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La economía global muestra signos de agotamiento. En septiembre, la actividad se desaceleró en casi todos los frentes (por tipo de país y sector), marcando un punto de inflexión en la recuperación postpandemia. El índice PMI global compuesto, que mide la actividad de manufactura y servicios, cayó hasta bordear la línea de contracción (50 puntos), reflejando un freno tanto en economías avanzadas como emergentes.
Durante meses, el repunte mundial parecía sostenerse sobre un impulso temporal: la anticipación a los aranceles impuestos por el gobierno de Donald Trump, que llevó a muchas empresas a adelantar pedidos e importaciones antes de que aumentaran los costos. Ese efecto, sin embargo, se está disipando. Lo que vemos ahora, explica el Banco de Bogotá en su análisis, es una moderación generalizada, sostenida más por los servicios que por la industria, pero con señales de fatiga.
Un rebote que se desinfla
Las economías avanzadas, con excepción parcial de Estados Unidos, registraron debilidad generalizada. La Eurozona, que en agosto había sorprendido con un repunte, volvió a la contracción.
En los mercados emergentes, el panorama fue dispar. Mientras China e India resistieron con expansión leve; Brasil y México cayeron con fuerza.
El sector manufacturero global retrocedió, especialmente en países desarrollados, mientras el de servicios (motor de la recuperación) comenzó a perder tracción, acercándose a niveles neutros.
El resultado: una recuperación mundial frágil y cada vez más dependiente de los servicios, en un contexto de demanda débil y márgenes comprimidos. Las empresas, aunque enfrentan costos más bajos por la caída de las materias primas y el petróleo, han tenido que recortar precios para mantener volúmenes, lo que erosiona su rentabilidad.
Costos contenidos, demanda débil
La buena noticia es que las presiones inflacionarias se moderan. Los precios de los insumos y de salida cayeron en septiembre, lo que sugiere una normalización de costos tras meses de tensión. Sin embargo, esta desinflación también refleja un enfriamiento de la demanda global: los consumidores y las empresas están comprando menos.
Aun así, los indicadores prospectivos mejoraron. Los empresarios mantienen cierta confianza en la actividad futura, apoyados en la expectativa de recortes de tasas de interés tanto en Estados Unidos como en los mercados emergentes. Esto podría dar un respiro a la economía global hacia finales de año.
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