El pasado 14 de diciembre se conoció que tres escritores, Laura Restrepo, Giuseppe Caputo y Mikaelah Drullard, cancelaron su participación en el Hay Festival 2026 en Cartagena. El argumento en los tres casos tenía que ver con la presencia en el evento de la Nobel de Paz, María Corina Machado. “No se le puede dar tarima y facilitar audiencia a quien, como la señora Machado, promueve posturas y actividades a favor del sometimiento de nuestros pueblos y contra la soberanía de nuestros países. Con la intervención imperialista no se discute, sino que se la rechaza sin miramientos”, escribió Restrepo en su carta a Cristina de la Fuerte, directora del festival.
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Adicionalmente, la filósofa boliviana María Galindo también hizo parte del grupo de personajes que no asistirán al evento debido a la presencia de Machado en la programación. “Creo en el pluralismo, pero me niego a compartir un espacio virtual o físico con quien impulsa una intervención militar en nuestro amado continente”, escribió en una publicación compartida desde su cuenta de X.
El debate en redes no se hizo esperar. Mientras que unos celebraron la decisión de los autores y pidieron que otros invitados se sumaran a esta acción, otros criticaron las posturas y argumentos por los que los escritores cancelaron sus apariciones en el festival. En algunos mensajes se alabó la “coherencia” de los escritores y se cuestionaron las posturas de Machado, mientras que en otros se criticó la decisión de los escritores y las visiones políticas que han expresado en el pasado.
“El Hay festival es y ha sido siempre un festival literario. La literatura dialoga con la política, la historia y la sociología. Propone reflexiones desde diferentes orillas. Es un espacio que promueve la expresión de ideas sin importar el tema sociopolítico. Obviamente, la escritora y el escritor que decidieron no participar están en todo su derecho de expresar su compromiso político a través de sus escritos o de sus actividades”, dijo para El Espectador la escritora Mónica Acebedo, invitada al Hay Festival.
Por su parte, Héctor Abad Faciolince, quien hace parte de la programación, comentó: “Hay países en los que invitan a escritores y políticos de distintas tendencias políticas a que participen en un debate abierto. En otros países, como Venezuela o Rusia o Nicaragua, estos festivales abiertos no existen, pues solo se invita a las personas que apoyan al régimen autoritario. Los mejores escritores venezolanos viven en el destierro o en un exilio interior. A los disidentes los encarcelan o les impiden participar en política. En Rusia van más lejos, los envenenan o los arrojan por la ventana. Me parece muy bien que en Colombia haya escritores de todas las tendencias invitados a participar, si quieren hacerlo, y también que desistan de asistir, si así lo deciden. Es una decisión libre”.
Más allá de los comentarios y razones detrás de las decisiones de los escritores, otra discusión permea la controversia en áreas que se expanden fuera de la literatura: las expectativas para que figuras públicas culturales hagan explícitas sus visiones políticas y el papel de artistas, escritores, músicos, actores, entre otros, en cuestiones sociopolíticas.
El caso del Hay Festival 2026 no es el primero en ocurrir. En 2024, docenas de autores se retiraron del World Voices Festival de la organización sin ánimo de lucro PEN America, argumentando que la entidad “traicionó el compromiso declarado de la organización con la paz y la igualdad para todos, y con la libertad y la seguridad de los escritores de todo el mundo” al no exigir un cese al fuego en Gaza.
Como este hay otros casos y varias preguntas que las audiencias se han planteado: ¿es ético aceptar una invitación de un país envuelto en polémicas por violación de derechos humanos, como sucedió en 2017 con el Festival de Literatura de la aerolínea Emirates? ¿Qué es lo que se espera de figuras culturales frente a situaciones como estas? ¿Qué mensaje se envía a las audiencias? ¿Cuáles son las implicaciones que puede tener para ellos?
“La censura de los gobiernos opresores encabeza la lista de razones para protestar contra los festivales literarios”, le dijo Jo Glanville, directora del PEN Inglés, a The Guardian: “Los boicots sirven para acabar con el debate, “en lugar de desafiar las cuestiones que provocan indignación en primer lugar”.
“El papel de la cultura es defender la razón, los argumentos y verdad en una discusión abierta. Consiste en debatir civilizadamente con quienes piensan distinto, sin vetar a los adversarios. Vetar a Machado es como si yo pretendiera vetar a Restrepo por defender a Putin, a Maduro, o por acusar de criminales a quienes defendemos a Ucrania de una invasión imperial. Las opiniones se discuten, no se vetan”, mencionó Faciolince.
De acuerdo con la revista Frieze, acciones como esta en el campo cultural han sido cuestionadas por considerarse castigos simbólicos, a diferencia de otras que pueden tener resultados visibles en el corto plazo, como generar pérdidas económicas. Según la revista, quienes apoyan este argumento consideran que acciones de este tipo no permiten diferenciar entre partidarios y opositores a visiones políticas.
Ese no es el único lente bajo el cual se puede entender lo que pasó con el Hay Festival. También entra en juego el rol de los artistas y escritores en momentos turbulentos, y si existe alguna responsabilidad de su parte en este tipo de temáticas.
“Como miembros de la sociedad, los escritores y artistas no pueden ser neutrales ante los acontecimientos que observan en su entorno. Vivir en sociedad y al mismo tiempo ser independiente de ella es imposible. Por ello, las obras de escritura y arte llevan una impronta social definida que encarna sus respectivos ideales y reivindicaciones”, dijo el activista y periodista Lionel Bopage en 2011.
En redes sociales muchas veces se ha reclamado a celebridades y artistas hacer pública su postura frente a ciertos temas políticos, debido a que cuentan con un nivel de influencia sobre su audiencia, mientras que desde otras esquinas del debate se clama por el derecho a la privacidad y a guardar silencio.
“El Hay Festival es una fundación sin ánimo de lucro que ofrece un espacio de reflexión y conversación plural, incluyendo en sus programas voces provenientes de distintas orillas, tradiciones y posturas. Año a año reafirmamos nuestra convicción de que el diálogo abierto, plural y constructivo sigue siendo una herramienta esencial para abordar realidades complejas y para defender el libre intercambio de ideas y la libertad de expresión”, fue el comunicado del Hay Festival ante la decisión de los escritores que se retiraron de la programación.
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Por Andrea Jaramillo Caro
