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Una guitarra como anillo al dedo, el compromiso del lutier Carlos Hernán Tobón

En algún lugar de Japón hay una guitarra que fue hecha en Palmira. Es una de las obras de Carlos Hernán Tobón, quien, junto a su padre, creó un taller de lutería hace más de doce años donde fabrican instrumentos hechos a la medida de cada músico.

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Santiago Gómez Cubillos
01 de febrero de 2025 - 02:00 p. m.
Carlos Hernán Tobón fundó su empresa en 2012 junto a su padre y su esposa, Lida Fernanda Murillo.
Carlos Hernán Tobón fundó su empresa en 2012 junto a su padre y su esposa, Lida Fernanda Murillo.
Foto: Archivo Particular
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¿Cómo fue su entrada al mundo de la lutería?

Fue una mezcla de varias pasiones. Yo estudié Ingeniería Electrónica y Música en la Universidad del Valle y, durante ese tiempo, me surgió una curiosidad por aprender a reparar mis instrumentos. Como mi papá tenía un taller en la casa, que era donde a veces se sentaba a arreglar cosas, ahí empecé a practicar y fue así como esas tres pasiones me convirtieron en lutier. Él se involucró en el tema y poco a poco fuimos aprendiendo más y puliendo el trabajo hasta que decidimos, en 2012, abrir Tobón Guitars, también con la idea de ofrecer un producto singular. Desde el principio sabíamos que no podíamos competir con la rapidez del mercado porque, por poner un ejemplo, a Colombia llegan cargamentos de 500 guitarras chinas que se venden a $100.000 cada una, a pesar de que eso es lo que vale un juego de cuerdas de calidad. Son precios imposibles de igualar, entonces desde el principio no le apostamos a vender la misma guitarra en distintos colores, sino que cada uno de los instrumentos que creamos es único y especial para cada cliente.

Hábleme sobre ese proceso de aprendizaje.

Fue una época llena de momentos especiales, porque recuerdo que muchas veces decíamos algo como “cuando aprendamos a hacer esto, ya sabrémos cómo hacer una guitarra”. Ese fue un pensamiento que se repitió cuando empezamos a instalar los trastes correctamente, a barnizar de manera profesional —como hacían en Estados Unidos y Europa—, a soldar; en fin, todos esos fueron momentos muy importantes que al final nos empujaron a tomar la decisión de abrir el taller.

¿Cómo es el proceso cuando un cliente llega con un pedido nuevo a la tienda?

Nosotros primero nos sentamos a escuchar los requerimientos técnicos, ergonómicos y sonoros. Ahí es donde pedimos especificaciones, como el número de escala y de trastes, el tipo de cuerdas, de micrófonos, de puente; todos esos detalles que hacen que el instrumento se ajuste a lo que necesite el músico. Después de eso, pasamos a la parte visual. ¿Cómo quiere que se vea? Normalmente en este punto el cliente nos envía fotos de otras compañías o incluso de nuestras guitarras para que nos hagamos una idea. Nosotros hacemos un boceto, ajustamos colores, texturas y así poco a poco se va creando un producto único. Al final es muy gratificante porque es un proceso de muchas horas que resulta en un instrumento como ningún otro.

¿Cuál diría que ha sido un hito en esta carrera?

Cuando nosotros abrimos Tobón Guitars, yo me soñaba con exportar y recuerdo que mi papá me decía: “Carlos Hernán, ¿qué vas a vender vos guitarras de $10 millones?” y yo solo me reía y le decía que me dejara porque yo sabía que lo iba a hacer. Y así fue, porque hace más o menos ocho años logramos llevar siete guitarras a Japón. Eso fue un hito no solo para nosotros, sino para la lutería colombiana porque ese es un mercado que tiene unos altísimos estándares de calidad. Fue un reto llegar a ese punto, pero también fue algo muy gratificante.

Hay algo singular de este oficio porque parece estar en un punto medio entre la música y las artes plásticas. ¿Cómo funciona ese balance?

Es una fusión muy bonita, porque como músico entiendo los requerimientos que cada cliente pide para su instrumento. Pero, al tiempo, como artista tengo la oportunidad de expresar una singularidad de cada guitarra que hago. Lo lindo de la lutería es que abarca muchos campos, entonces es un proceso que es completamente personalizado desde la parte electrónica hasta las medidas, el tallado de la madera y la elección de los acabados.

¿Cree que en la lutería pesa más la paciencia o el talento?

Sin duda, es más importante la paciencia, porque si un proceso necesita tres horas, uno tiene que ser capaz de estar sentado haciéndolo por todo ese tiempo. Pero, sobre todo, creo que son claves la disciplina y la humildad que vienen de tener la disposición de estar aprendiendo todo el tiempo. Claro que puede haber gente muy habilidosa de entrada, como en todas las artes, pero si eso no se mantiene con disciplina no se va a llegar a ningún lado. En esto uno no puede pensar que ya lo hace bien y listo, sino que todos los días hay algo nuevo para aprender y algo que mejorar.

Santiago Gómez Cubillos

Por Santiago Gómez Cubillos

Periodista apasionado por los libros y la música. En El Magazín Cultural se especializa en el manejo de temas sobre literatura.@SantiagoGomez98sgomez@elespectador.com
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