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Balance “agridulce” de la economía naranja

El viceministro de la creatividad y la economía naranja habló para El Espectador sobre las resistencias que aún hay con respecto a este modelo de desarrollo, los avances de su gestión y su percepción de lo que viene para el sector cultural.

Laura Camila Arévalo Domínguez

08 de agosto de 2020 - 03:35 p. m.
Felipe Buitrago, viceministro de la creatividad y la economía naranja, asumió el cargo en septiembre de 2019. /Óscar Pérez.
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David Melo, el anterior viceministro de Economía naranja, dijo en una entrevista para Cerosentena que iba a pasar mucho tiempo antes de que el país se familiarizara con la economía naranja, ¿cree que el sector ya entendió el concepto? Se lo pregunto porque en enero, en una entrevista para este diario, usted reconoció que cuando asumió el cargo, encontró muchos vacíos comunicativos…

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Hay gente que quiere entender, hay gente que no quiere y hay personas que no han tenido la oportunidad de entender. Todos los que están en el sector entienden, consciente o inconscientemente, que viven de la cultura. Es decir, viven de la economía naranja, le quieran o no lo quieran poner el nombre. Querer o no querer decir unas palabras es un asunto ideológico. Por ejemplo, la parte cultural del Plan de Desarrollo de Bogotá es pura economía naranja, pero ellos no la nombran así. Le dicen economía de la cultura o industrias culturales y creativas, así que claramente entienden los conceptos. Tan es así que ahora vemos una cantidad de gente que ahora, en medio de la pandemia, nos escribe reconociendo que hacen parte de la economía naranja. Le hablo de los mismos sectores que antes nos decían que no entendían qué significaba el término. El debate sobre entender o no entender es secundario frente a la realidad de que hay personas que viven de la cultura y, precisamente por esa dependencia, es muy importante que entendamos las dinámicas económicas. Solo así podremos construir soluciones.

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Personas cercanas al Palacio de Nariño dijeron que el presidente Iván Duque tomó la decisión de pedir la renuncia de David Melo y posesionarlo a usted en el cargo, porque la economía naranja no arrancaba. Ahora que usted es el viceministro, ¿cuáles son los avances más representativos que rescata de su gestión desde que llegó al cargo?

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Yo sobre rumores no opino. Le diría que la agenda de desarrollo que se trazó desde el primer día la inició el viceministro David Melo, con quien tengo una relación de amistad desde hace casi 16 años. Él y yo estuvimos trabajando juntos en el desarrollo de esa agenda. Las decisiones sobre acelerar ciertos procesos o hacer ajustes en el camino son normales en un gobierno. No es el único viceministro que se ha cambiado.

¿Y sobre los avances?

Hemos concretado nueve áreas de desarrollo naranja declaradas por municipio. Vendrán más: doce en Bogotá, Bucaramanga, Pereira y municipios de categoría seis como Villa Pinzón. Hemos consolidado 17 nodos y ocho mesas de trabajo en departamentos y áreas especiales del país para trabajar agendas creativas que nos permitan identificar los componentes y las aproximaciones locales para el desarrollo. Hemos activado y concretado la reglamentación de los artículos 177, 178, 179 y 180 del Plan Nacional de Desarrollo en los Decretos 474 y 697. El primero es el que extiende por 10 años la Ley 1556 y amplía su ámbito de aplicación a todo el audiovisual, además de crear el certificado de inversión audiovisual que en este momento ya está recibiendo propuestas. El Decreto 697 es el que nos permite descontar el 165% de la declaración de renta líquida, las inversiones y donaciones a la economía creativa. La combinación de estas dos herramientas se traduce en el mayor esfuerzo fiscal por la cultura en la historia de Colombia.

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También sumaré la creación del Consejo Nacional de Economía Naranja, que ha sido una institución sin precedentes. La puso en funcionamiento el viceministro David Melo y yo he tenido la suerte de impulsar el trabajo articulado entre todos los organismos del Gobierno Nacional que trabajan con la cultura. Gracias a esto hemos llegado a más de 5.000 adultos mayores con BEPS naranja. Ellos son las personas que han aportado todo por la cultura, pero por cuestiones de la vida se encontraron desamparadas en su adultez y hoy en día tienen un beneficio periódico vitalicio. También logramos más de 240.000 mil millones de pesos en regalías dedicados a infraestructuras culturales en casi 100 municipios. Activamos con el SENA más de un millón y medio de cupos de formación en todas las áreas de la economía naranja desde el patrimonio hasta la formación en código para poder hacer programación y animación digital. Hemos fortalecido los programas para personas con discapacidad y, además, a partir de las herramientas que hemos ido generando con la articulación interinstitucional, generamos una respuesta integral a la pandemia y a la crisis para el sector. Hemos estado presentes, no solamente en los tres decretos legislativos del ministerio de Cultura, sino en alrededor de 20 decretos más en actividades relacionadas con el sector cultural.

Este es un resumen de los temas que tienen que ver con lo normativo, la creación de oportunidades de formación y respuesta a la crisis desatada por la pandemia.

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En la entrevista que usted le respondió a este periódico en enero, también mencionó que se tenía que hacer un esfuerzo por despolitizar el término. Que el presidente Duque nunca había tenido a la economía naranja como una bandera política, pero algunos integrantes del sector creen que es imposible despolitizar un término que fue protagonista de un gran porcentaje de los discursos del presidente Duque en campaña…

A mí no me importa si se habla o no del concepto, eso es secundario. Lo importante es la aplicación de lo que representa: posibilidades para que las personas vivan de su quehacer cultural con dignidad. Puede que en una región no se vuelvan ricos, pero sí se logren mejores prácticas para trabajar con la cultura. En una ciudad puede significar la posibilidad de tener una empresa mejor organizada o con un mejor modelo de negocio para poder traer más empleos y generar más riqueza. También puede significar el fortalecimiento de ecosistemas creativos donde la diversidad está más viva y lo comunitario es dominante. En todos esos aspectos hay economía naranja. Algunos querrán reconocer el trabajo técnico que el presidente y yo realizamos en el banco. A nivel internacional es ampliamente reconocido. Si ideológicamente algunas personas se resisten al tema, pueden hablar tranquilamente de economía creativa o de lo que quieran, así lo hacen en algunas alcaldías y es válido. Aquí lo relevante para el presidente y para mí es que se visibilice la importancia de la cultura en el desarrollo integral de los pueblos.

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Un país no puede aspirar a superar las barreras de la trampa de ingreso medio si no es consciente del poder de su cultura. Esa es la aspiración que hemos tenido. Cuando escribimos el libro, nuestro propósito fue explicarles a los economistas por qué la cultura era importante en las decisiones de política pública de la economía. En ese sentido lo hemos logrado. Algunos han querido politizar ese éxito, que lo politicen, pero que traten de no hacerle daño a aquellos que necesitan que estas políticas públicas tengan éxito.

Usted dice que no le importa que se hable de economía naranja pero, justamente, las resistencias de algunos se deben a que, según ellos, en este proyecto se reunieron sectores lejanos a las artes para dar resultados económicos con respecto a un sector que cada vez está más golpeado: el cultural ¿qué piensa?

Que claramente no leyeron la definición de economía creativa, que fue el concepto adoptado por la Unesco y por cualquier entidad multilateral relacionada con cultura. Este concepto, al igual que la economía naranja, involucra esos elementos. Quien me diga que la arquitectura no tiene elementos de cultura no entiende la arquitectura. Que la tecnología digital aplicada a la cultura no tiene que ver con la cultura tampoco está entendiendo el tema. Las actividades de artes y patrimonio hacen parte de la economía creativa pero no son toda la economía creativa. Cuando uno tiene que hacer una política específica de artes y patrimonio debe tener un enfoque diferente al que aplica cuando hace políticas amplias. Nosotros trabajamos en todos los frentes: políticas transversales de economía creativa, que son las de economía naranja y, dentro de ellas, tenemos políticas que trabajan artes y patrimonio, industrias culturales y creaciones funcionales. En las que más injerencia directa tiene el ministerio es en las de artes y patrimonio. En las de industrias culturales tenemos que trabajar, por ejemplo, con el ministerio de Telecomunicaciones y el de Comercio. Cuando hablamos de creaciones funcionales tenemos que movernos hacia el mundo del emprendimiento más contemporáneo con Impulsa y otros aliados.

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Lo que tenemos que entender es que todo es un gran ecosistema interdependiente. Si pensamos que podemos desarrollar arte y cultura totalmente independientes de la tecnología, no hemos aprendido nada de la historia. Tenemos que entender que las políticas culturales tienen influencia mucho más allá de las artes y la cultura. Las políticas en tecnología, emprendimiento y turismo cultural tienen impacto en las artes y el patrimonio. Si las tratamos completamente independientes, generaremos impactos no deseados y no controlados. Se trata de que haya un desarrollo armónico de todas las actividades. El propósito no es medir y sumar, sino buscar que el ecosistema funcione porque de eso depende muchísima gente.

¿Cómo está la comunicación entre el viceministerio y el sector? ¿En qué consiste esa interacción?

Hemos venido trabajando de la mano de principales agentes, pero hay que aclarar que, principalmente, el enfoque del ministerio siempre ha sido hacia lo territorial. Nuestro trabajo se ha fortalecido a nivel de autoridades locales. Con los nuevos mandatarios nos hemos esforzado para que haya una comprensión de la importancia de la cultura en los planes de desarrollo y la inclusión de varias de las herramientas de lo que en el Plan de Desarrollo nacional es economía naranja. No tenemos resultados finales, pero todo indica a que el cambio en el sector de la cultura en los planes de desarrollo es bastante significativo con respecto a las administraciones anteriores. Hemos trabajado muy de cerca con los municipios y entidades comunitarias. También hemos fortalecido nuestros nodos de trabajo a nivel regional. Ha habido un mayor acercamiento con medios de comunicación y una mayor presencia de las actividades del ministerio. Ha habido un fortalecimiento del trabajo en redes sociales y también se han lanzado campañas para sensibilizar a la población sobre la importancia de la cultura en el país. La última fue Colombia crea talento, que buscaba promocionar la música de artistas emergentes.

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¿Cuál es su balance de estos dos años de la economía naranja en el país?

Ha sido agridulce: 2019 cerró con una tendencia de crecimiento muy importante. Llegamos casi a los 600.000 mil empleos, una cifra sin precedentes. Más de 15.000 eventos el año pasado. Cifras record de asistencia a cine. Enero y febrero mostraron unas dinámicas divinas en términos de consumo de los hogares. Este 2020 prometía ser la ratificación de que la apuesta por la cultura es una herramienta de creación para la economía. Desafortunadamente, esta crisis nos pegó particularmente a las actividades en las que hay aglomeraciones y la cultura tiene una tendencia grande a que muchas de sus actividades se hagan en grupo. Esto provocó que lo que era una tendencia muy positiva y favorable para el sector, hoy nos lleve a una situación de emergencia donde, afortunadamente, tenemos las herramientas y las experiencias alrededor de la política pública y del trabajo económico para reaccionar y trabajar fuertemente por la reactivación.

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¿Qué es lo más urgente por atender?

Nuestra agenda cambió. Ya no pensamos en un aceleramiento sino en una reactivación y recuperación del sector con un enfoque muy fuerte en los puestos de trabajo y las oportunidades para la gente: sabemos que la urgencia más grande es que las personas tengan cómo ganarse la vida.

¿Cómo ve el futuro? ¿Qué le diría a los que, llenos de incertidumbre, creen que la cultura caerá en una crisis mayor debido a que serán los últimos en abrir o reactivarse?

Que esa es una percepción equivocada. Hay unas actividades que se mantienen afectadas, pero hay otras que ya están en marcha. El sector cultural no es homogéneo, no son todos cerrados o todos abiertos. La mayor parte de las actividades culturales ya cuentan con protocolos validados por el ministerio de salud. La mayoría de los municipios y las ciudades han estado implementando estos protocolos y generando la apertura paulatina de diferentes actividades culturales. Estamos trabajando en los protocolos de los autocines y autoepaes (actividades de los espectáculos públicos y artes escénicas en autos). Nos falta reabrir cines, teatros y eventos en vivo. Para estas tres actividades estamos explorando formas para retomarlas. El Museo Nacional lo abrimos el sábado pasado. Ya se vienen retomando las actividades en las bibliotecas. Estamos a punto de sacar protocolos para las escuelas de danza y música en casas de la cultura. Hay una recuperación en la dinámica del consumo de los hogares. Sigue siendo inferior, pero ya no es tan dramática como las observadas en marzo y en abril.

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Hay actividades del sector que van para adelante, pero necesitamos de solidaridad. Necesitamos que los que están reactivándose apoyen a los que todavía están quietos y les ayudemos a reinventarse. Nosotros seguiremos trabajando para activar la economía y movilizar esfuerzos fiscales. Al final del día, el sector cultural tiene la responsabilidad de la salud mental de los colombianos. La cultura es una herramienta fundamental para superar la crisis y los creadores siempre han estado a la altura. Lo que queremos desde el Gobierno es generar el entorno para que en el proceso de darle esperanza a los colombianos, también puedan recuperar sus oportunidades de trabajo alrededor de la cultura. Todas las crisis pasan por difíciles que parezcan y nosotros tenemos fe en que la recuperación de la economía será rápida. También creemos en que las actividades que más se demoren en reactivarse como el turismo, los bares, restaurantes y algunas de la economía naranja, recuperen dinamismo lo más pronto posible. Aquí tenemos que seguir trabajando con disciplina, resiliencia y confianza en el futuro, así en el corto plazo las cosas no se vean tan alegres.

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Por Laura Camila Arévalo Domínguez

Periodista en el Magazín Cultural de El Espectador desde 2018 y editora de la sección desde 2023. Autora de "El refugio de los tocados", el pódcast de literatura de este periódico.@lauracamilaadlarevalo@elespectador.com
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