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Lo rechazaban por “rayado”, así que inventó una plataforma para descubrir talentos

Ya cuenta con 180.000 usuarios, una inversión de 1.3 millones de dólares, 20 empleados y llegaron al punto de equilibrio desde el mes seis.

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Edwin Bohórquez Aya
29 de mayo de 2025 - 04:27 p. m.
Santiago Lalinde, CEO y creador de TalentPitch Interactivia.
Santiago Lalinde, CEO y creador de TalentPitch Interactivia.
Foto: Cortesía TalentPitch
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Se emprende por necesidad o por oportunidad nos han dicho hasta la saciedad, pero ¿cómo calificarían ustedes esta historia de Santiago Lalinde, que va más allá de esas dos realidades tradicionales? “Todo esto nace de una historia muy personal. Desde niño he vivido con Asperger y muchas veces me juzgaron por ser diferente. Me decían que si era el mejor en la universidad, iba a salir adelante. Lo logré: fui uno de los mejores. Pero cuando fui a entrevistas de trabajo, me dijeron que yo era una persona “rayada” y que no encajaba en las empresas. Entonces pensé: ¿cómo así? ¿El sistema castiga a la gente brillante? ¿Corrige hacia abajo? Y ahí fue cuando dije: ni mierda. Voy a inventar algo que permita que las personas puedan ser ellas mismas, sin tener que encajar en moldes. Así nació TalentPitch. Es un proyecto profundamente personal".

Sí, desde la profunda decisión de salirse de la caja o remar contracorriente: "TalentPitch es la plataforma donde puedes mostrar lo que sabes hacer y encontrar tu lugar. Si te gusta cantar, actuar, crear contenido, dibujar, bailar o tienes cualquier talento creativo, aquí puedes subir un video tuyo, ganar visibilidad y empezar a conectar con oportunidades reales. Es como tener tu propio escenario en internet para que el mundo te vea, te apoye y descubra todo lo que puedes lograr. No importa de dónde seas ni cuántos seguidores tengas: si tienes talento, este es tu lugar".

Y eso es número, ¿cómo se traduce? “En la actualidad, Talenpitch como plataforma que conecta talentos cuenta con más de 180.000 usuarios, con una inversión de 1.3 millones de dólares y 20 empleados que hacen realidad los sueños de artistas. A futuro, busca alcanzar la meta de 1 millón de usuarios al final del año y tener más de 1.000 millones de usuarios en el mundo a futuro y crear la primera app tipo TikTok o Instagram nacida en Latam en la historia”.

Sin más largas, aquí van las respuestas de Santiago en 23 preguntas para emprendedores y sus emprendimientos:

  1. ¿Cuántos años tengo? ¿Qué estudié?

Hola, mi nombre es Santiago Lalinde, CEO y creador de TalentPitch Interactivia. Te voy a responder estas preguntas. Tengo 44 años, estudié Administración de Negocios en EAFIT, luego hice una especialización en Finanzas y más adelante una maestría ejecutiva en Internet Business en la Universidad de McGill, en Montreal, Canadá.

La idea nace como un conjunto de conexiones muy trascendentales que ocurrieron a lo largo de mi vida. Todo empieza cuando, estudiando en McGill, inventé Interactivia, una plataforma para alquilar las clases de las universidades del mundo. A partir de ahí, me di cuenta de que las empresas se entusiasmaban cuando veían a los estudiantes resolver retos reales en sus clases; de alguna manera, era como si estuvieran seleccionando talento en tiempo real. Entonces pensé: “voy a inventar una nueva manera de conectar el talento, de descubrirlo”.

  1. ¿Cuál fue mi idea y cuándo nació? ¿Qué fue lo que creé?

Lo que hice fue pedirle a las empresas que me entregaran retos y problemas, y luego lancé una convocatoria al país entero: “Si a usted le gustaría trabajar en Colombia, proponga una solución a uno de estos 50 problemas”. Más de 750 personas participaron e, incluso, se inventaron un nuevo rol. Entonces dije: “Wow, esto se puede escalar de manera masiva”, aunque en ese momento todavía no tenía la tecnología necesaria. Mientras la iba desarrollando, el contexto del mundo cambió completamente.

Hoy en día creamos TalentPitch. Es, entre comillas, algo así como un Netflix de talentos creativos del mundo: los exhibimos en video y los agrupamos en listas de reproducción mediante inteligencia artificial. Nuestra visión es crear el escenario global de los talentos creativos, reinventar radicalmente la manera de descubrirlos, exhibirlos y conectarlos. Es como si estuviéramos construyendo un directorio mundial de personas en video.

Si está buscando más historias de emprendimientos, sus creadores y creadoras están aquí,en Emprendimiento y liderazgodeEl Espectador.

¿Por qué enfocarnos en los talentos creativos? Porque cerca del 70% de los jóvenes del mundo ya no busca empleo de manera tradicional, sino que quiere conectarse de formas nuevas. En promedio, el 82% del contenido que se consume en TikTok es en video, y muchos jóvenes aspiran a ser influencers, creadores de contenido, emprendedores o artistas. Literalmente, el 85% de las personas en el mundo hace algo que no le gusta. Entonces, ¿cómo los ayudamos a lograr sus sueños?

  1. ¿Cómo logré hacerla realidad y llevarla a los hechos?

Los recursos, al principio, los logré reunir a través de lo que en inglés y en el mundo del emprendimiento llaman family, friends and fools: la familia, los amigos y tontos que creen en uno.

  1. ¿De dónde saqué la plata para ponerla a andar y cómo la pagué?

Reuní 100 mil dólares gracias a amigos y otros referentes. Ya cuando teníamos más claro qué era TalentPitch, cuál era el modelo y cómo funcionaban los talent pools, levantamos 750 mil dólares. En ese momento entró el presidente de Microsoft en Colombia y otros empresarios del país y de Estados Unidos. Eso nos permitió, además, conseguir otros 500 mil dólares de un empresario mexicano súper importante. En total, hemos levantado alrededor de 1.350.000 dólares.

Pero, de todas maneras, el emprendimiento ha sido súper rentable desde el principio. Nosotros, en realidad, fuimos capaces de llegar al punto de equilibrio a los seis meses. Cuando inventamos TalentPool, facturamos dos millones de dólares. Solo que nosotros hicimos el modelo al revés: en vez de salir a crear un producto y luego ver cómo monetizarlo, primero monetizamos sin tener el producto, y luego empezamos a construir y a escalar. Eso es lo que hoy en día tenemos.

  1. ¿Qué estoy logrando con mi emprendimiento? ¿Qué estoy cambiando con mi idea?

Con TalentPitch estamos cambiando muchísimas cosas, estamos rompiendo demasiados paradigmas. Es un cambio muy grande en todo lo que hacemos. Estamos transformando radicalmente la manera en que los seres humanos se exhiben, cómo se conectan, cómo descubrimos los talentos del mundo, cómo se crea un portafolio en video, cómo se cuentan historias, cómo la gente logra mostrarse sin que la encasillen.

Queremos que las personas cuenten quiénes son, desde sus sueños y sin miedo, sin juicios, de manera auténtica. Estamos creando listas de reproducción de personas en video, carruseles, y usamos algoritmos para compartir talentos humanos, no contenido. Esa es una diferencia fundamental: las redes sociales muestran contenido; nosotros queremos mostrar talento.

Eso nos ha llevado a trabajar en nuevas formas de algoritmos, de diseño, de cómo se crea un carrusel, de cómo se exhibe una historia, de cómo se construye un portafolio. Lo cambiamos todo. Incluso eliminamos el concepto de “me gusta”. En TalentPitch no existe. En su lugar, tenemos un botón de conexiones inteligente, que te permite saber si alguien quiere contratarte, patrocinarte, colaborar contigo o aprender o enseñar contigo.

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Creamos un sistema nuevo de votaciones. Buscamos generar un modelo de inteligencia colectiva, parecido al de plataformas como Airbnb o Amazon. Si uno compra en Amazon con base en reseñas, rankings y data, ¿por qué no aplicar ese mismo modelo a los seres humanos? Si 25 mil personas recomiendan a alguien porque es talentoso en comunicación, ¿por qué hacerle mil pruebas psicotécnicas? No tiene sentido.

Lo que estamos haciendo es reinventar completamente la forma de exhibir, descubrir y conectar el talento del mundo, usando listas de reproducción en video e inteligencia artificial. Nuestro propósito es claro: cambiar la vida de mil millones de personas y hacer que todo el planeta crea en sí mismo y logre sus sueños.

  1. ¿Soy feliz?

Sí, soy feliz. Claro que sí. Este es mi mayor propósito en la vida y justo lo que siempre soñé hacer. Todo esto nace de una historia muy personal. Desde niño he vivido con Asperger, y muchas veces me juzgaron por ser diferente. Me decían que si era el mejor en la universidad, iba a salir adelante. Lo logré: fui uno de los mejores. Pero cuando fui a entrevistas de trabajo, me dijeron que yo era una persona “rayada” y que no encajaba en las empresas. Entonces pensé: ¿cómo así? ¿El sistema castiga a la gente brillante? ¿Corrige hacia abajo? Y ahí fue cuando dije: ni mierda. Voy a inventar algo que permita que las personas puedan ser ellas mismas, sin tener que encajar en moldes. Así nació TalentPitch. Es un proyecto profundamente personal.

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  1. ¿Vendería mi emprendimiento, mi empresa?

La respuesta lógica sería que no… pero depende. Depende del contexto. Depende del monto. Si alguien me ofreciera 10 o 20 millones de dólares, lo pensaría. No porque no crea en la idea—todo lo contrario—sino porque tengo otras diez ideas listas para desarrollar.

Siempre he soñado con tener un edificio en Medellín, como una fábrica de chocolates estilo Willy Wonka, lleno de personas brillantes de todo el planeta solucionando los problemas del mundo. También quiero crear una fundación “al revés”, como los X-Men. Así que si algún día llego a tener 10 o 20 millones, podría hacer todo eso realidad.

Mi prioridad no es el dinero. Es transformar radicalmente y hacer cosas divertidas con la gente más brillante del planeta. Entonces, en resumen: tal vez sí vendería, dependiendo del contexto, pero muy probablemente me quedaría con una parte. No es una decisión sencilla. Pero la respuesta sería, sí.

  1. ¿Qué tan duro fue para mí emprender?

Emprender es superdifícil. Exageradamente difícil. Todo el que diga lo contrario, no está contando toda la verdad.

Y hay algo importante que quiero aclarar: hay una diferencia grande entre ser empresario y ser emprendedor, pero en Latinoamérica no se suele distinguir mucho. En Norteamérica sí lo tienen clarísimo. Un empresario ve una oportunidad de negocio y monta una empresa. Por ejemplo, alguien que dice: “Voy a vender perros calientes con salchichas orgánicas en un barrio de Medellín”. ¡Perfecto! Eso es ser empresario.

Pero un emprendedor es alguien que quiere cambiar el sistema desde la raíz. Radicalmente. Y eso es muy diferente. En Colombia, bajo esa lógica, no hay tantos emprendedores. La mayoría de las veces lo que hacen es copiar modelos: el “Uber de tal cosa”, o “el Rappi de tal otra”. Y eso está bien, pero es otra cosa. Inventar algo desde cero es mucho más complejo, porque implica construir cultura, abrir camino donde no lo hay, y convencer a gente que no entiende lo que estás haciendo.

Cuando uno dice: “Estoy creando un Netflix de talentos creativos en video, agrupados en carruseles con inteligencia artificial”, la mayoría de personas simplemente no lo entiende. Te preguntan: “¿Eso qué es? ¿Para qué sirve? ¿Cómo se come?”. Y ahí empieza lo difícil: demostrarlo, construirlo, hacerlo real. Eso sí, esa también es la parte divertida.

En nuestro caso, ha sido muy duro. Ir contra la corriente, que te crean, que te apoyen… hemos tenido momentos muy difíciles en el camino. Pero sigo en el proceso. Estoy cumpliendo un sueño, aunque todavía falta mucho. Mi propósito es cambiar la vida de mil millones de personas. Sé que suena desproporcionado, pero ese es el norte. Para que se hagan una idea, Rappi tiene unos 50 millones de usuarios. Nosotros queremos llegar a mil millones. Ningún latinoamericano lo ha logrado.

  1. ¿Cumplí mi sueño? ¿Qué me hace falta?

Nuestro sueño es crear la primera app global de este tipo, nacida desde Latinoamérica. Algo al nivel de TikTok o Instagram, pero con un enfoque radicalmente distinto.

  1. ¿Y ahora qué? ¿Qué sigue?

Me falta de todo. Me falta que el mundo le crea a esta idea, que la gente empiece a alcanzar sus sueños a través de ella. Me falta que la cultura cambie. Porque una gran parte de nuestro propósito es hacer contrapeso al mundo superficial de las redes sociales. Hoy los jóvenes pasan un tercio de su día en TikTok, y el contenido más visto suele ser gente bailando en vestido de baño. ¿Por qué no puede haber una red social donde veamos ideas, proyectos, talentos brillantes de todo el mundo?

Eso es lo que queremos construir. En TalentPitch no se permite el bullying, ni los comentarios destructivos. No hay espacio para destruir. Las votaciones están pensadas para construir, para reconocer, para impulsar. Queremos crear una red social diferente: una donde lo importante no sea el filtro, sino la autenticidad. Donde las personas reales puedan ser ellas mismas y brillar por lo que realmente son.

  1. ¿Mi emprendimiento es escalable?

Sí, es exageradamente escalable. No tenemos barreras. No dependemos de recursos físicos, ni de productos, ni de logística. No necesitamos bodegas, ni tenderos, ni repartidores como Rappi, por ejemplo. Nosotros podemos abrir en cualquier parte del mundo, sin importar el país. No hay barreras de entrada. Literalmente, mañana podríamos lanzar en cualquier lugar del planeta.

La plataforma ya está en español e inglés, y aunque todavía no tenemos más idiomas, la escalabilidad es radical. Estamos diseñados para crecer globalmente.

¿Y qué sigue ahora? Expandirnos a nivel mundial. Hoy estamos principalmente en Colombia y México, que son nuestros mercados más fuertes. Pero la idea es abrirnos primero a toda Latinoamérica, y después al resto del mundo. Para lograrlo, necesitamos que el mundo crea en esto, que lo vea en acción, que existan casos de éxito reales. Estamos trabajando en lanzar muchos más flows, mejorar los algoritmos, optimizar la infraestructura y seguir perfeccionando la experiencia del usuario.

Pero hay un tema clave: la cultura. Cambiar la manera en que la gente entiende y se conecta con el talento humano no es fácil. Es un proceso. Requiere educación, requiere tiempo, requiere que la gente vea el valor real de lo que estamos construyendo.

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  1. Para crecer, ¿recibiría inversión de un desconocido? ¿Le cedería parte de mi empresa?

No. En la lógica de lo que hacemos, no se recibe inversión de un desconocido. Un inversionista es como un matrimonio: uno no mete a cualquier persona en la familia. Tiene que haber un match real, estratégico, pensado. No se trata simplemente de traer plata, se trata de traer valor.

En ese sentido, es un tema muy complejo. Si traes al inversionista equivocado, la relación puede ser desastrosa. Y aunque la pregunta es un poco ambigua —porque uno podría preguntarse “¿qué tanto necesito conocer a alguien para dejarlo entrar?”—, mi respuesta sigue siendo no. No traería a alguien que no conozco bien.

Ahora, si lo pienso desde una mirada filosófica, podría decir que hay inversionistas que me han respaldado y que al principio no conocía del todo… al menos no desde lo más profundo. Y eso es curioso, porque precisamente mi app trata de conocer a las personas desde su autenticidad, no desde lo superficial. Pero incluso así, a esos inversionistas los fui entendiendo, explorando su arquetipo, su visión del mundo, y eso es algo muy diferente a simplemente recibir capital de alguien que solo quiere un retorno financiero.

No me interesa ceder mi empresa así como así. No quiero terminar como muchos emprendedores que, cuando uno se da cuenta, ya no tienen ni el 2% o el 3% de su empresa y terminan convertidos prácticamente en empleados. ¿Dónde queda ahí el espíritu emprendedor? Si al final la junta directiva te dice qué hacer, entonces ¿de quién es la idea?

Nosotros no queremos eso. Queremos hacer algo diferente. No queremos meternos en la lógica de “rondas, rondas, rondas” como hacen todos. Crecer rápido, levantar millones… y luego perder el control. Eso no es lo que soñamos. Nuestro camino es otro. Queremos construir algo sólido, con visión, con gente que sume y crea de verdad en lo que estamos haciendo.

  1. ¿Qué no volvería a hacer?

Son demasiadas cosas. No volvería a asociarme mal. No volvería a levantar capital de personas que no eran las indicadas. No volvería a contratar estrellitas, ni a pagar salarios altísimos a personas que no lo valen solo porque hay recursos. No volvería a desarrollar tecnología por moda o por presión, sin sentido real. No volvería a ceder mi misión, porque en algún momento lo hice, en parte, y eso duele. No volvería a aceptar que alguien me diga que no se puede. No volvería a mezclar lo personal con lo laboral, especialmente con amistades, porque al final eso te pasa factura.

La lista es larga, me tomaría horas explicar todo lo que he vivido y aprendido. Como emprendedor uno se equivoca mil veces, es parte del proceso. Y muchas de esas cagadas vienen de confundir dirección con moda, de escuchar lo que no se debe, de alejarse del propósito.

  1. ¿Quién me inspiró? ¿A quién me gustaría seguir?

Nadie me inspiró directamente a crear lo que hago. Nació de mi experiencia, de lo que viví, de lo que me dolió. Pero si tuviera que decir a quién admiro profundamente, sería a Elon Musk. Para mí, es el emprendedor real. Con todo lo que le dicen, con sus fallos, con su vida extrema, con lo complejo que es… es brillante. Steve Jobs fue inspirador en ciertos aspectos, pero Elon Musk es el emprendedor más radical que ha existido.

Yo no quiero una vida normal. La normalidad me parece aburrida. Esto no es fácil. Yo he fracasado mil veces. Literalmente, uno como emprendedor el lunes se levanta convencido de que va a cambiar el mundo, el martes siente que va a quebrar, el miércoles vuelve a creer que sí, el jueves otra vez se hunde. Es una montaña rusa brutal. Esto es muy complejo. Pero cuando el sueño es así de grande, no hay otra opción que seguir.

  1. ¿Fracasé en algún momento? ¿Pensé en tirar la toalla?

Sí, he fracasado mil veces. A veces se fracasa tres veces a la semana, yo siempre digo que uno como emprendedor el lunes se levanta y dice que va a cambiar el mundo, el martes no va a quebrar, el miércoles bueno va a cambiar el mundo, el jueves otra vez no va a quebrar... Esto es una montaña rusa, sube y baja sube y baja. A veces se siente que no será posible lograrlo, es muy completo por el tipo de emprendimiento que estamos haciendo.

  1. ¿Hago parte de algún tipo de comunidad que me ayuda en este camino de emprender?

Hago parte de muchísimas comunidades. De hecho, construir comunidades es de lo que más hago. Tengo cerca de 90 grupos de WhatsApp con líderes de todo el país. Son más de 3.000 líderes de Colombia y Latinoamérica con los que compartimos ideas, aprendizajes y retos. Esto no se logra solo, en lo más mínimo.

Probablemente somos el emprendimiento colombiano con más reconocimientos internacionales: llevamos 37 premios a nivel mundial. Hago parte de redes como la del Palacio de Buckingham, Singularity University, MIT, NTT Data, Everest, entre muchas otras.

Estoy en Gifted Cities, el programa del Palacio de Buckingham que reúne a personas que ellos consideran “genios del mundo”, aquellos capaces de cambiar la vida de mil millones de personas. Esa es la misión.

También creé una comunidad que se llama Just, la junta de las startups, con cerca de 300 emprendedores del país. Y tengo mentores en todo el mundo. En la junta directiva, por ejemplo, están el director de Meta para Latinoamérica y el exdirector de Twitter para la región. Esa red de apoyo es la base de todo lo que hago. Es la gasolina para seguir construyendo.

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  1. ¿Lo que estoy haciendo trasciende? ¿Podrá impactar a nuevas generaciones?

Sí. Lo que estoy construyendo no es solo una herramienta, es un cambio de paradigma. Es una plataforma que tiene el potencial de transformar la forma en que los jóvenes del mundo entienden su propósito, descubren su talento, se conectan con otros y se atreven a ser quienes son. No se trata de una app más, se trata de replantear el modelo obsoleto con el que hemos evaluado y limitado el potencial humano durante décadas.

Estamos creando una nueva lógica, un nuevo sistema que rompe con la idea de que para tener oportunidades hay que cumplir con moldes anticuados, con hojas de vida vacías de esencia o con vacantes diseñadas para excluir. Lo que hacemos es abrir una puerta a un futuro donde cada joven pueda mostrar su talento real, conectar con quienes crean en él o ella, y atreverse a construir su mejor versión.

Este proyecto está diseñado para trascender porque no solo busca impactar a millones de jóvenes hoy, sino a millones más en el futuro. Porque no depende de modas, depende de una necesidad humana profunda: la necesidad de ser visto, valorado y comprendido en lo que verdaderamente somos.

Yo no trabajo para el éxito inmediato. Trabajo para construir algo que dure, que evolucione, que inspire a nuevas generaciones a pensar distinto, a soñar en grande, y a cambiar las reglas del juego. Y por eso sé que esto trasciende. Porque cuando uno construye desde el propósito y con la ambición de transformar vidas a escala global, el impacto es inevitable.

  1. ¿Cómo me veo en 10 años y cómo veo a futuro mi emprendimiento, mi empresa?

Lo que estamos construyendo, para nosotros y para quienes lo han conocido, es probablemente una de las herramientas con más potencial que haya nacido en Colombia. No sé si en el mundo o en Latinoamérica, pero sí estoy convencido de que puede cambiarle la vida a millones de jóvenes en todo el planeta.

Queremos reenfocar la forma en la que los jóvenes ven la realidad, el propósito, sus talentos, lo que quieren ser, cómo se conectan, cómo se muestran al mundo y cómo se atreven a decir: “Esto soy yo”, pero hacerlo desde una lógica completamente nueva. Ese es nuestro foco: trascender y transformar.

¿Cómo me veo en 10 años? Me veo como TikTok, como Instagram. Me veo liderando una plataforma que impacta a mil millones de personas en el mundo. Que vale 30 mil, 50 mil millones de dólares. Pero más allá del valor económico, quiero que sea una herramienta que las personas usen a diario —una, dos, tres horas al día— para soñar, para aprender, para conectarse de manera real, para cumplir su propósito. Eso es lo que estoy construyendo.

  1. ¿Qué papel han jugado mi familia y mis amigos?

Esa es una historia compleja. Cuando empecé, ni mis amigos ni mi familia creían en mí. Literalmente. Yo les decía que iba a cambiar el mundo y me miraban como si estuviera loco. Me hicieron a un lado. Tuve que cambiar de amigos. Me alejé de la familia.

Solo cuando empecé a salir en medios internacionales y a recibir premios, todo se volteó. Entonces ya sí: ya era el orgullo, el ejemplo a seguir. Y era el mismo. Ha sido doloroso, pero también transformador.

Hoy sí tengo amigos que creen en mí. Y mi familia se adaptó, se transformó conmigo. Por eso hoy son un pilar fundamental. Porque un emprendedor no lo logra sin gente cerca que lo levante del suelo cuando se cae. Esto no se puede construir en soledad. Uno necesita rodearse de personas que lo impulsen. Somos el promedio de las cinco personas con las que más nos relacionamos.

  1. Yo lo logré. ¿Ayudaría a otros emprendedores a que lo logren?

No hago otra cosa. No he parado de ayudar a otros. Apoyo a emprendedores todo el tiempo. Tengo grupos con ellos, les comparto ideas, los conecto con contactos en Colombia y en el mundo. Les abro puertas. Hago podcasts, los escucho, los impulso.

Pero, siendo honesto, yo todavía no siento que lo haya logrado. Mucha gente me felicita y yo digo: “¿Felicitarme por qué?” Yo lo habré logrado cuando esto impacte a 10 millones de personas, mínimo. Ahí sí. Mientras tanto, sigo.

  1. ¿Qué papel juega mi equipo? ¿Quién es?

El equipo es todo. Pero encontrar el equipo correcto ha sido dificilísimo. Especialmente en Colombia, donde todavía hay muchos miedos, muchos traumas, muchos paradigmas. La gente quiere que la lideren de forma paternalista, y eso ha sido durísimo para mí.

Pero la clave sigue siendo el equipo. Y cuando digo equipo, no hablo solo de los que trabajan conmigo. Hablo de mis socios, de mis mentores, de mis asesores. Gente que ha estado a mi alrededor desde el principio, incluso cuando esto apenas era una idea.

Hoy somos 20 personas en el equipo directo, y vamos a ser 50. Pero el equipo real son 400. Son todas esas personas que me han ayudado, que me han empujado, que han conectado los puntos. Desde el director de Meta en Latinoamérica, hasta exlíderes de empresas globales, empresarios top de Colombia, y muchos otros que creen y construyen desde su lugar.

Esto se trata de conexiones, de sinapsis, de crear algo más grande que uno mismo. Y ese algo más grande es lo que estamos haciendo.

  1. ¿Cuál es mi sello personal? ¿Qué me diferencia del resto?

Mi sello personal es el deseo radical de desarrollar mi mejor versión. No quiero ser “bueno”, ni “promedio”, ni “aceptable”. Quiero ser una persona exageradamente brillante. Todos los días experimento, me equivoco, aprendo, ajusto. Sigo obsesivamente a los mejores de la historia —Tesla, Da Vinci, Miguel Ángel— para entender qué hicieron distinto, qué los hizo genios, y cómo puedo integrar eso en mi camino.

Quiero crear algo que nunca antes haya existido. Cambiar la vida de mil millones de personas. Reinventar una parte del sistema que no funcione, mostrarle al mundo que todos tenemos talento, incluso si no estudiamos en la mejor universidad, ni tenemos los contactos, ni seguimos el molde. El problema no es la gente, el problema es el modelo: un sistema arcaico que mide a las personas con vacantes, hojas de vida sin alma, procesos que no dan segundas oportunidades ni feedback, que son más aburridos que ir al odontólogo. Eso no puede ser el futuro.

Mi sello es atreverme. Es experimentar. Es ser yo. Es perderle el miedo al qué dirán. Es pensar en grande, ser ambicioso, absorber información, estar hiperconectado, tener muchos mentores, y sobre todo: validar todo, todo, todo con el usuario. Escuchar, aprender, ajustar. Todo el tiempo.

Tengo una obsesión muy alta con conectar puntos. Esa es una de mis mayores fortalezas. Conectar lo que nadie más conecta. Como decía Steve Jobs, la creatividad nace de eso: de unir cosas.

Y he entendido que si uno quiere ser brillante de verdad, tiene que desarrollar las siete dimensiones del ser humano: lo personal, lo profesional, el espíritu, el cuerpo, la mente, los hobbies y las relaciones. Las siete. No puedes admirar a alguien que solo brilla en lo profesional, pero descuida su salud, su mente, o sus vínculos. La verdadera brillantez es integral.

Pero eso es muy difícil. Porque no es un tema de tiempo —todos tenemos las mismas 24 horas—, es un tema de energía. La vida no se trata de tiempo, se trata de energía. Aprender a manejar tu energía, entender tus ciclos, cuidar tu cuerpo, nutrir tu mente, conectar con lo espiritual, todo eso es parte del juego. Y nadie nos enseñó cómo hacerlo.

Mi sello personal es ese: el intento diario, obsesivo y profundo de convertirme en alguien brillante. No por ego, sino por propósito. Porque si logro eso, puedo ayudar a cambiar el mundo.

  1. ¿Qué he aprendido de todo esto?

Que emprender de verdad, desde el alma, duele, quiebra, transforma y construye a otro ser humano. Que esto no es glamuroso, es montaña rusa emocional todos los días. Que el lunes uno cree que va a cambiar el mundo y el martes siente que todo se va a pique. Pero que igual uno sigue. Porque esto no es un trabajo, es un llamado.

He aprendido que las ideas no valen nada sin obsesión, que el talento sin enfoque se pierde, que el equipo lo es todo —pero encontrar el equipo correcto es de lo más jodido que hay. Que uno necesita mentores, conexiones, comunidades, gente que crea en uno antes de que haya algo tangible que mostrar.

He aprendido que el sistema actual está roto. Que medir talento con una hoja de vida es absurdo. Que hay millones de jóvenes brillantes allá afuera que nunca van a encajar, a menos que cambiemos las reglas. Y justo por eso estoy construyendo esto. No por ego, no por reconocimiento, sino porque me niego a aceptar que esto es lo mejor que podemos ofrecer como sociedad.

He aprendido que hay que trabajar las siete dimensiones del ser humano si uno quiere ser brillante de verdad. Que no es tiempo lo que falta, es energía bien dirigida. Que la clave está en experimentar, equivocarse sin miedo, y atreverse a pensar en grande, muy en grande. Porque el mundo no lo cambian los tibios, lo cambian los radicales.

Y sobre todo, he aprendido que esto no se trata de mí. Se trata de construir algo tan poderoso que pueda tocar la vida de millones, incluso cuando yo ya no esté.

Si conoce historias de emprendedores y sus emprendimientos, escríbanos al correo de Edwin Bohórquez Aya (ebohorquez@elespectador.com) o al de Tatiana Gómez Fuentes (tgomez@elespectador.com). 👨🏻‍💻 🤓📚

Edwin Bohórquez Aya

Por Edwin Bohórquez Aya

Comunicador social-periodista. MBA Inalde Business School. Premio Iberoamericano de Periodismo Económico IE Business School, Madrid (España). Premio a Mejor trabajo periodístico de Analdex, categoría prensa@EBohorquez_EyLebohorquez@elespectador.com
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