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¿Cómo desarrollar un Producto Mínimo Viable y lograrlo con bajo presupuesto?

Antes de hacer grandes inversiones o de confiar ciegamente en un power point sin salir a probar el mercado, este paso es fundamental para su próximo negocio. No lo pierda de vista.

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Edwin Bohórquez Aya
07 de marzo de 2025 - 07:35 p. m.
¿Cómo desarrollar un Producto Mínimo Viable y lograrlo con bajo presupuesto?
Foto: Pexel y Edwin Bohórquez Aya
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Todos tenemos ideas, pero hacerlas realidad es lo difícil. Montar una estrategia es sencillo, porque el papel se aguanta todo, pero ejecutarla es lo difícil. Confiar en nuestro instinto es una máxima que tenemos todos, pero probar que tenemos la razón es lo difícil. Y decidir montar un negocio es posible para todos, pero hacerlo realidad es lo difícil. Así que los que estudian el mundo del emprendimiento han creado una serie de pasos en la escalera empresarial para explicarnos, escalón a escalón, esa ruta que deberíamos seguir cuando estamos subiendo ese mundo de construir oportunidades desde de la creación.

Así que le preguntamos a tres distintas fuentes de información, conocedoras de este asunto, para que usted tenga una guía y pueda seguirla sin pederse en el camino, pero, sobre todo, que este paso se pueda hacer con bajo presupuesto, pues todos sabemos que lo que no sobra es plata en estos tiempos de escasez.

Comencemos por recordar la definición del famoso MVP o “Minimum Viable Product”, que en español es Producto Mínimo Viable. Se trata de "la versión más sencilla, pero funcional, de un producto o servicio que permite probar una hipótesis de negocio con clientes reales y aprender de su comportamiento y retroalimentación. En palabras más simples: lanzar lo básico, que funcione, y olvidarse del lujo y lo suntuoso, enfocarse en medir la reacción del mercado y hacer ajustes antes de invertir grandes sumas de dinero", dice Carlos Castaño Niño, quien hizo parte de los mentores expertos en emprendimiento e innovación y acceso a financiamiento de Recon.

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Ejemplos de MVP: usted quiere montar toda una plataforma de venta de productos para mascotas, ya que están tan de moda, pero no necesita tener el portal más robusto. Lo que necesita es montar la página básica y económica -incluso hoy por pocos dólares se puede hacer- para probar si la gente le compra como está en sus planes, en los precios que tiene estimados y en la velocidad que se busca. Esto, entonces, sirve para no gastar tanta plata de entrada y sirve como un piloto que, además, le dará información antes de ir al segundo paso.

O este otro ejemplo que da Castaño Niño funciona de manera perfecta: “En Colombia, una de las primeras ideas que se le ocurre a alguien que quiere emprender es vender comida. Pero abrir un restaurante es caro: arriendo, permisos, empleados, inventario. El riesgo de perder todo el dinero es alto si no se valida la idea primero. ¿Cómo aplicar el MVP en este caso? En lugar de alquilar un local, contratar personal y comprar maquinaria costosa, un emprendedor puede comenzar vendiendo empanadas, arepas o almuerzos caseros desde su casa y ofreciendo pedidos por WhatsApp o Instagram. Con una inversión mínima en ingredientes y envases, prueba qué productos se venden mejor, quiénes son sus clientes ideales y qué precio están dispuestos a pagar. Si después de unas semanas tiene clientes recurrentes, pedidos constantes y retroalimentación positiva, puede pensar en escalar con una cocina oculta (dark kitchen) antes de abrir un restaurante. Pero si no hay suficiente demanda, se ha perdido poco dinero y el aprendizaje sirve para ajustar la idea o incluso desistir de ella a tiempo".

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¿Qué nos opina y nos recomienda Alejandro Useche, profesor de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario? “El primer paso necesariamente es hacer una serie de estudios previos, técnicamente eso se llamaría la fase de prefactibilidad, esa prefactibilidad implica ponernos a pensar en todo aquello que se va a necesitar no solamente para hacer un producto sino toda la organización detrás de ese producto, es decir no solamente supongamos que fuéramos a sacar un aparato tecnológico, un nuevo modelo de computador al mercado, desde ahí no solamente tenemos que pensar en el computador sino en los insumos, en el talento humano, los ingenieros, las fábricas, los impuestos, etcétera, para que esa iniciativa pueda salir adelante. Entonces los estudios previos en esa fase de prefactibilidad son muy importantes, toda la parte ambiental, legal, de mercadeo. Ahora bien, pensando específicamente en ese Producto Mínimo Viable, es decir, en la parte puramente llamémosla de producción o de prestación del servicio, el punto de partida necesariamente es estudiar las necesidades, los gustos de los consumidores. Cuando los emprendedores, los empresarios entienden mejor al consumidor, tienen una posibilidad de reducir de manera importante el riesgo de fracaso, dado que ese consumidor, pues va a ser quien acepte o no el producto, quien lo compre o no y de ahí en adelante, pues que todo el negocio, toda la idea de negocio, más bien, pues sea sostenible financieramente a través del tiempo. Entonces, repito, punto de partida, estudiar, conocer al consumidor tanto sus necesidades actuales como sus posibles necesidades futuras".

Y por el lado de Paola Franco, gerente de Ean Impacta, el asunto es más que directo: “En este proceso, es fundamental enfocarse en lo esencial: qué funcionalidades son imprescindibles para que el producto sea funcional y cómo se puede validar con el mercado antes de seguir adelante. Utilizar metodologías ágiles y establecer un plan de acción para testear la propuesta es clave. Desarrollar un Producto Mínimo Viable con un presupuesto ajustado requiere una estrategia clara y una priorización de recursos. Esto se puede lograr construyendo una versión funcional del producto que permita validar la idea con clientes reales, sin necesidad de realizar una inversión grande desde el inicio”.

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El famoso MVP también sirve, aunque a pocos les guste reconocerlo, para saber qué tan equivocado o terco es usted, pues a veces nos enamoramos tanto de las ideas que tenemos, que a veces no queremos aceptar que no eran tan brillantes como creíamos. Y de eso nos damos cuenta cuando el mercado no nos termina comprando el servicio o producto que lanzamos. Siguiendo con el ejemplo de la comida, emprendemos vendiendo empanadas o arepas, pero eso ya lo hacen millones de personas, ¿cierto? ¿Qué nos diferenciará de todos los demás? Que, tal vez, las nuestras son cuadradas, no se preparan en medio de tanta grasa o aceite sino en airfryer, y en su interior tienen ingredientes poco convencionales, como tal vez una mezcla de proteínas que nadie más ha probado en el mercado, o de quesos o de frutas. Puede que la ideas suene bien, pero cuando salimos al mercado alguien nos compra y no lo vuelven a hacer una segunda vez. Ahí es cuando comprobamos que hay que hacer ajustes o, seguramente, son los mismos clientes al no comprar una segunda vez los que nos están diciendo que no les gustó el producto. Y de eso hay que aprender.

“Uno de los errores más comunes al emprender es obsesionarse con una idea de producto o servicio sin entender si realmente resuelve un problema real a una persona real. Realizar entrevistas con potenciales clientes para entender sus necesidades o requerimientos y tratar de dar respuesta a estos requerimientos es la clave del éxito. En lugar de obsesionarte con una idea específica, sé flexible y abierto a ajustar tu propuesta según lo que realmente necesiten los clientes y recuerda que la simplicidad es la mayor sofisticación”, apunta Castaño Niño.

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Useche, el profesor de Rosario, hace una comparación interesante: “Algunos prototipos son relativamente baratos. Pensemos, por ejemplo, en una, en un conjunto de personas que quiere tener un emprendimiento de hacer galletas. Entonces, hacer las primeras galletas, pues, se incurrirá de pronto en la compra de los materiales, en el uso de un horno casero, en salir a testear las galletas con algunos clientes potenciales. Pero otra cosa diferente es un Producto Mínimo Viable de carácter tecnológico. Un nuevo modelo de computador, un nuevo modelo de una impresora 3D, una máquina especializada, etcétera, que requieren inversiones grandes. En este caso, mi recomendación es que se busque una fuente de financiación barata o incluso gratuita para este producto mínimo viable Y creo que el crowdfunding o la financiación colectiva es la fuente hoy en día más conveniente para que los emprendedores puedan financiar ese Producto Mínimo Viable, hacer unas primeras pruebas de sus productos o servicios, y de esta manera conseguir financiación, repito, barata o incluso gratuita, que les permita sacar adelante su idea de negocio”.

Así que antes de lanzarse al agua, aquí van los cinco pasos que recomienda seguir Castaño Niño, el experto en emprendimiento e innovación y acceso a financiamiento de Recon:

  • “Crea una página web o cuenta en redes sociales: Antes de desarrollar un producto, mide el interés del público con una página sencilla o una cuenta en Instagram. Crea campañas de expectativa, describe tu producto o servicio, capta la atención de posibles clientes y evalúa su reacción antes de desarrollar un producto completo.
  • Prueba en canales gratuitos: WhatsApp, TikTok e Instagram pueden servir como tu canal de ventas inicial sin invertir en un sitio web costoso.
  • Haz preventas: Vende antes de producir en masa. Empresas de moda en Colombia han probado colecciones con preventas para medir la demanda real.
  • Usa prototipos físicos básicos: Si tu idea es un producto tangible, usa materiales económicos para hacer pruebas iniciales. Un emprendedor que diseñó mochilas ecológicas en Medellín comenzó con muestras hechas a mano antes de escalar su producción. Al validar su idea con prototipos, pudo mejorar su diseño y asegurarse de que realmente había demanda antes de hacer una gran inversión.
  • Familia, amigos y desconocidos: Antes de lanzarte al mercado, comienza validando tu idea con las personas más cercanas: familia y amigos. Ellos pueden darte una primera impresión valiosa, pero no te límites a su opinión. Atrévete a explorar más allá y pon a prueba tu propuesta con un público más amplio, incluso desconocido".

Así que, antes de hacer una inversión muy grande o apostarle todo desde el comienzo, hay que confiar en el Producto Mínimo Viable, que es un primer paso que le ayudara a poner las bases de un buen negocio, un atractivo emprendimiento y, sobre todo, el primer escalón de una empresa tan grande como cada uno se la sueña cuando está comenzando.

Si conoce historias de emprendedores y sus emprendimientos, escríbanos al correo de Edwin Bohórquez Aya (ebohorquez@elespectador.com) o al de Tatiana Gómez Fuentes (tgomez@elespectador.com). 👨🏻‍💻 🤓📚

Edwin Bohórquez Aya

Por Edwin Bohórquez Aya

Comunicador social-periodista. MBA Inalde Business School. Premio Iberoamericano de Periodismo Económico IE Business School, Madrid (España). Premio a Mejor trabajo periodístico de Analdex, categoría prensa@EBohorquez_EyLebohorquez@elespectador.com
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