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El comercio no colapsó en 2024. Pero tampoco aceleró con fuerza. Más bien avanzó con cuidado, como quien maneja en carretera mojada: sin frenar del todo, pero atento a cada curva.
Según el más reciente informe del DANE, las empresas comerciales del país vendieron COP 569,9 billones el año pasado, un aumento de 4,4 % frente al año pasado.
La mayor parte de ese dinero no salió directamente del mostrador del consumidor final, sino de las grandes transacciones entre empresas. El comercio al por mayor concentró casi 58 % de las ventas, mientras que al por menor —el de tiendas, supermercados y almacenes— aportó cerca del 31,8 %. La venta de vehículos, motos y autopartes completó el resto.
Esta estructura dice mucho. Colombia sigue siendo un país donde el comercio funciona, ante todo, como una gran red de intermediación. El mayorista es el motor silencioso: no se ve tanto, pero mueve más dinero, genera más valor agregado y sostiene buena parte del engranaje.
Ahora bien, cuando se mira el ritmo frente a 2023, el panorama se matiza. Las ventas totales crecieron apenas 2,3 %, una cifra modesta si se recuerda la inflación de 2024, que se ubicó en 5,2 %. El dinamismo vino, sobre todo, del comercio al por menor, que creció 5,7 %, y del negocio de vehículos y motos, con 2,6 %. El comercio al por mayor, en cambio, casi no se movió: 0,4 %.
Es decir, el consumo de los hogares mostró más vida que las grandes cadenas de abastecimiento entre empresas.
Ese contraste también se nota en los costos. En el comercio mayorista, el costo de la mercancía incluso cayó -1,7 % frente a 2023, mientras que en el comercio minorista sí aumentó con fuerza. Para una tienda de barrio o un supermercado, vender en 2024 siguió siendo caro: de cada 100 pesos que ingresaron por ventas, casi 78,9 pesos se fueron en costos (una leve mejora frente a los 79,7 de 2023).
En sectores como combustibles, esa proporción rozó el 90. En otros, como calzado, el margen fue mucho más holgado.
El empleo, por su parte, se mantuvo casi congelado. El sector ocupó en promedio casi 686.000 personas, pero el crecimiento frente a 2023 fue mínimo, apenas 2 %. Aumentó el empleo permanente, sí, pero cayó el temporal (-4,1 %) y el contratado por agencias (-3,4 %).
En lo digital, el comercio electrónico siguió creciendo. Las ventas por internet aumentaron 4,5 %, impulsadas sobre todo por el comercio minorista. Curiosamente, el comercio digital de vehículos y motos cayó. Comprar un carro sigue siendo, para muchos, una decisión que se quiere cerrar cara a cara.
El mapa regional también confirma viejas realidades. Bogotá concentra más de un tercio de las ventas del comercio nacional (más de COP 201.000 millones), seguida de Antioquia (COP 89.600 millones) y el Valle del Cauca (COP 52.100 millones).
En casi todos los departamentos, el comercio al por mayor domina. Y aunque la mayoría de regiones vendieron más que en 2023, no todas contrataron más gente: en algunos casos, las ventas crecieron sin traducirse en empleo.
Leído en conjunto, el informe no cuenta una historia de crisis, pero tampoco de bonanza. El comercio colombiano en 2024 fue resiliente, ajustado, prudente. Vendió más, pero con márgenes estrechos; sostuvo empleo, pero sin expandirlo; avanzó en digital, pero sin saltos.
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