La historia de los libros infantiles es también la historia de las infancias: de las que tuvieron derecho a leer y de las que fueron silenciadas, de lo que se quiso enseñar, de los miedos que se pretendieron evitar y de los sueños que se alentaron. Es un territorio donde se encuentran la literatura, la pedagogía y la política, en el que las palabras pueden ser lección, refugio o juego. Por ello, hablar de literatura infantil es hablar de la sociedad que la produce, de sus tensiones, de sus ideales, de la forma en que se decidió acompañar a los niños en el viaje de crecer.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Es en este cruce de caminos donde aparece Historia portátil de la literatura infantil, de Ana Garralón; quien nos ofrece un libro que se abre como una ventana al tiempo, a los autores y a los títulos que han acompañado a los más pequeños. En esta obra, publicada por Panamericana Editorial, la autora propone un recorrido histórico y cultural por seis grandes momentos de la historia, en los que detiene la mirada para revelar cómo cada época, con sus revoluciones, avances técnicos y cambios pedagógicos o morales, fue dando forma a la idea de infancia y a los libros que la acompañaron.
Con una escritura precisa, la autora guía al lector desde las primeras fábulas moralizantes hasta las novelas de aventuras que celebran la libertad y la imaginación. Cada capítulo ofrece un marco histórico que ilumina el momento en el que surgieron los textos, mostrando que la literatura infantil no es un producto aislado, sino el resultado de decisiones sociales sobre lo que debía enseñarse, temerse o imaginarse para los niños.
El estilo de la autora hace de este libro una obra rigurosa y a la vez cercana, lo que la convierte en guía esencial para mediadores, docentes e investigadores. Es una lectura que se puede recorrer con placer, además del interés académico, ya que selecciona obras significativas y posibilita caminos de exploración que se multiplican al final de cada capítulo. Allí surge la innovadora propuesta del “Cajón de libros”, un espacio que reúne títulos cuidadosamente elegidos para continuar esta exploración. Más que simples listados, estos cajones funcionan como mapas de descubrimiento que conducen a nuevas posibilidades, revelan textos que marcaron épocas y despiertan la curiosidad para seguir leyendo.
Así, la lectura de Historia portátil de la literatura infantil no solo informa, sino que también provoca preguntas, lleva al lector a cuestionamientos como ¿qué lugar ocupa hoy la literatura en la formación de las nuevas generaciones? O ¿qué historias estamos entregando a los niños del presente y cuáles les estamos negando? Frente a esto, Ana Garralón no ofrece respuestas cerradas; en cambio, propone un diálogo entre pasado y presente, invitando a pensar la literatura infantil como un espacio vivo, en constante construcción.
Al terminar el libro, el lector no siente que ha llegado a una conclusión definitiva, sino al inicio de un viaje personal. Cada capítulo leído se convierte en una llave que abre nuevas estanterías y cada “cajón de libros” en un cofre de posibilidades que invita a seguir explorando. Lo que empieza como un recuento histórico se convierte en un horizonte en expansión, una posibilidad de volver a los libros de la infancia, a descubrir otros que nunca conocimos y a preguntarnos cuáles serán los relatos que acompañarán a los niños del futuro. Historia portátil de la literatura infantil no se cierra al pasar la última página; más bien, deja abiertas decenas de puertas por donde seguir andando.