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La juventud colombiana sigue atrapada en la trampa de la desocupación. No por falta de voluntad para trabajar, sino por un mercado laboral que aún no logra abrirle suficientes puertas.
En junio, la tasa de desocupación nacional fue de 8,6 %, casi dos puntos menos que en 2024. Una victoria parcial que no se refleja con igual fuerza en los jóvenes de 15 a 28 años. Si bien en este segmento la desocupación se redujo 2,7 puntos porcentuales entre junio y abril, todavía sigue a dos dígitos: 15,3 %. Está siete puntos por encima del promedio nacional.
La mejora en las cifras globales esconde una brecha persistente: la recuperación corre, pero apenas empiezan la vida laboral siguen en la línea de partida. La estadística nacional baja, pero en la juventud el termómetro sigue marcando fiebre.
Según el informe más reciente del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), de los 23,7 millones de ocupados en el país, 5,1 millones son jóvenes. En otras palabras, apenas uno de cada cinco trabajadores.
La pregunta inevitable es: si hay menos jóvenes desempleados, ¿dónde están encontrando trabajo… y dónde no?
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¿En qué trabaja la juventud?
Mientras el comercio y la reparación de vehículos sumaron 106.000 empleos a nivel nacional, entre los jóvenes se borraron 6.000 puestos, alcanzando los 977.000.
En el campo, la historia fue parecida: 48.000 empleos nuevos en el país, pero una pérdida de 24.000 plazas para trabajadores jóvenes. Así, completan unos 734.000.
Peor aún, en las actividades profesionales, científicas, técnicas y de servicios administrativos —uno de los sectores de mayor valor agregado— se crearon 112.000 empleos, pero la participación juvenil retrocedió con 45.000 ocupaciones menos, con 392.000.
En otras palabras, la balanza sectorial sigue inclinada hacia el retroceso juvenil. Salvo en ciertos nichos ligados al sector público y los servicios esenciales, la generación de empleo para los jóvenes parece avanzar en reversa.
La principal trinchera laboral de los jóvenes tiene nombre y apellido: administración pública y defensa, educación y atención de la salud humana. Este bloque de actividades sumó 28.000 empleos para este segmento —alcanzando los 466.000—, de un total de 241.000 creados a nivel nacional, según el DANE.
Pero no basta con saber en qué sectores trabajan: la calidad del empleo también marca la diferencia.
El matiz está en la posición ocupacional. Entre los jóvenes, casi seis de cada diez trabajan como empleados particulares con seguridad social, pensión y salud: 2,9 millones de personas.
En la población total, el panorama cambia. Allí, cuatro de cada diez son trabajadores por cuenta propia, lo que equivale a 10,6 millones.
El cierre lo pone precisamente este segmento: 9,6 millones de independientes, cerca de 40 % de la distribución nacional. En el caso juvenil, la cifra se reduce a 1,6 millones, apenas 31,9 % de su mercado laboral.
La cereza del pastel: los que quedan fuera de todo
Entre abril y junio de 2025, 2,49 millones de jóvenes entre 15 y 28 años —el 22,4 % de quienes están en edad de trabajar— quedaron fuera tanto del mercado laboral como del sistema educativo. Una ligera mejora frente al mismo periodo de 2024, cuando eran 2,61 millones (23,3 %).
La brecha de género, sin embargo, no tuvo salvavidas: en 2025, apenas 7,1 % de los hombres estaba en esta situación, frente al 15,2 % de las mujeres. En los hombres mejoró 1 %, mientras en las mujeres se mantuvo igual.
La fotografía final revela que los jóvenes no solo tienen menos oportunidades, sino que una proporción menor accede a empleos estables.
La brecha de género y la proporción de jóvenes que quedan fuera del empleo y la educación son las señales de alerta para la sostenibilidad del país.
A medida que la población envejece y los jóvenes enfrentan empleos precarios y brechas persistentes, el equilibrio del sistema de pensiones, salud y desarrollo social dependerá cada vez más de generar oportunidades sólidas para esta generación.
Si el rumbo se mantiene, el futuro será cada vez más incierto. La ecuación del relevo generacional exige empleo estable y oportunidades reales.
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