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¿Cómo llegó a la dirección de la Corporación Matamoros?
Fue a través de un proceso de selección. Me presenté dos veces: la primera no quedé seleccionada y, año y medio después, volví a participar. Me escogió la junta directiva. Nosotros trabajamos por los hombres y mujeres de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional que resultaron heridos y ahora viven con una discapacidad que fue adquirida en cumplimiento del deber. También por sus familias y las familias de quienes han fallecido en iguales circunstancias. Yo venía de trabajar en la Fundación Saldarriaga Concha, donde el tema era la inclusión de personas mayores y personas con discapacidad, así que ha sido una causa que me acompaña desde hace varios años.
¿Cómo funciona la Corporación?
Desde 1986, la Corporación Matamoros tiene una particularidad y es que es una entidad privada sin ánimo de lucro, pero está adscrita al Ministerio de la Defensa Nacional. Esto significa que la junta directiva está integrada por 18 empresarios de Colombia, quienes están ahí ad honorem. La junta es presidida por el ministro de la Defensa Nacional, que delega a la viceministra para el Grupo Social y Empresarial de la Defensa. Está toda la cúpula militar y de Policía, que delegan a sus representantes: los comandantes de personal o de bienestar. También está el obispo castrense. Esto hace que la Corporación funcione como una entidad privada.
¿Qué es lo que más la ha sorprendido de su trabajo?
No tenía ninguna relación con el mundo militar ni policial, desde el punto de vista familiar o personal. Uno llega y se encuentra con un mundo muy particular, donde hay una serie de protocolos, conveniencias y maneras de relacionarse que son bastante diferentes a lo que uno imagina. Para aprender, me metí a hacer el curso integral de defensa nacional, durante un año entero. Admiro profundamente a las personas de las Fuerzas Militares y de la Policía, pero no solo a quienes están activos, sino a sus familias. Por ejemplo, madres o padres que pueden pasar un año en la selva, exponiendo la vida, sin saber si van a volver. Eso es algo que las personas que no estamos relacionadas con ese mundo no entendemos, hasta que caemos en cuenta del gran sacrificio que hacen, que nace de la vocación y la convicción.
¿En qué momento supo que quería trabajar con estos temas?
Soy administradora de empresas de la Universidad de los Andes y después hice la especialización en Periodismo y Medios en el Centro de Periodismo. Trabajé en varias empresas, pero diría que en mi carrera tuve tres mentores. Cuando trabajé en comunicaciones estratégicas con Claudia de Francisco, entendí lo importante que era asesorar a empresas en comunicación. Luego, en Villegas Editores, trabajando con Benjamín Villegas, donde fui directora de mercadeo, aprendí sobre la importancia de conseguir los recursos para los proyectos. Junto a Soraya Montoya, directora de la Fundación Saldarriaga Concha, aprendí sobre los derechos de las personas con discapacidades y la gestión de alianzas, además de cómo llevar mi conocimiento del sector privado a las fundaciones y al tercer sector. Antes de esto, estuve trabajando en Los Andes y entendí cómo uno puede ayudar a las personas con lo que uno sabe para que tengan una mejor vida. Desde el 2012 decidí que lo mío era el servicio a los demás a través de lo que he aprendido en mi vida.
Ha hablado sobre el servicio, ¿qué significa esta palabra para usted?
El servicio es trabajar para que otras personas o seres mejoren su vida, su día a día. Que la sociedad en general, a través de lo que uno haga, sea mejor y sin esperar recibir nada a cambio.
¿Qué cree que hace falta para que nuestra sociedad sea más empática?
Primero, que nos respetemos desde cómo piensa una persona diferente a uno sin necesidad de salir a insultarse o maltratarse verbalmente o agredirse. Necesitamos volver al respeto en todas sus formas. Creo que eso se perdió y tiene que ver con decencia y educación y respeto por los demás. Creo que hay agresiones por todas partes, en las redes sociales y con los policías que hacen su trabajo cuando le piden el pase a alguien. Eso tiene que cambiar, hay que respetar a las otras personas y así se respeta uno a sí mismo.