El Magazín Cultural
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Irónica paradoja tecnológica

Es un hecho inobjetable que Corea del Sur está de moda.

Fuad Gonzalo Chacón
01 de noviembre de 2022 - 10:10 p. m.
La película surcoreana, "Parásitos", fue dirigida por Bong Joon-ho y estrenada en 2019.
La película surcoreana, "Parásitos", fue dirigida por Bong Joon-ho y estrenada en 2019.

“Parásitos” hizo historia al convertirse en el primer largometraje no rodado en inglés que gana el Óscar a Mejor Película; el macabro “Juego del Calamar” fue el tema de conversación de gran parte del planeta durante meses; las bandas de música K-Pop siguen posicionándose progresivamente en las listas del planeta como herederos del legado inmortal de Psy y su “Gangnam Style”; y, en materia literaria, Byung-Chul Han, nuestro filósofo moderno favorito, continúa dando de qué hablar. Esta vez con una dolorosamente precisa disección de nuestra democracia en su más reciente lanzamiento “Infocracia”.

Tras el seísmo cultural que provocó con “La Sociedad del Cansancio” y su interesante, aunque en mi opinión discreta, disertación crítica en “No-Cosas” sobre la transición de nuestra sociedad de lo analógico a lo digital, Han regresa con un texto que desvela sin miramientos todo lo que va mal en los procesos electorales de prácticamente cualquier país del mundo. Una propuesta ambiciosa que, si bien no consigue abordarse exhaustivamente en las algo más de cien páginas que tiene su libro, sienta las bases esenciales de un diagnóstico poco alentador sobre el efecto nocivo que las redes sociales provocan en los ciudadanos a la hora de decidir por quién votar.

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La premisa de Han es bastante sencilla: la anulación de discursos opositores al propio (sea cual sea la postura política que defendamos) hace que el debate democrático pase de un ejercicio de diálogo y búsqueda de consenso entre partes divergentes a un monólogo interior, retroalimentado incansablemente por las fuentes de información que elegimos seguir. Es decir, según Han los algoritmos de las redes sociales que pretenden mostrarnos publicaciones personalizadas con base en nuestras preferencias fomentan la creación de tribus ideológicas, cubiertas por un “filtro burbuja”, en las que solo nos relacionamos con gente y contenidos afines a nosotros. Esta dinámica, en últimas, termina por abstraernos de otras corrientes de pensamiento, creando el caldo de cultivo perfecto para que, allí donde ha desaparecido el otro, surja la radicalización y la intolerancia.

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Esto es el resultado inevitable de lo que Han llama el “Estado de Vigilancia”. En él, los celulares fungen como constantes transmisores de datos vitales sobre nuestros gustos y comportamientos que son catalogados por empresas expertas en utilizarlos para dirigir hacia nosotros mensajes de consumo cada vez más individualizados. Desde marcas de ropa, videojuegos o incluso un candidato a la presidencia, cualquier producto incrementa exponencialmente sus posibilidades de éxito si conoces exactamente las palabras que cada integrante de tu público objetivo necesita oír para comprarlo.

Una irónica paradoja tecnológica, pues entre más libres somos y, por ende, más contenido consumimos en nuestros celulares o compartimos en redes sociales, más materia prima le proveemos al turbio engranaje de la ingeniería de datos, facilitándole así su tarea de entender cada vez mejor cómo influir en la toma de nuestras decisiones. Este es el cataclismo “infodémico” que el autoritarismo “dataísta” viene a imponernos y que Han valientemente ha venido a denunciar con la esperanza de romper aquel nefasto círculo vicioso.

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Por Fuad Gonzalo Chacón

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