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Italia 1990: Alemania resurgió de sus escombros

Tras la caída del Muro de Berlín, los teutones volvieron a coronarse campeones del mundo con un equipo inolvidable. Nueva entrega de “Disparos a gol”, del especial de El Espectador sobre Catar 2022; la relación entre el balompié y la política.

12 de noviembre de 2022 - 11:00 p. m.
Colombia empató con Alemania en un mítico partido del Mundial del 90.
Colombia empató con Alemania en un mítico partido del Mundial del 90.

El 19 de mayo de 1984, dos años antes de la consagración de Maradona en México, la FIFA eligió a Italia sede para celebrar la Copa Mundial de Fútbol de 1990. Los delegados del máximo ente del balompié eligieron a los tanos por encima de la URSS, los cuales nunca más intentaron organizar un evento de tal magnitud. La caída del Muro de Berlín se llevó consigo al comunismo en los años siguientes.

Mire de este especial: Cambio de frente en la historia de los Mundiales: la caída del Muro de Berlín

Durante la época en la que Italia fue elegida sede del Mundial de 1990, la liga Italiana de fútbol pasaba por su mejor momento: Diego Armando Maradona escribía la historia más sublime del Napoli, ganando los únicos dos títulos de liga de su historia –lo cual motivó al club napolitano a retirar el dorsal número ‘10′ para siempre–. Gullit, van Basten y Rijkaard se daban un festín de defensores con el AC Milán. Mientras que el Internazionale rompía el mercado fichando a los mundialistas alemanes Andreas Brehme y Lothar Matthäus. Desde luego, los italianos tenían infraestructura de sobra para acoger las 24 delegaciones, con estadios titánicos de última generación.

La última vez de los equipos legendarios

La caída del Muro de Berlín no solo derrumbó los muros de hormigón y alambres de púas que secuestraron millones de alemanes, también, fue el punto de inflexión del comunismo y revoluciones separatistas en Europa Oriental. Selecciones nacionales protagonistas de la Copa del Mundo como la URSS, Yugoslavia y Checoslovaquia asistieron como estados unificados por última vez a Italia 1990. ¿Qué tenían en común? En cada uno de estos territorios se desplomó el comunismo tras el golpe político gestado en Berlín.

La URSS tuvo su mejor participación mundialista en Inglaterra 1966, llegando a semifinales del torneo de la mano del mejor portero de la historia: Lev Yashin. De ese ‘kraken’ que dominó Europa Oriental, captando territorios como si tuviese tentáculos gigantescos, se desprendieron 15 Estados independientes: Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Estonia, Georgia, Kazajstán, Kirguistán, Letonia, Lituania, Moldavia, Rusia, Tayikistán, Turkmenistán, Ucrania y Uzbekistán.

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Por su parte, Checoslovaquia –subcampeona del Mundo en Chile 1962– se vino abajo ante los acontecimientos políticos cercanos. Su partido comunista desapareció y de esta transición se crearon los Estados de Eslovaquia y la Republica Checa, en un divorcio más amable que un abrazo sincero. A diferencia de Yugoslavia, donde todo fue masacre y crímenes de guerra en las casi inaccesibles montañas balcánicas.

La poderosa Selección de Alemania Federal, ganadora de los certámenes de Suiza 1954 y de su mismo país en 1974, recibiría a su compañero comunista y maltratado después de Italia 1990. Este sería su último Mundial en solitario. Desde luego, la República Democrática Alemana aportó poco y nada al palmarés total germano, pues a duras penas clasificó al Mundial de su hermana en 1974 y consiguió una medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Canadá 1976.

El decreto presidencial

Durante la década del noventa, los jefes de Estado europeos incidieron indirectamente en el Mundial de Italia 1990 y en los certámenes que vendrían a partir de allí. Sus decisiones marcaron la unión o el hasta siempre de selecciones de fútbol, que se acomodaron como pudieron al devenir político. Empero, en la selección de Camerún pasó todo lo contrario: el presidente del país africano fue la llave maestra de un equipo que llegó hasta cuartos de final.

Cuando llegó la Copa del Mundo de Italia 1990, el director técnico Valeri Nepomniachi tenía a Roger Milla por fuera de la convocatoria de Camerún. Milla, quien tenía 38 años y más de 260 goles en su cuenta, era toda una leyenda en el país africano, pero su edad parecía quitarle el boleto de avión a Italia. De hecho, el entrenador Nepomniachi comunicó en público su intención de no contar con el delantero.

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Todo cambió cuando el todopoderoso Paul Biya, eterno Presidente de Camerún –de 1982 hasta la actualidad–, decretó que Roger Milla debería ir al Mundial por orden de Gobierno. El máximo mandatario del país africano llamó personalmente al jugador para comunicarle la decisión. Así las cosas, el entrenador soviético Nepomniachi se vio obligado a convocar al delantero camerunés, otorgándole el número de camiseta que todo delantero goleador quiere, el ‘9′.

Por suerte, para Camerún, el Presidente Paul Biya era buen seleccionador nacional, pues Roger Milla anotó cuatro goles en el Mundial de Italia 1990. Dos de ellos a la Selección Colombia, la cual sufrió a la bestia africana cuando se enfrentaron por los octavos de final, en el Estadio San Paolo de Nápoles. En aquel partido, Milla anotó por primera vez al 106′, gracias a un zurdazo al ángulo izquierdo de la portería defendida por Rene Higuita. Luego, al 109′, el mismo Rene Higuita se creyó Maradona y, tras intentar un drible, perdió la pelota en la mitad de la cancha con Roger Milla. El delantero se llevó la pelota con facilidad y definió con el arco vacío. Tras la anotación, Milla bailó con el banderín de tiro de esquina.

Fue una verdadera lástima para Colombia, pues retornaba a un Mundial después de Chile 1962 y tenía una nómina competitiva que, inclusive, le había arrancado un punto a Alemania Federal en fase de grupos –tras igualar 1-1 en el último minuto–. Por años se celebró aquella anotación de Freddy Rincón, gritada con el alma por William Vinasco Chamorro. “¡Muy bien! Viene Colombia, dios mío, Colombia. ¡Gol!”, relató el periodista.

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Tras aquel choque con Colombia, que entre otras cosas marcó la carrera de René Higuita, los cameruneses se midieron con Inglaterra en cuartos de final. Los ingleses no tuvieron piedad con los africanos y los derrotaron 3-2, en el Estadio San Paolo de Nápoles. Pero no todas fueron malas noticias para el equipo de Roger Milla: la actuación de Camerún en Italia 1990 fue la mejor participación de un combinado africano hasta la fecha.

El contragolpe alemán a Argentina

La selección de Alemania Federal venía de disputar dos finales de la Copa del Mundo, siendo subcampeona en cada una de ellas. Sin embargo, esta vez, esa generación dorada teutona estaba comandada por un director técnico que era un ‘Káiser’ y que ya había sido campeón del mundo como futbolista: Franz Beckenbauer.

El equipo teutón lideró el Grupo D, compartido con Yugoslavia, Colombia y Emiratos Árabes Unidos. En esta fase, Alemania Federal marcó diez goles y solo le convirtieron tres. En la memoria de los colombianos está el empate glorioso logrado en la última fecha contra los germanos, cuando Freddy Rincón metió el balón entre las piernas de Bodo Illgner en el último minuto del partido.

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Después de la fase de grupos, el Mundial se tornó tan aburrido que parecía un torneo de robots programados para patear pelotas. Las estrategias defensivas imperaron durante la competición, con alineaciones que buscaban cuidar el arco en vez de vulnerar los equipos contrarios. De hecho, en todos los partidos de eliminación directa solo dos resultados tuvieron más de dos goles.

La selección de Alemania Federal llegó a la final sin muchos problemas. Solo Inglaterra pudo empatarle en los noventa minutos –en la semifinal–, en un partido que los dirigidos por Beckenbauer ganaron por penales. La Federación Alemana de Fútbol logró su sexta final mundialista en diez ediciones disputadas.

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La Final de la Copa del Mundo de Italia se jugó en el Estadio Olímpico de Roma, el 9 de julio, ante la presencia de 73 mil personas. La selección de Argentina llegó a una nueva final, otra vez liderada por el bueno de Diego Armando Maradona, con la ilusión de ganar el trofeo de manera consecutiva. Sin embargo, para la mala fortuna de los hinchas latinoamericanos, el “genio de fútbol mundial” –de Víctor Hugo Morales– no salió de la lámpara mágica en todo el partido.

El partido fue tan aburrido que parecía que el gol nunca iba a gritarse desde los labios de los hinchas. Las pelotas balo iban y venían por el aire, rechazadas por los futbolistas que no querían problemas en los arcos que defendían. A pesar de esto, el juego se destrabó al 84′, cuando el juez mexicano Edgardo Codesal sancionó un dudoso penal del defensor argentino Sensini sobre el alemán Rudi Voeller. Comentaristas argentinos de la televisión pública sentenciaron: “Se cayó solo, me da toda la sensación”, mientras Maradona manoteaba al árbitro Codesal, como si eso fuese suficiente para hacerlo cambiar de parecer.

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El alemán Andreas Brehme se posicionó en frente de la pelota, cruzó el remate a la derecha y festejó saltando y sonriendo, mientras él y sus compañeros se fundían en un abrazo de gol. Ya no quedó tiempo para nada más. Alemania Federal se hizo con otro trofeo, tras lo conseguido en Suiza 1954 y en condición de local en 1974. Sin duda alguna, la victoria fue festejada por los alemanes Federales y Democráticos, quienes, para le fecha del triunfo, ya se ponían visitar sin temor a morir por cruzar el ‘Muro de la Vergüenza’, y que en poco tiempo serían una sola nación de nuevo, donde los futbolistas nacen rubios, ganadores y talentosos por genética.

*Capítulo del libro Disparos a Gol

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Por Jhoan Sebastian Cote

Comunicador social con énfasis en periodismo y producción radiofónica de la Pontificia Universidad Javeriana. Formación como periodista judicial, con habilidades en cultura, deportes e historia. Creador de pódcast, periodismo narrativo y actualidad noticiosa.@SebasCote95jcote@elespectador.com

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