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“El arte puede ayudarle a alguien a volverse mejor médico o ingeniero”

La artista Nathalia Velasco ha pasado los últimos doce años enseñándoles a niños y adultos lo valiosa que puede ser la creatividad en su desarrollo personal. Habló sobre los talleres en los que enseña a través del arte sobre el manejo de las emociones.

Santiago Gómez Cubillos
29 de enero de 2025 - 12:00 p. m.
Nathalia Velasco también es Profesional en Estudios y Gestión Cultural de la Universidad EAN y actualmente aspira al título de Magíster en Educación en la Universidad de la Sábana.
Nathalia Velasco también es Profesional en Estudios y Gestión Cultural de la Universidad EAN y actualmente aspira al título de Magíster en Educación en la Universidad de la Sábana.
Foto: Samuel Gallego / EAN IMPACTA
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¿Cómo nació Simoné?

Simoné es una empresa que fundé hace ya 12 años que se enfoca en resolver problemas en relación a lo humano, con la idea de hacer que la vida de la gente sea más tranquila. Para eso, tenemos tres enfoques principales: la creación, porque trabajamos desde lo artístico; la educación, porque personalmente me interesan mucho los procesos pedagógicos a través de la experiencia, y la naturaleza, que es un interés que heredé de mi abuela materna. Ella dejó una huella muy profunda en mí y, a pesar de que solo había llegado hasta segundo de primaria, sabía un montón de cosas que no se enseñan en la academia sobre nuestra relación con la naturaleza. Fue la convergencia de esos intereses la que hizo que surgiera Simoné.

Para cumplir con esos enfoques usted ha recurrido al “land art”. ¿En qué consiste esta práctica?

Cuando estaba en la universidad ya tenía esta obsesión con la naturaleza y, cuando estaba estudiando la Historia del Arte, di con con un movimiento ambientalista de los años 60 y 70 en el que unos artistas dejaron de lado el óleo, el acrílico y demás y empezaron a crear con lo que iban encontrando. Así es como se creó este diálogo entre la naturaleza y el arte en el que la idea era no utilizar herramientas, pegamento ni nada de eso, sino valerse del hielo, las piedras, las ramas de los árboles y las cenizas para crear. Era un reto porque, a diferencia por ejemplo de un Lego que ya tiene una forma establecida, tuvieron que aprender a resolver con los colores, las texturas y las formas propias de lo que tenían a la mano. Además, hay algo muy poderoso del land art y es su relación con la temporalidad, porque son obras que no están diseñadas para perdurar, sino para que se las lleve el viento, el agua y el tiempo. Esto, sobre todo, nos puede enseñar mucho en este mundo contemporáneo en el que estamos acostumbrados a tener el control de todo.

¿Cómo se conecta esto con la gestión emocional?

El arte no satisface únicamente necesidades estéticas, sino que también ayuda en el desarrollo personal y emocional. Crear implica concentración y eso nos mete en un estado meditativo. Si a eso se suma que ya no estamos trabajando con materiales maleables como la pintura, sino que usamos piedras u hojas, llegamos a otro nivel: la naturaleza nunca se va a comportar como nosotros queramos y eso nos obliga a resolver de otra manera. Cuando empecé a hacer estos talleres los hice con niños de primera infancia y, como ellos estaban acostumbrados a jugar con fichas plásticas, cuando los puse a trabajar con semillas y ramas se sintieron muy frustrados, pero esto sirvió para enseñarles sobre adaptabilidad, gestión del cambio, esfuerzo sostenido y paciencia. Lo mismo pasa ahora cuando trabajo con adultos y los pongo a hacer retratos con granitos de arroz sobre una hoja que después tienen que levantar y sacudir. Ellos se sorprenden porque después lo máximo que pueden hacer es tomarle una foto, pero es una forma de enseñarles a despojarse y a dejar fluir: la vida funciona así y hay que aprender a soltar.

Podríamos decir que las lecciones para niños y adultos son muy parecidas...

Cuando Simoné nació, empecé a trabajar con fundaciones que se enfocaban en el restablecimiento de derechos de niños que habían sido víctimas de violencia doméstica y abuso. Ahí fue que entendí el poder que tenía el arte en la canalización y la catarsis de las emociones. Años después, cuando empecé a trabajar con empresas, me sorprendió encontrar adultos que, a nivel emocional, seguían siendo niños. Eran personas de 40 o 50 años, graduados de las mejores universidades, que aún no habían madurado en ese aspecto y que cuando se encontraban con estos espacios de arte podían soltar muchas cosas que venían cargando. El mundo infantil me enseñó que todos tenemos un niño que sanar y el arte permite ese reencuentro con nosotros mismos.

¿Cómo reciben esto las personas que no hacen parte de las industrias creativas?

Hay un artista que se llama Joseph Beuys y él dice que “todo ser humano es un artista”. En algún momento de la historia, el arte se volvió un privilegio de quienes tenían talento o, muchas veces, de quienes podían costearlo, entonces nos acostumbramos a que el trabajo creativo era un mundo que no estaba abierto para cualquiera, cuando en realidad ser creativo es tener la capacidad de pensar diferente para encontrar soluciones. Es por eso que el arte puede ayudarle a alguien a volverse mejor ingeniero o mejor médico, porque es una práctica absolutamente transversal. El arte tiene el poder de enseñarnos quiénes somos y a entender el mundo que habitamos, pero mirándolo desde adentro.

¿Cuál es el mensaje que usted quiere transmitir?

Me ha pasado que las personas que se acercan a los talleres de Simoné piensan que el arte tiene que ver solo con lo lúdico, entonces piensan que son actividades superficiales. Pero lo que yo quisiera transmitir con mi trabajo es que el trabajo artístico es fundamental en el desarrollo de las personas. Las empresas tienen que pensar que no están llenas de máquinas con títulos, sino de seres humanos complejos. Entonces, a la par que hay que ayudarlos a desarrollar sus habilidades duras, también hay que prestarle atención a las habilidades blandas. Y, de esas, tal vez la más importante sea la gestión emocional, para la cual el arte puede ser una herramienta muy valiosa.

Santiago Gómez Cubillos

Por Santiago Gómez Cubillos

Periodista apasionado por los libros y la música. En El Magazín Cultural se especializa en el manejo de temas sobre literatura.@SantiagoGomez98sgomez@elespectador.com

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