“El mundo avanza en educación, pero las barreras de acceso y la deserción siguen inquietando”. Esta fue la principal conclusión del Panorama de la Educación de 2025, una investigación elaborada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en la que mide el estado de la educación a nivel mundial. Para ello, la entidad analiza los sistemas educativos de las 38 naciones que lo integran, entre las que está Colombia. Aunque en el país se han registrado avances, sigue preocupando la persistente tasa de abandono escolar.
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En esta edición, la OCDE se centra en la educación superior, tratando de entender cómo los títulos universitarios se traducen en mayores ingresos y, en algunos casos, en mayor estabilidad laboral. Mathias Cormann, Secretario General de la entidad, explicó durante la presentación que una educación terciaria de alta calidad no solo brinda competencias necesarias para aprovechar las oportunidades del mercado laboral, sino que también ayuda a las sociedades a enfrentar transformaciones profundas, como el envejecimiento de la población, la digitalización y la inteligencia artificial.
Uno de los hallazgos más destacados del informe es la tasa de graduación, que alcanzó niveles históricos. El 48 % de los jóvenes en los países analizados han completado la educación terciaria, y la participación de los estudiantes en programas universitarios o técnicos ha ido en aumento. Sin embargo, este progreso no ha sido constante y, por el contrario, se ha estancado. Mientras que entre 2000 y 2021 la educación superior crecía alrededor de un punto porcentual cada año, desde 2021 solo ha avanzado 0,3 puntos anuales.
El informe también pone en evidencia la desigualdad de oportunidades y la OCDE resalta que el contexto familiar sigue determinando en gran medida quién accede a la universidad. Los datos lo muestran con claridad, ya que solo el 26 % de los jóvenes cuyos padres no completaron estudios de secundaria llegan a la universidad, mientras que esa probabilidad se eleva al 70 % si los padres cuentan con título universitario. Entre los obstáculos que identifica la OCDE para quienes provienen de entornos desfavorecidos se encuentran las limitaciones económicas, la falta de preparación académica y el escaso apoyo social y educativo.
Más allá del acceso a la educación, la OCDE pide no perder de vista una serie de desafíos pendientes, como la tasa de finalización de los estudios. No todos los jóvenes que ingresan a la educación superior logran culminar sus programas. El informe encontró que en 32 países estudiados, solo el 43 % se gradúa a tiempo y únicamente el 70 % lo hace en tres años más. Otro de los retos es la carencia de habilidades esenciales de aquellos que sí logran graduarse; de acuerdo con la OCDE, al menos el 13 % de los adultos de los países analizados tiene serias dificultades en lectura y matemáticas básicas.
A esta compleja ecuación se suma un factor: la escasez de docentes. Si bien la mayoría de los sistemas educativos todavía cubren casi todas las vacantes, cerca del 10 % de los profesores abandona la profesión cada año. “La alta rotación del profesorado puede complicar aún más la contratación”, alerta la OCDE y propone medidas para mejorar las condiciones laborales y así garantizar la estabilidad del personal docente.
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¿Cómo está la educación en Colombia?
Viktoria Kis, analista en la Dirección de Educación de la OCDE, en entrevista con El Espectador, cuenta que Colombia ha logrado avances significativos en materia educativa y dice que una muestra de ello es que cada vez más jóvenes terminan el colegio. Entre 2019 y 2024, la proporción de personas entre 25 y 34 años sin título de secundaria cayó del 27 % a 17 %. Aunque este porcentaje sigue siendo superior al promedio de la OCDE, para Kis refleja un progreso importante.
Otro cambio que resalta la analista es el aumento en el número de adultos jóvenes que acceden a la educación superior. Si se mira entre quienes tienen entre 24 y 28 años, al menos el 34 % de ellos cuenta con estudios universitarios. En cambio, entre quienes hoy tienen entre 55 y 64 años, apenas el 19 % alcanzó ese nivel. A pesar de esta mejora en el acceso, el incremento en el número de graduados no se ha traducido en un impacto claro sobre la tasa de desempleo.
Mientras que en la mayoría de países de la OCDE, a mayor nivel educativo, menor desempleo y mejores salarios, en Colombia la tendencia es distinta. Según la OCDE, el 10,3 % de los jóvenes sin secundaria está desempleado. La tasa de los que sí tienen secundaria es de 12,1 %, mientras que la de aquellos con estudios superiores es de 11,2 %. Es decir, en lugar de que la educación proteja contra el desempleo, como ocurre en otros países, en Colombia los jóvenes con secundaria o universidad enfrentan tasas de desempleo incluso más altas que quienes no terminaron el colegio.
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En el caso del acceso a la educación de las mujeres, Colombia muestra un avance sostenido. Las mujeres representan el 52 % de los nuevos ingresos a la educación superior, un porcentaje estable desde 2013. Además, tienen mayores probabilidades de graduarse, de hecho, el 49 % logra completar su pregrado. “La diferencia entre hombres y mujeres es de 13 puntos porcentuales, similar a la registrada en el promedio de los países de la OCDE”, se lee en el informe.
Si bien estos avances son clave, Kis, máster en métodos de investigación educativa, asegura que aún persisten una serie de desafíos, como el porcentaje de alumnos con sobreedad, un indicador que básicamente muestra aquellos estudiantes que tienen dos años o más por encima de la edad esperada para su grado. En secundaria, por ejemplo, cerca del 20 % de los niños y niñas matriculadas en el sistema educativo colombiano está en esa situación. “Es un número que está muy por encima del promedio de la OCDE, que es del 4 %”, añade Kis.
A esta preocupación se suma que en primaria el 8% de los alumnos repitió curso, lo que, a los ojos de Kis podría estar influyendo en el alto porcentaje de estudiantes con sobreedad. Tener presente este factor es clave porque, como explica la analista, PhD en políticas públicas, no solo representa un costo adicional para el sistema, sino también un riesgo de abandono escolar. Precisamente, la deserción en primer año de la educación superior es, a juicio de Kis, uno de los mayores desafíos para Colombia. De acuerdo con el informe, esta tasa para el país es del 22 %, en cambio, en la OCDE el promedio es del 13 %.
Igualmente, es inquietante las cifras de finalización de los estudios. En Colombia, solo el 16 % de los estudiantes que ingresan a la universidad logra graduarse en el tiempo previsto para su carrera. Con un año adicional, la cifra sube al 32 %, y con tres años más alcanza el 44 %. Estas tasas son más bajas que el promedio de la OCDE, donde el 43 % termina a tiempo, el 59 % lo hace con un año extra y el 70 % con tres años adicionales. En otras palabras, en el país más de la mitad de los estudiantes nunca termina sus estudios o se demora mucho más tiempo en graduarse.
Frente a este panorama, la OCDE recomienda que los sistemas educativos se adapten a los cambios en la población infantil, ampliando o reduciendo la oferta según las necesidades de cada país. En Colombia, el número de niños de 0 a 4 años disminuyó un 2 % en la última década y se proyecta una reducción del 13 % entre 2023 y 2033. Estos datos, señala la entidad, pueden ayudar a los gobiernos a planificar mejor y a diseñar modelos educativos más eficientes frente a las condiciones actuales.
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