Detrás de cada gran canción, detrás de cada interpretación que logra conmover, existe lo que podría ser un hilo invisible que conecta talento, técnica y visión. Ese hilo es, a menudo, la guía de quienes han aprendido a escuchar más allá de las notas.
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En el marco del Ibagué Festival 2025, esa labor tomará forma en The Art House Experience, un programa que, durante cuatro días, reunirá a 32 músicos seleccionados para recibir formación intensiva con algunos de los profesionales más influyentes del sonido, la composición y la interpretación vocal contemporánea.
En entrevista para El Espectador, Julio Reyes Copello, director de The Art House Academy, manifestó que el proyecto no es solo una oportunidad de formación, sino un ejercicio de visión de futuro. “Cuando pensamos en The Art House Experience, nos interesa que los músicos comprendan el panorama global, pero también que no pierdan su identidad. No se trata de moldearlos a un sonido, sino de darles herramientas para que encuentren su propio lenguaje y lo defiendan con seguridad”.
Su trayectoria, que incluye trabajos con artistas como Alejandro Sanz, Jennifer López y Marc Anthony, le ha permitido observar que la técnica y la creatividad son inseparables, y que la educación musical no puede limitarse a la práctica instrumental o vocal. “La formación debe ser integral. Debe incluir historia, cultura, psicología del artista, manejo emocional y estrategia creativa”, agregó.
Ibagué, conocida como la capital musical de Colombia, se convertirá este año en escenario de un proceso que mezcla la formación intensiva con la experiencia real de la industria. Durante cuatro días, los participantes tendrán sesiones de composición, técnica vocal, instrumentación, producción y estrategia creativa, acompañados por un equipo de mentores. Este grupo incluye desde compositores hasta ingenieros de sonido, pasando por vocal coaches, productores y creadores de contenido. Cada uno aportará no solo su conocimiento técnico, sino también su mirada crítica y formativa, para ayudar a los jóvenes a traducir sus ideas en proyectos concretos y profesionales.
“Lo que buscamos con los mentores no es solo que enseñen técnicas, sino que compartan su experiencia de vida dentro de la industria. Que los músicos comprendan cómo se construye una carrera, cómo se maneja el escenario y cómo se protege la autenticidad frente a la presión comercial”, señaló Reyes Copello.
Entre los mentores se destacan: Mónica Vélez, compositora; Mariana Salazar, especialista en técnica vocal y rehabilitación; Delfina Cheb, performer vocal con formación en Berklee College of Music; María Zárate, directora creativa y realizadora audiovisual; Nicolás Ramírez, productor musical y ganador de Grammy y Latin Grammy; Robin Reumers, ingeniero de sonido y director en Leapwing Audio; y Daniel Uribe, guitarrista y productor con experiencia internacional en giras y grabaciones.
El cierre del programa se realizará con un concierto el 7 de septiembre que servirá para que los jóvenes músicos presenten lo aprendido, seguido de la gala en la que se anunciará el ganador o ganadora de la beca de 200 millones de pesos que respalda el programa. “Queremos que esta beca sea un punto de partida para que los músicos continúen desarrollando su carrera con autonomía, conciencia de su identidad y apertura a la innovación”, dijo el director.
Ser artista en una nueva era
La visión de Reyes Copello no se limita al talento individual. Para él, la formación de músicos debe dialogar con la transformación de la industria musical en Latinoamérica. Aseguró que uno de los desafíos más importantes es la falta de espacios de formación integrales que conecten la técnica con la práctica profesional global. “Hay mucho talento en la región, pero los músicos muchas veces no tienen acceso a mentores que puedan mostrarles cómo funciona la industria más allá de sus fronteras”. Esta limitación, según él, genera brechas entre la creatividad innata y la capacidad de sostener un proyecto artístico a largo plazo. The Art House Experience busca cerrar esa brecha.
El programa también pondrá el acento en la exploración interdisciplinaria. No se trata únicamente de cantar o tocar un instrumento: los músicos aprenderán a conceptualizar su obra, a integrar elementos visuales y escénicos, y a pensar estratégicamente en términos de producción y distribución. “La música no se hace sola. Hay un entramado de decisiones estéticas, técnicas y de comunicación que definen si una canción o un artista logra conectar con su público”, explicó.
Esta mirada integral permitirá que los participantes internalicen la idea de que ser músico hoy implica desarrollar habilidades múltiples: composición, interpretación, producción, narrativa visual y gestión de la propia carrera.
Uno de los aspectos más innovadores de The Art House Experience será su enfoque personalizado. Cada mentor adaptará su trabajo a las necesidades de los participantes, reconociendo que cada músico tiene fortalezas y desafíos distintos. “No buscamos homogeneizar, sino potenciar lo que cada uno ya trae consigo. La autenticidad es el valor más importante que puede tener un artista”, dijo Reyes Copello, para quien este diálogo entre identidad y proyección internacional es uno de los valores más importantes del programa: “No se trata de copiar modelos extranjeros, sino de traducir la riqueza de nuestra cultura a un lenguaje que pueda ser escuchado y apreciado en todo el mundo”.
Más allá de la formación técnica y artística, el programa busca sembrar conciencia sobre la vida profesional del músico. El director enfatizó la importancia de la disciplina, la ética de trabajo y la capacidad de aprendizaje continuo. “El talento por sí solo no alcanza. La constancia, la curiosidad y la apertura para aprender de otros son factores que determinan el éxito a largo plazo”, señaló.
La filosofía del proyecto también tiene el anhelo de un impacto social. Al seleccionar a músicos de diferentes regiones, se promueve un intercambio cultural y una red de colaboración que trasciende fronteras. Para Reyes Copello, este aspecto es esencial: “El arte no es solo un producto; es un espacio de encuentro, diálogo y construcción colectiva. Queremos que los participantes sientan que forman parte de algo más grande que ellos mismos”.
Reyes Copello defendió así la dimensión comunitaria de la música y la necesidad de consolidar vínculos entre músicos emergentes y a fortalecer la escena musical regional. Bajo su mirada, el futuro de la música latinoamericana depende de iniciativas como esta: espacios que no solo enseñen notas y acordes, sino que acompañen la formación de músicos conscientes, preparados y conectados con su cultura y con el mundo.
“Cuando un joven músico comprende que su voz, su instrumento y su creatividad son herramientas poderosas, pero que también necesitan dirección y cuidado, está listo para enfrentar el mundo profesional sin perder su esencia”, concluyó.