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La confianza se esfuma entre las grandes ligas del dinero en Colombia, con un sistema financiero que mira con lupa la salud de las cuentas públicas.
Según la más reciente encuesta de percepción de riesgos del Banco de la República, que recoge el pulso de 117 entidades financieras, el 72,6 % identifica el deterioro fiscal como el riesgo más probable para los próximos meses. Más de la mitad (55,6%) cree que será el más devastador.
El fantasma del déficit, que ronda el 7,1% del PIB, según proyecciones oficiales, ya no es un tema de economistas: es la gran amenaza que podría encarecer los créditos, tensionar la deuda y enfriar aún más la economía.
💡 Claves del informe
- Corto plazo (0–12 meses): sostenibilidad fiscal (55,6 %), incertidumbre política (36,8 %) y calificación soberana (22,2 %).
- Mediano plazo (12–24 meses): sostenibilidad fiscal y riesgo político (35,9 % cada uno), seguidos por calidad de cartera (18,8 %).
- Por tipo de entidad: los bancos aún ponen el riesgo de crédito en primer lugar (20,8 %), pero en caída frente a 2024 (38,6 %). Para las no bancarias, el riesgo fiscal domina (21,6 %).
Mientras el Gobierno busca afanosamente oxígeno financiero, las entidades financieras ajustan sus modelos de riesgo. Ya no hablan solo de tasas de interés o mora. Ahora miran con preocupación creciente el comportamiento del fisco y su efecto dominó.
“En este marco, los eventos que requieren mayor monitoreo, por combinar alto impacto y alta probabilidad, son el deterioro fiscal, el deterioro del crecimiento económico en Colombia, el riesgo político interno y la reducción de la inversión privada”, señala el informe comentado por ANIF.
Si el riesgo fiscal sigue escalando, los bancos encarecerán el precio del dinero para cubrirse. Ese sobrecosto lo pagará el ciudadano.
En pocas palabras: sin confianza fiscal, no hay crédito barato. Sin crédito, no hay inversión. Y sin inversión, el crecimiento se resiente.
Por otro lado, si los Tesoros (TES) suben su tasa para atraer inversionistas (ante el mayor riesgo país), el Gobierno destinará más plata a pagar deuda, lo cual es bueno a corto plazo, pero genera riesgo por el alto costo de los intereses a largo plazo.
La encuesta del Banco de la República funciona como un electrocardiograma financiero. Y hoy el ritmo cardíaco del sistema no es normal. Hace un año, el riesgo político y el crediticio lideraban la lista. Hoy ceden ante la solvencia del Estado. Eso no significa que el sistema esté al borde del colapso, pues el 60% de las entidades aún confía en su estabilidad, pero la alerta está encendida.
Mientras tanto, el reloj sigue corriendo. Y la bomba de tiempo fiscal, también.
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