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En una entrevista con el crítico de arte inglés Will Gompertz, el artista David Hockney aseguraba que las personas no saben mirar el arte: “[…] mirar cuesta, no tiene fin. Hay belleza en todo, incluso en una bolsa de basura. Pero, para apreciarla, uno tiene que mirar de verdad”. Y es que, mirar de verdad no es una tarea fácil; hay que superar una vida repleta de ideas preconcebidas y prejuicios que tapan la realidad, por ejemplo: “Los árboles son marrones y sus hojas son verdes”; esas son ideas fijas que podemos tener en la cabeza desde la infancia. Sin embargo, en el siglo XIX, los artistas más osados empezaron a cuestionar la manera convencional de representar el mundo, asegurando que la clave estaba en la luz y su proyección sobre las cosas, así como la interacción entre cada uno de los colores que componían los objetos.
Las obras del artista Daniel Samper, quien actualmente exhibe su trabajo en el Museo de arte de Caldas bajo el nombre de “Lecciones sobre la mirada”; resuenan con los estudios de los artistas en la modernidad, quienes se interesaron por analizar la luz y la percepción de la realidad a través de las vibraciones del color y la forma, cuestionando muchos preceptos de la estética clásica.
En la exposición, propone una reflexión profunda y poética sobre la percepción y su capacidad para conectar con las memorias y emociones humanas. A través de una serie de obras que trazan un recorrido por varios años de carrera, culminando en sus últimas exploraciones formales, Daniel Samper consigue llevarnos por un viaje introspectivo en el que los paisajes de su infancia en Ambalema, Tolima, se transforman en escenarios visuales cargados de significado. Por lo mismo, abría que puntualizar sobre su obra, que el artista no es un creador de “cuadros abstractos” como podrían pensar los ojos menos atentos, lo que pasa en su trabajo, es que consigue trasladar sus memorias y perspectivas sobre el paisaje rural y urbano, a partir de la idea de “matriz” que le funciona tanto en la construcción conceptual, hasta su aplicación en las piezas formales, donde memoria, naturaleza y paisaje urbano se conjugan en la totalidad de su obra.
Desde el momento en que se ingresa a las salas de exposiciones, la atmósfera invita a la contemplación pausada. Las obras, ejecutadas con una técnica refinada y sensibilidad, juegan con el color, las formas y el material, para generar una experiencia que va desde la contemplación hasta la reflexión, que se activa notablemente con el video final que acompaña la muestra. Las pinturas y las instalaciones destacan no solo por su estética impecable, sino también por su capacidad para evocar emociones universales. En este sentido, el artista logró potenciar el diálogo entre las piezas en el museo, consolidando una narrativa coherente y envolvente.
Uno de los puntos más destacados de la exposición, radica en cómo el artista logra transformar sus memorias personales en un discurso abierto, con piezas aparentemente “abstractas” que dialogan con el espectador y se conectan con fenómenos como la tragedia de Armero, que fue motivo para la serie “Resiliencia de mi Tierra”, realizada con pequeñas láminas de acero que el artista pacientemente va sujetando con imanes. En ese sentido, cada pieza parece invitar al público a detenerse y mirar más allá de lo evidente, cada pieza es sin duda una lección. La inauguración estuvo amenizada por un conversatorio acompañado por el artista Mauricio Gómez, donde ambos compartieron sus visiones y procesos creativos con los espectadores.
“Lecciones sobre la mirada” de Daniel Samper, no solo invita a reflexionar sobre el acto de mirar, sino también sobre el potencial transformador del arte. En un mundo donde la inmediatez domina, Samper nos recuerda la importancia de observar, sentir y recordar. Finalmente, su trabajo es un homenaje a la atención como un acto poético y vital.
La exposición estará abierta al público hasta el 31 de enero del 2025.
Por Úrsula Ochoa
