¿Qué dice la inflación de agosto sobre la economía colombiana?

La baja demanda ha llevado a que los precios de ciertos bienes y servicios caigan. Esto habla de afectación en los ingresos de los hogares, incertidumbre y otros retos que deberán abordarse con reformas de fondo.

María Alejandra Medina
07 de septiembre de 2020 - 02:00 a. m.
Por el efecto base y la reactivación, en 2021 y 2022 se esperan inflaciones relativamente altas.
Por el efecto base y la reactivación, en 2021 y 2022 se esperan inflaciones relativamente altas.
Foto: Getty Images

En agosto, la inflación anual se ubicó en 1,88 %, la más baja vista desde noviembre de 2013, como destacó el director del DANE, Juan Daniel Oviedo, en la presentación de los resultados. La variación mensual fue negativa: -0,01 %, diez puntos por debajo de lo que esperaban en promedio los analistas (0,09 %).

De acuerdo con Oviedo, pese a que por cuenta del IVA los servicios de comunicaciones e información subieron en agosto (3,6 %), las caídas en prendas de vestir y educación llevaron el índice final a la baja. La baja demanda y los descuentos que ha habido explican en gran parte las variaciones mensuales en esos grupos de gasto, de -1 % y -3,48 %, en su orden.

Frente a las variaciones negativas de los precios puede surgir la pregunta de si, como dijo a este diario hace unos días la exministra Cecilia López, la reactivación económica se ha venido dando por el lado de la oferta (muchos negocios han reabierto), mas no de la demanda por parte de los hogares, cuyo consumo está siendo afectado por la falta de ingresos (cinco millones de personas han perdido su trabajo) y la incertidumbre.

Según un análisis de ANIF publicado en agosto, entre abril y junio, los hogares dejaron de recibir cerca de $17 billones de ingresos laborales (1,6 % del PIB). En ese momento, el pronóstico era que a finales de julio el valor habría ascendido a cerca de $20,5 billones (1,9 % del PIB). Esto, por supuesto, tiene como consecuencia una menor demanda de bienes y servicios, lo que se refleja en menores precios.

La entidad agregó que, aunque algunos sectores reiniciaron labores, “la debilidad en la actividad económica se mantendrá en lo que resta del año, particularmente por la caída en la demanda de los hogares como consecuencia de la difícil situación del mercado laboral”. El pronóstico de inflación por parte de ANIF para el cierre del año se ubica entre el 1,5 % y el 1,8 %, cifra que también prevé Fedesarrollo.

Martha Elena Delgado, directora de análisis macroeconómico y sectorial de Fedesarrollo, también menciona el efecto que ha tenido la caída en los precios del petróleo, además de la especie de circularidad que generó el confinamiento (caída de demanda y, por tanto, de oferta, vía cantidad y precio). El petróleo es “un sector que irriga muchos ingresos a ciertas regiones y, cuando se afecta, cae la capacidad de compra de las regiones, lo cual, a su vez, impacta a toda la economía”.

A propósito, Delgado señala que la crisis actual hace más urgente que nunca un cambio estructural en el aparato productivo del país, una lección que ya había dejado la crisis de los precios del petróleo. “Es necesario apostar a otros sectores para generar empleo y formalidad; por otras industrias que sean más sostenibles y garanticen crecimiento de largo plazo”, dice.

Entre las reformas que se anticipan como ineludibles está la laboral, en la que, según Delgado, deberán revisarse los costos no salariales, que impactan mucho en la creación de empleo formal. “Y cuando los trabajadores no son formales no se tributa y no son visibles para el Estado”, lo que, por ejemplo, dificultó que los subsidios en medio de la pandemia llegaran a la gente que realmente los necesita.

Por cierto, Delgado destaca que el programa de Ingreso Solidario se haya extendido hasta el próximo año y que el apoyo al empleo formal (PAEF) se esté ampliando hasta diciembre. Sin embargo, dice que es importante que los recursos lleguen oportunamente a las empresas. No obstante, es claro —como en días pasados también dijo a este diario Paula Herrera, profesora de Economía de la Universidad Javeriana— que las restricciones fiscales son un reto para que estos auxilios sean sostenibles.

Lo anterior conduce a otros dos elementos: la necesidad de una reforma tributaria que, según Delgado, deberá traer de nuevo a la discusión las tarifas del IVA, las exenciones, la evasión y la elusión, entre otros puntos; pero también, la recuperación del mercado laboral, para que el poder adquisitivo de los hogares pueda recomponerse y de forma sostenible.

Fedesarrollo, dice Delgado, prevé que en el escenario más optimista la recuperación del mercado laboral tardará al menos dos años, sobre todo porque gran parte del empleo que se ha perdido ha sido formal, el más difícil de crear. Por otro lado, también hace un llamado a algo que es cada vez más evidente: la necesidad de abordar el asunto con medidas de choque que tengan un enfoque de género, pues las mujeres han sido las más afectadas por la pérdida de puestos de trabajo. Le recomendamos: El peso del desempleo en contra de las mujeres

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