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¿Cuál fue su trayectoria para llegar a ser director del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia?
Desde pequeño tuve una historia con la cultura, con los coros, la flauta traversa, la guitarra, en fin. Pero de un tiempo para acá me dediqué a las empresas privadas, varias de las que fundé, y, en medio del tema electoral, el gobernador Andrés Julián Rendón me dijo que debía pagar “servicio social”, como él le dice. Él veía que yo ya estaba establecido en temas empresariales y que, además, he venido desarrollando proyectos de industria creativa, en audiovisuales y pódcast, y la pasión que tengo por la poesía. Luego de pensarlo mucho con mi familia, asumí esta labor de dejar por unos años las empresas y los emprendimientos con los que he soñado para dedicarme a servirle a Antioquia.
¿Qué significa servirle a Antioquia?
Desde muy niño, he tenido un amor muy entrañable por mi departamento. De pequeño, todo lo que leía tenía que ver con Antioquia: Jorge Robledo Ortiz, Epifanio Mejía y Porfirio Barbajacob, entre otros. Aprendí sus poesías, sobre sus vidas y siento que lo antioqueño es algo que llevo en las venas, con un amor profundo por este territorio. El gobernador Andrés Julián nos repite mucho una frase de Mariano Ospina en los consejos de gobierno, y dice que nosotros en estos cargos de liderazgo no debemos ser emprendedores de ilusiones, sino empresarios de realidades.
¿Cómo ha logrado esto desde la BIAM?
Desde el principio, en esas discusiones con el gobernador, el plan era generar para los artistas, en términos amplios, la posibilidad de que ellos puedan vivir del arte. Queríamos crear una plataforma que tenga la posibilidad de que los artistas puedan vivir del sueño que tienen en el corazón, de su talento. Yo he sido lo que llaman un joven aviejado: desde muy pequeño tengo amigos mayores, estoy en tertulias sobre arte, ópera y escultura, y en ellas siempre se remitían a un señor que se llamaba Leonel Estrada, que fue el fundador de las bienales en los años 60. Las bienales como una gran plataforma de discusión, pero también como una gran posibilidad para que los artistas pudieran internacionalizarse y vivir del sueño que tenían en el corazón. Botero no hubiera sido Botero si no hubiera participado en las bienales, ni Caballero, ni Hugo Zapata, en fin, muchos artistas y ahí está la trascendencia de las bienales, no solamente como una posibilidad de discusión en torno a las tendencias del arte, sino también como una posibilidad de internacionalizar los artistas y crear una plataforma para que no vivan de la convocatoria de paso, sino que puedan vivir del sueño, del talento que tienen en su alma.
¿Cuáles han sido los elementos claves para traer a la vida este proyecto?
Primero, el apoyo indiscutible del gobernador. Esto tiene una apuesta presupuestal relevante. Segundo, también esa posibilidad de sumar a los privados. Hay un mito, que desacreditó Leonel Estrada, de que existe un desacuerdo entre la institucionalidad, el empresario y los artistas. Aunque las bienales del pasado desmitificaron esto, hoy lo traemos a colación porque tenemos un apoyo importante de varias empresas privadas, sin las cuales no se habría podido llevar a cabo. Lo que pasó en los 60 con Leonel Estrada desmitificó eso, pero luego lo traemos a colación hoy y hoy ocurre de nuevo lo mismo. Tenemos más de COP 4.000 millones de inversión de diferentes empresas. Algo fundamental fue también rodearnos de los mejores. Muchas bienales apuestan por traer curadores de afuera, nosotros buscamos a curadores antioqueños, talentosos e importantes; pudimos contar también con un excelente productor y un gran equipo en términos de creación digital.
¿Qué fue lo más desafiante de este proceso que han realizado desde el año pasado?
Lo más desafiante de este proceso fue que la iniciativa saliera desde lo público, porque, en ocasiones, tiene un sinnúmero de requisitos, dificultades y complejidades que impiden que estos eventos se puedan llevar a cabo rápidamente, con mayor eficiencia. El gran reto fue tratar de acomodar toda la plataforma a una lógica pública.
¿Qué obras o artistas lo han marcado?
Son muchos, porque me conmueven también la poesía y la literatura. Aquí he conocido a unos artistas increíbles. Por ejemplo, en la bienal tenemos la obra de Ruby Rumié, que hace una reflexión sobre la fragilidad de la vida y cómo el tiempo nos persigue. En ocasiones el tiempo se vuelve un instante, un momento y contó la autora que ella iba saliendo de su estudio cuando una paloma se chocó con un carro y murió, y vio que todo el mundo pasaba por el lado de ella con esa indiferencia ante la vida, pero luego cuando empezó a crear esa obra su mamá estaba a punto de morir, y le pregunta a ella: la vida es esto, esto fue la vida, tan rápido esto fue. Eso me tocó el corazón. Me gustan mucho Miguel de Unamuno, Ortega y Gasset, Jorge Robledo Ortiz y Epifanio Mejía.
Para esta bienal, eligieron la libertad como eje curatorial. Para usted, ¿qué significa este concepto?
No elegimos cualquier libertad, sino la de Epifanio Mejía, quien fue un escritor antioqueño de Yarumal muy relevante. Él escribió un poema que era como una oda al antioqueño, que luego se convirtió en el himno del departamento. Escogimos la palabra “libertad” porque es una palabra que tiene peso hoy en día no solamente en la política, sino también en el mundo social y cultural, con todo lo que está ocurriendo. Elegimos esa acepción de la libertad de Mejía, que dice que en Antioquia llevamos el hierro entre las manos porque en el cuello nos pesa. Y que habla también de la libertad de la naturaleza, “¡Oh!, libertad que perfumas las montañas de mi tierra, deja que aspiren mis hijos sus olorosas esencias”. Es una libertad con una concepción descolonial, pero también de la naturaleza, de todo lo que conmueve el alma, del arriero antioqueño que carga imposibles a sus espaldas, de Colombia, de todo lo que significa esa libertad histórica para Colombia. Para mí, el concepto de libertad se restringe a la posibilidad de ser nuestra mejor versión para servir a los demás. La libertad también es eso que nos hace menos esclavos, decía un gran autor francés.
