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Arthur Hanlon: “El piano es mi novia, mi mejor amiga, mi psicóloga” 

El pianista estadounidense lanzó su nuevo álbum “2 manos, 1 mundo” el pasado 11 de abril. Para este chat habló sobre su conexión con la música latina, su proceso para componer y el impacto que Carlos Santana tuvo en su vida.

Pablo Marín J.

21 de abril de 2025 - 07:00 a. m.
Arthur Hanlon interpretó una versión de “Europa”, de Carlos Santana, en su álbum “2 manos, 1 mundo”.
Foto: Cortesía Sony Music Colombia
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¿Qué lo hizo enamorarse de la música latina?

El ritmo, al 100 %. Soy una persona muy visceral y cuando escucho un vallenato, una salsa, un merengue, una bachata o, por ejemplo, el huapango de México o la bossa nova de Brasil, me doy cuenta de que ese ritmo no lo tiene la música de Estados Unidos.

¿Cuál fue el norte para “2 manos, 1 mundo”?

Hace un año y medio saqué dos especiales para HBO llamados “Piano y mujer”. En ellos, más que del 90 % de las canciones fueron “covers”. Quería regresar a escribir y hacer algo mucho más personal. “2 manos, 1 mundo” es la manifestación musical de esa intención. Este álbum es un proyecto con amigos de varios países, nos juntamos en un cuarto con el piano, el papel y el lápiz para escribir las canciones.

Hablemos un poco de su proceso de composición...

Todas las canciones tuvieron un proceso distinto, pero empiezo en mi casa. Me encanta cocinar e invito a artistas a mi hogar para tocar y tomar un trago. Por ejemplo, Carlos Vives vino con Claudia Elena y me empezó a explicar sobre la cumbia. Me dijo que había nacido en el río Magdalena hace 500 años, con un misticismo con el agua, el humo, los cuentos de los abuelos, etc. En ese momento pensé que sonaba como el río Mississippi en Estados Unidos y el blues. Ese es un género que interpreto en mi ciudad, Detroit. Ahí se me ocurrió la idea, “¿qué tal si los dos ríos se conectan?”, y empezamos a desarrollar la idea con Carlos Vives.

¿Cómo fue el mezclar estos ritmos con su piano?

Técnicamente, el piano es un instrumento rítmico, de percusión. Algo que también me atrajo de la música latina es que la salsa y el merengue tienen mucho del piano rítmico. En este álbum tengo una cumbia con Ana Bárbara y un huapango con Ángela Aguilar, es ese beat de música regional de México. Ahí me inventé una cosa loca para mezclar mi piano con su voz, fue una cosa muy divertida. Quería crear algo nuevo, entonces comencé a preguntarme: “¿Qué ritmos puedo incluir para invitar a estos artistas que admiro?”.

¿Por qué eligió el piano como su instrumento principal?

Fue amor a primera vista. Tengo seis hermanos, y en una Navidad mi papá compró un piano. Él tenía un amigo que tocaba profesionalmente, lo invitó a la casa y empezó a tocar. Quedé en un trance. Decidí que eso era lo que quería hacer, no había un plan B.

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¿Qué siente al tocar?

Es todo. Claro, es un instrumento de madera, cuerda y teclas, pero para mí el piano es mi novia, mi mejor amiga, mi psicóloga. Cuando estoy triste o muy feliz compongo algo, es realmente todo para mí.

Mencionó que Carlos Santana ha sido un referente musical suyo, ¿cómo fue el grabar un “cover” de una de sus canciones?

Siempre lo quise hacer. Fue el primer concierto que tuve en mi vida, uno de Carlos Santana. Tenía 13 años, y lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Tenía tres percusionistas en el escenario. El impacto que tuvo en mí fue tanto, que fue un honor incluirla en el álbum. Es la única canción no original que tenemos.

¿Qué momento recuerda en especial mientras grababa “2 manos, 1 mundo”?

El primero que se me viene a la mente es el videoclip con Ángela Aguilar. Es una canción de amor, entonces quisimos grabar en el desierto. Fue un reto poner un piano de cola en el sitio, porque las noches desérticas son muy frías. Después de las 4:00 p.m. mis dedos estaban congelados, casi no los podía mover. Corría al camión un par de minutos para calentarme, volvía al set, escuchaba el grito de “acción” y tocaba de nuevo. También estuvimos en La Candelaria, en Bogotá. Queríamos capturar esa esencia latina, con la gente, el grafiti y todo eso. Estábamos de noche en la zona. Tenía tres policías a la izquierda y tres a la derecha, con el crew filmándome en la calle. La gente podría estar pensando, “¿y ese gringo que hace en medio de La Candelaria?”

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Para usted, ¿qué significa la química entre los artistas?

Si no hay química, es muy difícil sentarse a componer. Hay gente que puede poner la disquera, o el proceso de composición es para una sola canción y se hace por internet. Prefiero hacerlo más personal, como fue con Carlos Vives, a quien le preparé sancocho en la casa. Prefiero tener esa experiencia cara a cara, con el piano y algo para escribir. Creo que se nota cuando lo hacemos de esta forma.

¿Qué sintió al escuchar el álbum terminado por primera vez?

Me impresionó: me cuesta creer que esas obras salieron desde cero y ahora ya están terminadas. Estuve muy contento de ver el resultado de esa manifestación musical con mis amigos de varios países y haber conectado más con mi piano. Eso, para mí, es lo máximo.

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Por Pablo Marín J.

Profesional en Creación Literaria. Escritor de cuentos y novelas de ciencia ficción. Apasionado del cine y guionista de varios cortometrajes.pmarin@elespectador.com
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