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¿Cómo nació el álbum “Weyes”?
“Weyes” es un disco que quería hacer sobre la relación que tenemos las mujeres trans con los hombres, que está mediada por el peligro y la muerte, pero también por la ternura y el amor. Además, quería tratar el tema porque México es el segundo país con más feminicidios en Latinoamérica, y eso es responsabilidad de los hombres. En 2020 lo empecé a trabajar, cayó la pandemia y eso retrasó un poco todo, pero dos años después pude grabarlo con Santiago Mijares, que fue el productor del disco y su aliado número uno. En junio del año pasado por fin pudimos sacarlo.
¿De qué manera su experiencia de vida como mujer trans afecta la música que crea?
Creo que las personas trans tenemos otra manera de entender la realidad, porque nos toca afrontarla desde el peligro y la supervivencia. Para mí es importante hablar de lo trans, porque sé que esa puede ser la razón por la cual alguien decidiría acabar con mi vida. Pero en este proceso de poner esta experiencia sobre la mesa lo que quiero es reivindicarla y hacer ver que puede ser delicioso. Claro, reconozco que cargo con el privilegio de ser una persona de clase media de la Ciudad de México, y eso influye en lo bien que le ha ido al disco. Entonces con la música que hago hablo desde ese punto, aunque haya muchas cosas que me atraviesen además de lo trans y que tienen un papel importante en mi quehacer artístico.
En la canción “Wey” habla de “renunciar al pacto de carnal”. ¿Qué significa esa renuncia?
Romper el pacto es acabar con todo eso que nos dijeron que tenía que ser un hombre. El pacto patriarcal es sobre todo un acuerdo de silencio, entonces para mí renunciar a él es que los hombres se sienten a reflexionar acerca de su masculinidad, de su relación con las mujeres, que muchas veces ven solo como objetos de deseo. Y eso incluye la relación que tienen con las mujeres trans, eso es importante hablarlo, porque es también una manera de sanar la herida que ese pacto les ha impuesto y que ha llevado a tanta violencia.
¿Qué otras cosas la definen?
Hay muchas. Soy vegana, antiespecista —no he comido un pedazo de carne en ocho años—, me encantan los perros, los hombres, el cine de todo tipo, en fin, hay muchas cosas que me hacen ser la artista que soy, que no necesariamente tienen que ver con mi experiencia trans. Aunque al final todas esas se conectan de alguna manera con mi arte: me definen y las quiero reflejar.
¿Cómo se pueden ver estas otras pasiones en su arte?
Creo que todo se infiltra. Por ejemplo, trato de que los videos sean más cinematográficos, y para eso soy muy cuidadosa con la fotografía que se maneja en ellos. También en los shows me interesa siempre que haya una narrativa para que la gente que vaya tenga una experiencia parecida a la del cine, donde van a que les cuenten una historia.
Hay mucho de experimentación en su música. ¿Por qué ha decidido no encasillarse en un solo género?
La verdad es que sí me encasillo, porque quisiera ser rockera. Quiero que me digan que soy rockera porque crecí en México a principios de 2000, y en esa época ese era un género muy fuerte en las mujeres. Estaba Jessy Bulbo, Ely Guerra, Rita Guerrero, incluso Julieta Venegas. Todas estas mujeres mexicanas a mí me encantaban, y nada más por eso quisiera hacer lo que ellas hicieron. Pero también es cierto que en el disco hay cumbia, shoegaze, jazz, incluso algo de Nina Simone por ahí y muchos otros géneros que conviven con eso que llamo rock, así que ha sido un proceso de exploración de un panorama musical muy amplio. Lo que tratamos de hacer es no intentar sonar de una sola manera, sino más bien ver qué es lo que está pidiendo cada canción.
¿Qué proyectos tiene planeados?
Quisiera armar una gira por México, porque terminé viniendo antes a Colombia que a Guadalajara, entonces vamos a tocar más el disco allá y a exprimirlo todo lo que se pueda. Me siento en un momento creativo muy efervescente y también creo que tengo un sentido de urgencia por todo lo que está pasando en el mundo. El fascismo está llegando a tocarnos la puerta y a eso hay que responder con películas, con discos, con amores, mejor dicho, con todo. No hay que guardarnos nada porque no sabemos qué va a pasar mañana.
¿Siente una responsabilidad como artista a responder a los sucesos del mundo?
Es más una responsabilidad conmigo misma, porque es algo que me toca personalmente, y tengo que defender mi derecho a vivir y a ser feliz. Como artista sé que puedo contagiar y ayudar a crear una conciencia colectiva de que esto no está yendo hacia un buen lugar y tenemos que hacer algo al respecto.

Por Santiago Gómez Cubillos
