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TexEn un movimiento que busca reactivar la industria de la confección, el Gobierno eliminó por dos años el arancel de importación para 37 insumos críticos, desde hilos especiales hasta telas sintéticas.
“Es la estrategia más adecuada para reducir los costos de producción en este sector”, señala el decreto.
La medida, que fue publicada en el Decreto 1184 del 8 de noviembre de 2025, es un balón de oxígeno para un sector que emplea a casi medio millón de personas y que ha lidiado con el aumento en los costos de producción.
Según el Gobierno, el decreto “permite garantizar el objetivo de promover el sector sin comprometer a los productores que participan en otros niveles de la cadena, por lo que se limita solo a aquellos productos que estén gravados y no tienen producción nacional”.
Así las cosas, el alivio fiscal pretende reducir costos del sector sin perjudicar la industria interna.
¿Qué decidió el Gobierno y a quién beneficia?
El decreto establece una tarifa del 0 % para la importación de 37 insumos específicos (identificados con códigos llamados “subpartidas arancelarias”). Esto significa que, por un periodo de dos años, no se pagará el impuesto que normalmente se aplica al traer estos productos del exterior. El Comité de Asuntos Aduaneros, Arancelarios y de Comercio Exterior revisará anualmente el impacto de esta regla.
Por otro lado, la medida está dirigida explícitamente a empresas que transforman estos insumos en prendas de vestir y calzado terminado. La lógica es simple: si bajan los costos de sus materiales, pueden ser más competitivos frente a las importaciones de productos finales, que suelen llegar a precios muy bajos.
El beneficio aplica únicamente para insumos importados de países con los que Colombia no tiene tratados de libre comercio. Esto busca evitar que se perjudiquen los socios comerciales con los que ya hay compromisos pactados.
Los números clave:
- 490.000 empleos dependen de la cadena hilados-textiles-confecciones.
- 406.000 personas trabajan directamente en confección de prendas.
- 82,9 % del empleo está en esa fase final, no en la producción primaria.
La otra cara de la moneda
La decisión no llega en un vacío y es la materialización del debate técnico que se venía cocinando entre ministerios.
La primera cara de la moneda fue el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, que empujaba esta medida con un argumento de urgencia: las fábricas de confecciones se están ahogando por los altos costos de las telas y los hilos. Para evitar el cierre de talleres y la pérdida de empleos (el 82.9% del sector está en la confección final), proponía permitir la importación temporal de insumos más baratos.
Al contrario, el Ministerio de Agricultura había encendido las alarmas. Sin oponerse abiertamente, advirtió sobre un riesgo mayúsculo: que esta apertura arancelaria, sin salvaguardas, termine por debilitar la cadena productiva del algodón nacional. Su preocupación era que, si las hilanderías locales no pueden competir con el precio de los hilos importados, al final se desincentivará la siembra de algodón en el país, afectando a los agricultores.
El decreto final parece inclinarse más hacia la postura de Comercio. Las observaciones técnicas de Agricultura, que pedían implementar no fueron incorporadas de manera clara en el texto:
- Controles a la subvaloración, para evitar que los importadores declaren precios artificialmente bajos.
- Verificación de origen, que garantice trazabilidad y evite competencia desleal.
- Mecanismos anti-elusión, para prevenir triangulaciones comerciales.
De fondo, el Gobierno le está apostando a un alivio rápido para la confección, un sector intensivo en mano de obra. La medida puede interpretarse como un intento de “tejer” la reactivación industrial con hilos importados más baratos.
El resultado se verá en dos años con el fortalecimiento de la productividad de la cadena textil-confección.
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