Desde lejos se puede ver un jardín lleno de flores multicolores donde los ruiseñores van a danzar desde muy temprano valiéndose de una melodía imperceptible que solo puede ser escuchada por seres celestiales, entre los cuales, ninguno de los mortales puede considerarse afortunado.
Ese olor que va dejando en el aire como una estela perfuma los lugares por donde va pasando, sin llegar a tocar con sus pies el suelo. Es como aquellas letras escritas en páginas memorables que se conservan a pesar de los años, impregnadas en papeles que son el deleite de algunos lectores que por casualidad van encontrando sus palabras escritas, una detrás de otra y que son un verdadero placer cuando caen en las manos de quienes disfrutan de un viaje largo y placentero, con miles de estaciones a su paso.
Esa criatura llena de vida que va naciendo poco a poco de la nada y se va formando con el pasar del tiempo y el trabajo intenso y persistente del artista, cada una de las pinceladas se va dando con gran amor y devoción por el oficio. La imagen va tomando forma en medio de los múltiples colores que le van dando forma y cuerpo a la vez, es sus primeros pasos son cuidados para evitar que algún golpe frustre el porvenir que le espera.
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Ella, va creciendo de la mano del artista mientras sonríe y se deja coquetear de los pocos que la alcanzan a percibir o que de alguna forma, y por razones distintas, están presentes en su nacimiento. El artista en su egoísmo deja por momentos el telón entreabierto y recibe congratulaciones mientras se sonroja por su creación. Recibe comentarios en algunos momentos inapropiados que hacen que esa bella criatura pierda la paciencia y se ruborice.
Él debe tener templado los nervios y callosos los oídos, escuchar el sonido y las palpitaciones de su corazón mientras va agregándole el alma juvenil que va surgiendo de su creación, desoír y borrar una y otra vez; a veces llorar por lo perdido o por lo que se ha ido al bote de basura o por las peleas íntimas con las que se enfrenta diariamente cuando aquella bella y juvenil criatura va adquiriendo independencia y se va convirtiendo en un pequeño monstruo capaz de acabar con la paciencia del ser que le va dando vida hasta convertirlo en un homicida que lo destruye todo.
Son largos los momentos en medio del silencio donde el dialogo se convierte en el único consejero, a veces un espejo es el compañero ideal en medio de las sombras, las pausas prolongadas y ese preguntarse por el próximo paso, hacen que el desespero surja y se arremoline como un muro de contención que va perdiendo el cauce mientras recibe la presión de sus fantasmas y la risa burlona de otros personajes que se asoman por detrás subidos a los hombros, convirtiéndose en una pesada carga que debe soportar mientras surge en medio de aquel caos la forma de derrotar a quienes han hecho de la burla una verdadera fiesta de disfraces.
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No todo es fiesta ni tampoco sufrimiento. En medio de aquel mundo algunos momentos son tan tranquilos y apacibles permitiendo disfrutar de lo creado, pueden transcurrir días, meses o años sin que se dé por terminado el trabajo. En algunos momentos es mejor esconderlo o guardarlo con los papeles olvidados, bien sea porque está tomando vuelo o porque se convierte en un pesado personaje que nos transfigura casi hasta enloquecernos.
Muchas veces se hace necesario hacer una parada obligada, tomar un café o embriagarse con otros autores que nos han dejado sus escritos desde hace varios años como una forma de cultivar la imaginación o de olvidar aquel bello monstruo que se ha venido alimentando en jornadas inagotables y embarazosas que es capaz de crispar los nervios de cualquier humano.
Escapar de la criatura, huir, abandonarla para que sienta la dureza de los días y lo que significa la soledad. Que se sienta huérfana y desamparada, puede servir para amansarla y hacerla dócil para la siguiente jornada que le espera, muchas veces nada la hace cambiar y por el contrario y sin darnos cuenta, danza locamente en nuestro interior dando órdenes y comprometiendo nuestra tranquilidad y las buenas intenciones que nos acompañan.
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Todo puede pasar sobre todo cuando se trabaja con creaciones cercanas a lo sublime. Bellas, elegantes y caprichosas se van liberando de la pluma, adquieren su propia personalidad y levantan vuelo sin que podamos controlarlas del todo. Ellas pueden terminar manejando la pluma del artista y enterrando lo que nos ha costado realizar con tanto sacrificio que en algunos casos se sabe que muchos han caído rendidos a los pies y convertidos en esclavos, aun así no existe la menor señal de desamor por lo plasmado.