«Lo que distingue al hombre insensato del sensato es que el primero ansía morir orgullosamente por una causa, mientras que el segundo aspira a vivir humildemente por ella».
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“El guardián entre el centeno”
Holden Caulfield, el protagonista de la novela más conocida del J.D. Salinger, “El guardián entre el centeno” (1951), se convirtió en el símbolo de la juventud de la post guerra. Salinger fue una de las plumas más transgresoras de la literatura estadounidense del siglo XX por crear ese personaje adolescente que rechazó y criticó las construcciones culturales y sociales; que se rebeló contra los adultos y sus contradicciones y que se volvió símbolo arquetípico de una incesante búsqueda de coexistencia. La reseña de The New York Times del 15 de julio de 1951 hecha por el periodista James Stern se refiere al personaje del libro que se acababa de publicar así: “Ese Holden descubre que el mundo está lleno de personas que dicen una cosa pero quieren decir otra, y eso no le gusta; odia las películas, a los farsantes, a los engreídos, a los libros mediocres y la guerra. Sí que odia la guerra” (“The New York Times Book Review: 125 Years of Literary History”, The New York Times Company, 2021, p. 151, traducción libre). Pero la transgresión del escritor estadounidense fue más allá de su famoso Holden, pues detestó la fama que le supuso la publicación de la novela: se negó a dar entrevistas, giras promocionales y desconfió siempre de la prensa. Se aisló durante muchos años de todo el ruido mediático que significaba la vida de un escritor de renombre.
Jerome David Salinger nació el 1 de enero de 1919 en Nueva York. Hijo de un comerciante de origen lituano y de una mujer de familia de inmigrantes irlandeses. Se aficionó por las letras desde muy pequeño y también desde muy joven expresó su inconformidad por las convenciones sociales y las expectativas de su familia. Pasó por varias universidades, pero nunca terminó una carrera formal. De sus escritos se puede extraer su afición por la vida urbana: cafés, teatros y una minuciosa observación del comportamiento de la gente de la calle. En 1939 asistió al taller de escritura de la Universidad de Columbia y allí conoció a quien fue su mentor, el editor Whit Burnett. Fue gracias a él que logró la publicación de su primero relato en Story Magazine que le significó el paso al mundo literario. Empezó a publicar artículos y relatos en revistas como The New Yorker, Collier’s y Esquire. Desde esos inicios se empezó a sentir el tono que marcó su obra: irónico, criticó, lleno de desencanto por el mundo y al tiempo, de ternura e inocencia.
En 1942 se alistó en el ejército americano y participó en el desembarco de Normandía. Esta participación de la Segunda Guerra Mundial lo dejó trastornado y desilusionado. Forjó su conciencia antibélica y su crítica radical a la hipocresía de los gobiernos, de los políticos, de las empresas y sus intereses económicos. El trauma de la guerra lo marcó profundamente, no solo a nivel personal, ya que, a su regreso, fue diagnosticado con estrés post traumático, sino porque también selló su discurso narrativo, en el que reflejó reiterativamente el sinsentido de la guerra y la violencia.
En 1951 se publicó “The Catcher in the Rye” (“El guardián entre el centeno”) y muy rápido se convirtió en éxito en ventas, pero Salinger se retiró de la vida pública, aunque siguió escribiendo y publicando. Algunas de sus publicaciones: “Nine Stories” (1953), en donde la familia Glass explora la ruptura del ser contemporáneo, el desencanto, la pérdida de la inocencia y la imposibilidad de comunicación; “Franny and Zooey” (1961), que da cuenta de las crisis de dos hermanos en su época universitaria, y “Raise High the Roof Beam, Carpenters and Seymour: An Introduction” (1963), una colección de relatos en los que se puede ver su continua búsqueda espiritual, la crítica social y la tradicional tensión entre el escepticismo y la fe.
A mediados de los años setenta dejó de publicar aunque siguió escribiendo para sí mismo. Su intención de mantenerse alejado del mundo público y su negativa a conceder entrevistas generaron el efecto contrario: se volvió aún más famoso. Surgió el mito del silencio como resistencia, como una forma de coherencia moral. Tampoco permitió adaptaciones de su obra al cine; demandó a un biógrafo y ganó. Murió el 27 de enero de 2010 a los 91 años.
La trama de “El guardián entre el centeno” es la siguiente: un adolescente de dieciséis años deambula por Nueva York después de haber sido expulsado de su internado. No es capaz de contarle a sus padres, así que decide recorrer la ciudad, pasa por hoteles, bares, conoce gente y trata de buscar las razones de su existencia, pero siempre se enfrenta a la incomunicación y el desamparo. Quiere convertirse en el protector de los niños (el guardián) que los salve de volverse adultos, porque, a su juicio, los adultos siempre se contradicen. La novela rezuma temas como las inseguridades de la adolescencia, la alienación, la pérdida de la inocencia, la búsqueda de la identidad y el desamor. Está narrada a partir de una primera persona honesta, un “yo” auténtico y rebelde que duda, repite, calla…
Es decir, Salinger nos legó una de las grandes obras del siglo XX que combina magistralmente las grandes preocupaciones de la literatura a través de un tono introspectivo y desencantado. Su figura y escritos encarnaron la voz de una generación; su silencio se volvió una gran paradoja sobre la infancia, la adolescencia y el dolor de crecer; una imposibilidad de reconciliar el ideal con la realidad: “Una vez que los dejes atrás, comenzarás a acercarte —si ese es tu deseo y tu esperanza— a un tipo de conocimiento muy querido de tu corazón. Entre otras cosas, verás que no eres la primera persona a quien la conducta humana ha confundido, asustado, y hasta asqueado. Te alegrará y te animará saber que no estás solo en ese sentido. Son muchos los hombres que han sufrido moral y espiritualmente del mismo modo que tú“.