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“Entiendo, luego actúo”: la lucha de Santiago Aparicio por el medioambiente

El escritor habló de su último libro, “El ABC visual del cambio climático” donde ilustra las bases de la crisis climática para inspirar acciones concretas. Para él, la educación es lo primordial para pasar “de la intención a la acción”.

Santiago Gómez Cubillos
27 de enero de 2025 - 12:00 p. m.
Uno de los trabajos destacados de Santiago Aparicio en el combate contra el cambio climático ha sido su aporte en el diseño de políticas públicas contra la deforestación.
Uno de los trabajos destacados de Santiago Aparicio en el combate contra el cambio climático ha sido su aporte en el diseño de políticas públicas contra la deforestación.
Foto: Lucho Mariño
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¿Cómo surgió este proyecto?

Llevo años trabajando en temas de sostenibilidad y he navegado distintas esferas: ONG, gobiernos, espacios empresariales; todo el abanico de lugares que uno se pueda imaginar, pero siempre he cargado con la frustración de que si no hay un cambio de comportamiento estructural entonces cualquier proyecto, incluso el más grande, se cae. Yo hice una maestría de Imaginación Aplicada en la Universidad de Artes de Londres y allí tomé la decisión de dedicarme a los temas de cambio climático desde otro tipo de escenarios y lenguajes. El libro surgió hace dos años, en un momento en el que tomé aire e intenté reconectar para construir una plataforma que aportara a la sensibilización del tema. Yo me autodenomino divulgador científico, y me lancé a escribir algo diferente a los documentos técnicos, este ABC que incluye una apuesta visual de cómics, porque creo que es fundamental que demos un paso hacia atrás y entendamos. Hoy en día nos lanzan las soluciones: hay que moverse en bicicleta, ahorrar agua, etcétera, pero nosotros no somos unas máquinas y el ser humano debe entender por qué está haciendo eso y ahí está la premisa detrás del libro: primero entiendo y luego actuó. Allí planteo que todos tenemos un superpoder y desde ahí cada persona puede contribuir.

Usted lo afirma en el texto: “Este no es un libro científico ‘per se’”, así que no está pensado para un público académico…

De acuerdo. Cuando empecé a escoger cuál era el formato ideal, también pensé en quiénes eran los mejores aliados para hacer esto y llegué a una editorial que se llama Puntoaparte Editores, la cual lleva años sacando libros que traducen lo científico a lo cotidiano. Con ellos pensamos en que la gente ahora consume contenido muy rápido, así que decidimos crear un libro que se pueda abrir en cualquier lugar, que si uno quisiera lo pudiera leer en una sentada o ir abriendo y en la página que caiga. Como yo vivo el éxito del libro —más allá de que esté en lugares como la Librería Lerner, o gratis para descargar en la página Bibo de El Espectador— es en que sea un generador de conversaciones entre los lectores. Si alguien leyó sobre los ríos voladores y le contó a un amigo, por ejemplo, eso es un logro porque uno necesita elaborar el conocimiento y eso se hace a través del diálogo.

Usted plantea la pregunta: ¿cómo pasar de la intención a la acción?, y ahora se la hago a usted: ¿cómo?

El primer paso es comprender lo básico alrededor de qué está pasando. Es muy importante explicar e impregnarse de conocimiento en el formato que sea, para eso está este libro. El segundo, tener una lista con acciones pequeñas y realizarla en un tiempo limitado, por ejemplo, con mi hijo vamos a echarle agua a una piedra que hay en el jardín cada vez que hay días muy soleados para que los pájaros tengan qué beber, eso es algo realizable, pequeño, que ayuda mucho a la ansiedad climática, porque una de las formas de aligerar eso es sintiéndose parte de la solución a través de tareas realizables y concretas, así uno cumple con su parte desde su vereda, su casa, su micromundo y eso es muy valioso.

Pero, ¿cómo se puede combatir el daño tan inmenso del cambio climático desde acciones pequeñas?

Siempre estará ese reto, pensar que lo propio no es suficiente. Son cosas que toman tiempo, pero ayuda hacerlo por uno mismo o, si no, ponerle nombre a la acción: yo pienso en que en el 2050 —uno de los años reportados como punto crítico en cambio climático—, mi hijo no va a tener ni 30 años, así que ya mi acción es por él y tiene más sentido. A veces las intenciones se pierden en lo efímero que es lo colectivo, y por eso una parte del libro apunta a las interconexiones, que implica entrenarse al pensamiento sistémico, pensar que somos parte de un gran entramado. Se trata de una multiplicidad de temas y herramientas a las que debemos irnos exponiendo para sensibilizarnos.

Es decir, que se necesita a la comunidad…

Cada vez que yo ahorro agua en la ducha recuerdo al exalcalde Antanas Mockus, porque él tenía campañas en las que decía que uno debía ahorrar agua porque quizá la podría necesitar un niño en La Guajira, le apuntaba a la empatía. Si uno entiende que son finitos nuestros recursos, logra conectar con una causa, por eso es interesante el tema del comportamiento, porque esta transición que estamos haciendo por una vida más sostenible está mediada por un cambio de este.

¿Cómo recibió la noticia del retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París?

Estamos hablando de uno de los países con más emisiones, entonces el hecho de que no esté en este acuerdo es difícil, porque es allí donde se va marcando la dirección hacia donde deberíamos movernos. Dicho eso, es tan inequívoco lo que está sucediendo alrededor del cambio climático, que cada vez hay menos negacionistas, afortunadamente, y hay mucha gente en las calles manifestando su inconformidad. El movimiento no tiene vuelta atrás y eso es algo espectacular. Además, debo decir que esta es una causa de la gente joven y eso es increíble porque la mentalidad y fuerza adolescente están basadas en la esperanza de que sí se puede cambiar, entonces qué afortunados somos de que esas decisiones que toman individuos como Trump tengan aún la reacción de miles de personas.

¿Cuál es la importancia de fechas como el Día Mundial de la Educación Ambiental, que se celebra el 26 de enero?

Es esencial seguir avanzando en la educación, y no solo en referencia a los colegios, sino a los empresarios, los ciudadanos del común, etcétera, porque es importante entender hacia dónde debemos movernos como especie. Hay bondades de la ciencia que uno ni se imagina, y las personas no pueden decir “en estos casos sí les creo y en estos no”, porque hay que valorar la genialidad de los científicos que nos están orientando y seguir sus recomendaciones, porque son esas las que nos van a ayudar en el camino para evolucionar a vivir mucho más sostenible. Hay una palabra muy bonita que es “conciencia” y tiene que ver con cómo la ciencia nos ayuda a objetivar los temas. Hoy en día hay que agarrarse a ella en los momentos de incertidumbre, pero también se debe trabajar para que la gente comprenda más fácil estos temas. Lo que está pasando en Bogotá con el agua, por ejemplo, tiene explicaciones científicas, pero esa parte a veces se la saltan y ahí es donde creo que este libro hace un aporte interesante. También por eso mi siguiente proyecto es para niños, porque mi hijo tiene tres años y está en esa etapa donde me hace preguntas como “¿por qué se esconde el sol?” y yo quiero tener las herramientas para explicarle.

Si desea descargar el libro de manera gratuita, este estará disponible a través del siguiente enlace hasta junio de 2025.

Santiago Gómez Cubillos

Por Santiago Gómez Cubillos

Periodista apasionado por los libros y la música. En El Magazín Cultural se especializa en el manejo de temas sobre literatura.@SantiagoGomez98sgomez@elespectador.com
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