”.
Ahí, entre el sonido de las baterías y los pasos sobre el asfalto, cada corredor encontraba su propio ritmo, sin importar la edad, la condición o la experiencia.
Había niños, adultos mayores, personas con discapacidad, grupos de amigos, parejas y familias enteras corriendo juntas.
La emoción de llegar
En los distintos puntos del recorrido, la música seguía marcando el compás. Bandas locales, grupos folclóricos y batucadas acompañaban a los corredores, reforzando el sello cultural que distingue al evento.
Al llegar a la meta, una fila de bateristas y guitarras eléctricas recibía a los participantes entre gritos, abrazos y aplausos.
Allí estaban Jorge y Cristina, saludando uno por uno, como lo hacen desde la primera edición. Algunos cruzaban la meta con sus hijos en brazos; otros levantaban la medalla con la sonrisa de haber logrado este reto personal.
Entre la multitud, incluso se vio al alcalde Carlos Fernando Galán, quien participó como un corredor más.
Una carrera que une al país
CorreMiTierra cerró su tour 2025 consolidado como el circuito de running más querido por los colombianos. En su paso por Medellín, Barranquilla, el Eje Cafetero y Bogotá, reunió a más de 40.000 corredores y generó una derrama económica superior a los 10 millones de dólares.
Solo en Bogotá, el impacto fue de más de 17.000 millones de pesos, dinamizando sectores como el turismo, la gastronomía, el transporte y los servicios culturales.
Pero más allá de los números, la carrera dejó huella por su espíritu. En el parque Simón Bolívar, la medalla negra con el león —símbolo del coraje y la fuerza interior— se convirtió en un emblema de orgullo.
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De Medellín al país
Desde su creación en Medellín hace 15 años, CorreMiTierra ha reunido a más de 300.000 corredores de 40 países, generando un impacto económico estimado en 100 millones de dólares.
Lo que comenzó como una costumbre familiar —una pareja que salía a trotar con sus hijos— se convirtió en una comunidad nacional que celebra el movimiento, la salud y la vida.
“Empezamos corriendo con nuestros hijos, enseñándoles a disfrutar, no a competir”, recuerda Jorge. Esa esencia familiar sigue viva: en esta edición, los niños menores de ocho años corrieron oficialmente con su propia camiseta, número y medalla.
La filosofía es clara: “Tu vida vale más que una carrera”. En CorreMiTierra, si un corredor se siente mal, puede detenerse, caminar o cambiar de distancia. No hay penalización ni presión, solo una consigna: llegar y llegar bien.
Correr para sanar
Entre los miles de corredores hay quienes llegan buscando más que una medalla. Algunos enfrentan enfermedades, rupturas, duelos o depresiones.
“Nos hemos convertido casi en psicólogos”, confiesa Cristina. “Hay personas que nos cuentan que entran siendo una persona y salen otra. Eso es lo más hermoso”.
Quizás por eso, CorreMiTierra es más que una carrera. Es un punto de encuentro entre el cuerpo y el alma, entre el esfuerzo y la alegría. Es una metáfora viva del país que resiste, que se levanta y sigue corriendo pese a todo.
El futuro
Para 2026, el tour ya anunció su regreso a Medellín (19 de abril), Barranquilla (7 de junio), el Eje Cafetero (agosto) y Bogotá (noviembre), con una nueva ciudad por revelar.
Como cada año, el tour llegará con nuevas sorpresas y novedades para quienes completen tres o más ciudades. Un ejemplo de esto fueron los corredores que este año lucieron la camiseta dorada: los Runners Lovers de CorreMiTierra, quienes completaron la gira de las cuatro ciudades.
Mientras tanto, la pareja fundadora sigue saludando a cada participante, entregando agua, recibiendo abrazos y recordando por qué empezaron: porque correr, como la vida, solo tiene sentido si se disfruta día a día, paso a paso.
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