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Entre Bogotá y Medellín ha habido una cierta tensión cultural: una suerte de “competencia” entre los locales de cada ciudad, ¿usted cree que sigue siendo así?
Yo diría que hoy conviven dos cosas: identidad y orgullo y, al mismo tiempo, una capacidad de colaboración cultural que ha ido fortaleciéndose con los años. Y este libro es justamente eso: una coedición entre las alcaldías de ambas ciudades para contar las historias que ocurren a través de las montañas y los cerros. Trabajo en equipo entre Alcaldía de Bogotá, Alcaldía de Medellín e instituciones aliadas. Cuando la cultura vive en lo público y en lo cotidiano, no hay una conversación sobre “quién gana”, sino un proceso de colaboración y amor por dos ciudades hermanas. Esa lógica conecta perfecto con la esencia del libro.
¿Por qué “Bogotá y Medellín contadas”, por qué no otra ciudad que no sea la capital? Se lo pregunto por la frase de “al país lo sacamos adelante es desde las regiones”, del secretario de Cultura Ciudadana, Santiago Silva Jaramillo.
La estrategia de Libro al Viento es una iniciativa de la Alcaldía de Bogotá e Idartes y se convirtió a su vez en un primer proyecto en conjunto durante 2025 con la Alcaldía de Medellín a través de la Secretaría de Cultura Ciudadana. Así fue como nació “Bogotá y Medellín contadas”. La lectura como puente entre dos ciudades. Este fue un ejercicio editorial muy bello y simbólico que lo que busca es juntar miradas, geografías e historias de ambas ciudades. Es un primer acercamiento y la conversación sigue abierta. Aquí lo que hemos buscado y seguiremos buscando es trabajar en equipo desde cada capacidad. El encuentro y el apoyo entre regiones es lo que apunta a ese trabajo tan poderoso que hace que las cosas pasen.
Hablemos del detalle de la iniciativa: cómo se juntó Libro al Viento con la Alcaldía de Medellín...
La Alcaldía de Medellín se sumó a Libro al Viento para entregar de manera masiva y gratuita un primer libro: Bogotá y Medellín contadas. Fueron seis escritores los que le dieron vida y forma. El ejercicio de circulación lo hicimos en los sistemas de transporte: metro de Medellín y Transmilenio, con un lanzamiento en simultáneo que ocurrió hace pocas semanas. Fueron 1.000 libros entregados en el caso de Medellín. Esto ocurre porque queremos que la literatura salga al encuentro de la gente en otros espacios, para seguir diversificando los canales tradicionales de circulación del libro.
¿Tiene presentes algunas retroalimentaciones de usuarios del metro sobre los libros?
El día que estuvimos en el metro entregando los ejemplares, vimos comentarios espontáneos, personas sorprendidas por recibir un libro gratis o que estaban interesadas en conocer más sobre este ejercicio. La mayoría de reacciones nos mostraron una alegría genuina cuando conocieron un dato clave del proyecto: este fue un ejercicio en el que tres autores de Medellín contaron a Bogotá y tres de Bogotá lo hicieron con Medellín. Un recurso narrativo muy bello que también habla de ese poder de encontrarnos en las historias.
¿Los cuentos tienen temáticas específicas? Cuáles fueron los acuerdos con los escritores para encontrar los temas de sus cuentos en las dos ciudades…
Este fue un ejercicio de conversación de principio a fin, el libro reúne seis crónicas en las que seis autores exploraron, caminaron y vivieron, desde su experiencia, las montañas, los cerros y las laderas de Bogotá y Medellín como un lugar físico y como una metáfora que une a ambas ciudades. Y ese fue el eje orientador: tres autores buscando historias en los cerros de Bogotá y tres narrando desde las laderas de Medellín. Fue una lectura de las dos ciudades, desde el territorio y el camino.
¿Qué es lo que más le gusta de estas dos ciudades?
Personalmente, tengo un cariño inmenso por las dos ciudades. En ambas tengo familia y amigos. Voy permanentemente a Bogotá por su movida cultural y porque me siento como en casa, es mi segunda casa. Medellín es mi hogar, el lugar que me vio nacer y donde he construido todo lo que soy. Es una ciudad vibrante, llena de talento. Es impresionante la cantidad de talento que hay en cada lugar. De las dos ciudades me gusta que tienen una escena cultural muy presente. Todo el tiempo pasa algo, todo el tiempo hay un parche. Y eso es muy bello porque estamos llevando cultura a la gente. Por ejemplo, este año en Medellín recibimos una noticia que nos llenó de mucha alegría y fue el crecimiento del 67 % en la participación de los ciudadanos en la oferta cultural de la ciudad, especialmente en los estratos 1 y 2. Además, un gran incremento en la creación de empleos en actividades de la industria creativa, los datos los dio Medellín, Cómo Vamos en su último informe. Esto nos demuestra que Medellín está mejorando y que cada vez más nuestra gente puede acceder a estos espacios que entregan calidad de vida y bienestar. Una apuesta clara liderada por nuestro alcalde Federico Gutiérrez.
¿Cree que Bogotá y Medellín son muy distintas?
Tienen su propio sello. Tienen en común que son ciudades donde los paisajes, sus montañas y cerros influyen en cómo nos movemos y nos encontramos. Y volviendo al libro, es justo lo que toma como hilo narrativo.
Por qué cree que a través de la lectura hay una posibilidad de unión entre ciudades, qué es lo que hace la lectura en ese aspecto…
Cuando la lectura se piensa como un ejercicio de circulación permanente, como es el caso de Bogotá y Medellín contadas, el libro se convierte en un conector entre ciudades. En el momento en que lees una crónica de otra ciudad, mientras vives en la tuya, activas algo muy bello: el poder de reconocerte en el otro. La lectura no borra de ninguna manera las diferencias naturales entre territorios, pero las vuelve comprensibles, y es ahí es donde se fortalece la unión entre ciudades.