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Rosario Córdoba: “Nada se debería posponer” (Historias de vida)

Nueva entrega de la serie Historias de vida, serie creada por Isabel López Giraldo para El Espectador. La economista Rosario Córdoba habla de sus orígenes, trayectoria profesional y reflexiones personales.

Isabel López Giraldo
08 de septiembre de 2021 - 02:44 p. m.
Rosario Córdoba fue presidente del Consejo Privado de Competitividad.
Rosario Córdoba fue presidente del Consejo Privado de Competitividad.
Foto: Archivo particular

Soy una mujer luchadora, con identidad propia, comprometida, perseverante, responsable, consciente de lo que me rodea. Muy temprano decidí que debía construir mi propia vida y presentarme cuentas a futuro.

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Me gusta ayudar en las transformaciones, considero importante trabajar por el país de una manera en la que se pueda involucrar a los demás. Me defino como una persona cuidadora de los otros, muy familiar.

Orígenes- rama paterna

Mi abuelo, Julio Córdoba Mercado, fue un médico que estudió en Bogotá, siendo de Cali. Durante la depresión viajó al Chocó y allí ejerció su profesión, que para esa época era escasa en el país. Murió muy joven, de cincuenta y cinco años, entonces no lo alcancé a conocer.

Mi abuela, Matilde Mariño Herrera, fue una bogotana que, una vez casada, vivió en Cali. Su estilo no pasó desapercibido pues era muy rola. Su influencia en la familia fue muy fuerte dada la ausencia de su marido precisamente cuando atendía la situación médica en el Chocó. Fue muy dominante, exigente también con sus costumbres: le gustaba todo muy buen puesto, la mesa bien servida, fue muy cachaca. Murió de noventa y tres años, así que fue viuda la mayor parte de su vida.

Luis Córdoba Mariño, su papá

Mis abuelos tuvieron cinco hijos de los cuales mi papá, Luis Córdoba Mariño, fue el mayor. Un hombre jovial, sonriente, absolutamente transparente, honesto e impecable, ceñido a la verdad, poco tolerante de cosas que en la actualidad pasamos muy suavemente.

Fue de bajo perfil, sencillo, aunque heredó el buen gusto de su mamá pues disfrutó de las cosas bien puestas, el tener una casa bien dispuesta. También fue buen amigo de sus amigos, excelente esposo y padre.

Le encantó la poesía y la recitaba muy bien. Con la literatura y la historia nos influyó de manera importante a nosotros, sus hijos.

A sus cinco años su mamá lo envió interno al Gimnasio Moderno, estudió Derecho en la Universidad Nacional, vivió en Cali y regresó a Bogotá para trabajar en el gobierno de Mariano Ospina Pérez porque fue muy fiel a sus creencias conservadoras. Se enfermó gravemente y murió en el 2005.

Rama materna

Mi abuelo, Mario Garcés Patiño, nació en Cali, fue terrateniente y médico, colega de mi abuelo paterno pues estudiaron juntos la carrera, ejerció en Buga y en Cali, y, como mi otro abuelo, también murió muy joven, a sus tempranos cincuenta.

Fue muy generoso, buen papá, preocupado por la educación de sus hijos al grado de enviar a sus hijas a estudiar a Canadá, porque fue muy visionario. Como sabía que se iba a morir, le enseñó a mi abuela a manejar las finanzas y la acompañó en ese proceso.

Mi abuela, Helena Martínez de Garcés, nació en Buga en una familia muy numerosa, de dieciséis hijos por los dos matrimonios de su padre. Fue muy buena persona, con un mundo muy grande desde la perspectiva familiar. Murió mucho antes que mi abuela paterna, a sus setenta y seis años, pero aún así conservo bellos recuerdos.

Blanca Garcés Martínez, su mamá

Mi mamá nació en Buga. Fue un mujer muy inteligente, práctica, pendiente de su familia, de atenderla, de que no le faltara nada. Supo vivir muy bien su vida.

Sus padres

Mi mamá contaba que ella veía a mi papá pasar por enfrente de su casa y desde la primera vez dijo que con ese hombre se casaría: le gustaron sus hermosos ojos verdes, entonces pensaba: “Con ese ojiverde me caso”. Ella era muy romántica.

Mis padres, después de tener a mis dos hermanos mayores, decidieron instalarse en Bogotá donde nacimos tres de los hijos, fuimos seis y existió una diferencia de edad grande entre nosotros.

Blanca Helena se dedicó a su familia, tuvo dos hijas y murió hace pocos años. Luis Fernando nunca se casó y murió a los cuarenta y seis años. Matilde tiene una empresa que representa varios canales de televisión, con su socia montó y operó el teatro Cinema Paraíso. Luego nací yo. María Ángela murió hace dos años, una mujer buena, muy bella persona, economista con una vida profesional muy exitosa. Juan Pablo es presidente de la Bolsa de Valores de Colombia. Ninguno fue abogado como mi papá.

Para mis padres fue siempre muy importante compartir en familia durante las comidas, en ellas fomentaron el arte de la conversación, el buen comportamiento y todo lo que adorna ese momento tan íntimo.

Mi papá tuvo siempre muy clara su ideología política: hablaba de su admiración por Simón Bolívar, como abogado constitucionalista nos permitía conocer de su especialidad, declamaba y nos apoyaba en el estudio con sus conocimientos en historia. Como era chiquita no todo lo entendía y hoy lamento no haberlo aprovechado más.

Por su parte, mi mamá se lucía con su habilidad musical, cantaba de forma celestial, era soprano.

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Infancia

Nací en Bogotá y muy pequeña me antojé de ir al colegio como lo hacían mis hermanos mayores, entonces mi mamá me matriculó en el de Miss Bell, que luego fue el Británico y muchos de sus estudiantes después pasaron al Anglo.

Después de tres años de estudiar allí nos fuimos a vivir en familia a Argentina dado el nombramiento de mi papá como embajador. Empezó para nosotros una vida diferente. Asistí a un colegio británico en Buenos Aires para vivir una experiencia nueva, la gente era más de mundo y menos provincial como la de la Bogotá que conocíamos en esa época.

Después de un tiempo nos fuimos a Copenhague, Dinamarca, donde vivimos cinco años, desde mis ocho hasta cumplir trece. Estando allí nació Juan Pablo, mi hermano menor. Cuando a los mayores los enviaron a un internado, me tocó a mí el rol de hermana mayor con fuerte injerencia sobre los menores, pues mis papás atendían muchos compromisos sociales. Este hecho me hizo muy responsable desde chiquita, pues, además, estábamos lejos del resto de la familia.

Crecimos con mucha libertad, desprovistos de miedos, montando bicicleta sin restricciones. Iba a la playa con mis amigas y de vacaciones con sus familias por distintos países como Holanda, Bélgica y otros. Recuerdo de manera especial el haber visto en Brujas a las mujeres que hacían encajes en linos de colores preciosos. Son inolvidables los viajes en Ferri, obligados para salir de Dinamarca. Era fascinante el hecho de que frente a Copenhague queda Malmö, Suecia, solo se llegaba en hidroflo, y allí pasábamos el día. Pero también íbamos al parque de diversiones Tívoli Gardens.

Estudié en colegio cosmopolita, de monjas belgas que enseñaban en francés, con los compañeros y amigos hablábamos inglés y en la ciudad nos defendíamos en danés, que es muy complejo y que ya olvidé. Era una comunidad muy internacional, con amigos de la India, Australia, Inglaterra, etc., lo que da una visión amplia del mundo.

Al regreso al país, después de despedirme de mis amigos y sin alcanzar a imaginar lo que me encontraría en Bogotá, continué mis estudios en el Gimnasio Femenino donde hice magníficas amigas que aún conservo. La mayor dificultad estuvo en que por muchos años no habíamos estudiado en español y tuvimos que validar materias como historia, geografía, gramática, para lo que contamos con profesores privados que nos pusieron al día.

Como regresamos a la misma casa, tuve ocasión de reencontrarme con mis vecinos y amigos que hacía tanto no veía. Los amigos del barrio, así no estudiáramos en el mismo colegio, tomábamos el bus en el mismo paradero, lugar de reencuentro.

Decisión de carrera

Cuando se está en el colegio no se tiene muy claro qué se quiere, tenía ilusiones y una era estudiar arquitectura pues siempre me había gustado el diseño, el manejo de espacios y de la luz, la perspectiva.

Me fui del país a Austin, Texas, y estudié unos años Home Economics, que incluía diseño, tenía una composición de diferentes cosas. Al regreso estudié, hasta graduarme, Traducción Simultánea en la Universidad del Rosario, esto por la fascinación de los viajes, de un mundo global, internacional, de reuniones de alto nivel, pero este hecho de estar interpretando otros universos me llevó a la decisión de construir el mío propio y hacerlo desde la Economía.

Universidad de los Andes

En la Universidad de los Andes me validaron varias materias lo que hizo más amable el proceso. Tuve en consideración que estudiar en Colombia es importante, y se lo digo a los jóvenes, porque te permite conectar con tu gente y darte a conocer entre quienes serán tus amigos y colegas cuando ejerzas la profesión. Esto es muy valioso para el resto de la vida, porque no es lo mismo comenzar la vida laboral sin estos vínculos.

Guillermo Perry fue mi profesor de Política Fiscal con quien después trabajé en Fedesarrollo. También lo fueron Sergio Clavijo y Eduardo Lora. Catalina Crane, Mauricio Cárdenas, Mauricio Reina, Juan Carlos Echeverry, fueron mis compañeros. Todos claves en mi ejercicio como economista.

Luego hice la maestría en Política Económica. La Economía en los Andes se enfoca en la investigación, en lo macro, proyecta a sus estudiantes para trabajar en Planeación Nacional, en el Ministerio de Hacienda, en el Banco de la República o en Fedesarrollo, como fue mi caso.

Fedesarrollo

Una vez graduada pensé que ya había aprendido todo, pero en la marcha me di cuenta de que el verdadero aprendizaje se da cuando se comienza a trabajar. Y Fedesarrollo es una escuela maravillosa que te forma, te ubica, te enfoca. Aprendí muchísimo y conocí a muchos otros economistas muy valiosos.

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Comencé como asistente de investigación en la revista Coyuntura Económica, me concentré inicialmente en el tema agrícola, en el de seguridad alimentaria con Tomás Uribe Mosquera, pero también en otros frentes.

Trabajé con directores como Guillermo Perry, José Antonio Ocampo, Eduardo Lora. En una segunda etapa al frente estaba Mauricio Cárdenas.

Asesores cafeteros

Me invitaron a ser parte del grupo de los Asesores Cafeteros cuando el ministro de Hacienda era Luis Fernando Alarcón. Los asesores principales fueron José Antonio Ocampo y Armando Montenegro. Hice parte del equipo de asistentes con Mónica Aparicio.

Ministerio de hacienda

Con el cambio de Gobierno y habiendo conocido a Rudolf Hommes, este me invita a hacer parte de su equipo en el Ministerio de Hacienda con César Gaviria como presidente de la República.

Aquí los tiempos fueron otros: había mucho ruido, otro ritmo, no había fines de semana ni horarios y, además, las oficinas eran heladas. No importaba la hora a la que llegara el ministro: como necesitaba enterarse de lo que había pasado durante el día, se asistía a la reunión para presentarle las tareas.

Allí aprendí a conocer el país de otra manera, a los congresistas y su relación con el Ministerio. Fue una muy buena escuela en la que no duré mucho tiempo.

Asocaña

Regresé al sector privado con mi vinculación a Asocaña que me llevó a viajar con frecuencia a Cali. Su presidente era Ricardo Villaveces, economista que trabajó en los inicios de Fedesarrollo.

Me pareció interesante ir conociendo los diferentes sectores de la economía. Había estado en Fedesarrollo, que es muy de análisis, luego aprendí mucho de café, en el Ministerio entendí cómo se cocina la política y en Asocaña pude acercarme de nuevo al sector real donde se hace evidente el impacto de la política pública.

Haber estado en este gremio cuando se dio la apertura económica que impulsó el presidente César Gaviria y que generó un cambio absolutamente drástico en los mercados, fue muy interesante. Tuvimos que aprender a leer este nuevo entorno. Además, teníamos una nueva Constitución a partir de la cual se promulgaron nuevas leyes.

Fedesarrollo

Años más tarde regresé a Fedesarrollo y me encontré con Eduardo Lora, quien era el director y, cuando se fue al Banco Interamericano de Desarrollo – BID, quedó Mauricio Cárdenas al frente de la institución. En esta ocasión dirigí la revista Coyuntura Económica por tres años.

Revistas Dinero

En 1997, Juan Luis Londoño me invitó a trabajar con él en la Revista Dinero, que pertenecía a Semana en la época de Felipe López, Alejandro Santos, Daniel Samper Ospina. Me pareció muy atractiva esta oportunidad pues me permitía acercar la economía al lenguaje de la gente.

Esta revista tiene un público más amplio al que debíamos garantizar que la información le fuera realmente útil y lo lográbamos presentando las tendencias de un mundo globalizado y los conceptos básicos, que sirven para el día a día y que permiten tomar mejores decisiones, informadas, con conciencia.

Se empezó a hablar de la importancia de la innovación, de la creatividad, de la interrelación entre diferentes áreas, lo que es esencial en una revista de economía y negocios.

Creamos Ventures, hoy Corporación Ventures, concurso de planes de negocio para fomentar el emprendimiento. Fue muy creativo e inspirador este proceso.

Cuando en el 2001 se retiró Juan Luis Londoño para vincularse a la campaña a la presidencia de Noemí Sanín, pasé a ocupar la dirección. Un año más tarde, Álvaro Uribe, que ganó las elecciones, nombró a Juan Luis, ministro de Protección Social.

Inicia una etapa, para mí, de mucha creatividad, pues me obligó a reinventarme cada quince días, no me podía repetir, debía ofrecer temas que resultaran atractivos. Desarrollé la capacidad de estar al día con lo que estaba pasando en el país y en el mundo, también la capacidad de interconectar cosas.

Una de las mejores oportunidades profesionales la tuve en Dinero pues me invitaban al Foro Económico Mundial que tiene lugar en Davos, Suiza, cada año. Quizás esta es una de las experiencias más fascinantes que se pueden tener: escuchar de forma presencial a los CEOS de las grandes compañías del mundo da muchos insumos e ideas, y uno se informa de primera mano de nuevas tendencias.

Consejo privado de competitividad

Después de trece años y, cumplida esta etapa, me retiré en el 2010 durante el gobierno del presidente Juan Manuel Santos para aceptar la invitación que me hicieron de dirigir el Consejo Privado de Competitividad.

Este cargo está completamente alineado con mi trayectoria, es consecuencia y resultado de mi experiencia con una fortaleza enorme: el vínculo con empresarios, funcionarios de gobierno, políticos y la academia.

El Consejo es una entidad privada, fundada y creada por empresarios en 2006 con el único fin de concentrarse en las políticas públicas que se requieren para mejorar la competitividad y la productividad del país. Tiene asiento en el Sistema Nacional de Competitividad e Innovación que lidera la Presidencia de la República, lo que le da voz, eso sí, con la responsabilidad de generar ideas, de investigar, aconsejar de manera permanente, buscando siempre el interés general.

Contexto país

Colombia, a finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI, era un país muy amenazado, vivía bajo una inseguridad aguda, con baja inversión, salida de capitales y había perdido la calificación grado de inversión. Fue un período muy difícil que llevó a que se le diera poca importancia a lo relativo a la competitividad.

Sin embargo, esto cambio con la negociación del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, pues para poder comercializar con este país, la competitividad se convertía en algo indispensable. Por iniciativa de un grupo de empresarios y para mantener una agenda de competitividad que trascendiera gobiernos, durante el periodo del presidente Álvaro Uribe se creó el Sistema Nacional de Competitividad e Innovación, del cual el Consejo Privado de Competitividad sería parte años más tarde.

Luego de esa etapa compleja de comienzos del siglo XXI, vinieron varios años de prosperidad, impulsados por el crecimiento de la economía mundial y los altos precios de las materias primas, en particular, del petróleo. El gobierno obtuvo cuantiosos recursos que le permitieron aumentar la inversión social,

Tuvimos una mejora sustancial en los indicadores sociales, muchas personas salieron de la pobreza, la clase media superó por primera vez a la población en situación de pobreza, la tasa de desempleo se ubicó por debajo del 10% y el ingreso per cápita de los colombianos aumentó considerablemente.

Desafortunadamente, este buen momento terminó con la caída de los precios del petróleo en 2014. Los ingresos del fisco se redujeron, también los programas sociales y se dio un rompimiento en la tendencia favorable que traíamos en el frente social.

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Los indicadores se fueron deteriorando y el paro de finales de 2019 tomó al país en una situación social ya no muy favorable, que empeoró además con la pandemia, particularmente para las personas más vulnerables. Por cuenta de las cuarentenas y cierres, muchas personas perdieron su empleo y aún no han podido recuperarlo. Una situación que ha sido especialmente complicada para los jóvenes y las mujeres. También, por cuenta de los cierres, los niños tuvieron que pasarse al aprendizaje virtual, lo que en el caso de quienes no cuentan con acceso a internet ha representado una desventaja enorme.

Ahora Colombia tiene el enorme reto de reactivar la económica y el crecimiento y, por esta vía, el empleo y los indicadores sociales. Esto se logra a través de políticas transversales que aumenten la productividad y aquí el Consejo Privado de Competitividad juega un rol esencial.

El Consejo Privado de Competitividad ha insistido reiteradamente en la necesidad de aumentar la productividad de la economía tanto para lograr una mayor resiliencia frente a choques, como el de la actual pandemia, así como para crecer a tasas altas y sostenidas. De hecho, parte del trabajo del Consejo consiste en aportar soluciones de política pública para lograrlo.

Es la razón por la cual el Consejo cada año genera el Informe Nacional de Competitividad. En este se analiza la evolución de los determinantes de la productividad que a su vez constituyen la competitividad del país, se enfatizan los avances en cada frente y se hacen recomendaciones para seguir avanzando en la meta de llevar a Colombia a ocupar los primeros puestos en el ranking de América Latina.

Women in connection

Hago parte de Women in connection, una organización de cien mujeres líderes que, desde diversos roles, buscan trascender el empoderamiento de las mujeres y su rol en el sector empresarial, público y en la sociedad civil. Para lograrlo, WIC trabaja en nueve frentes de impacto a través de comités creados para tal fin: empoderamiento y academia, mujeres steam, emprendimiento, políticas corporativas, política pública, mujer rural, hombres como aliados, mercado de capitales y juntas directivas.

Consejos directivos

Sumo un buen número de años en los consejos directivos de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, de la Fundación Santa Fe de Bogotá, en el de Fedesarrollo y en las juntas directivas de El Tiempo, Grupo Argos y Fidubogotá.

Me encanta entender y poner las cosas en contexto, así funciono: para mí es muy importante llegar al detalle. Se trata de sectores muy distintos, pero debo conocerlos bien para aportar desde mi experiencia. Aporto con mi capacidad de análisis, el de las coyunturas que afectan de manera directa.

Los temas de género son muy importantes y ahora muy protagónicos, y en los que está todo por hacerse.

Si bien la corrupción es galopante, destaco a quienes están haciendo su tarea de manera juiciosa, responsable, profesional y seria, porque gracias a estas personas se ha logrado construir, aunque de no existir la corrupción podríamos estar mejor como sociedad y como país.

Proyectos

La pandemia cambió la dinámica y frenó varios proyectos. Sin embargo, me ayudó a tomar la decisión de retirarme del Consejo Privado de Competitividad a finales de julio y retomar esos proyectos aplazados.

En lo personal diría que me gusta la cocina, preparar platos de las diferentes regiones del mundo, por lo mismo quisiera viajar para aprender. También leer, escribir, caminar y cuidar las flores del jardín.

Reflexiones:

¿Qué es el tiempo en su vida?

El tiempo no se detiene: nada se debería posponer. Es absurdo que, pudiendo hacer, uno se abstenga para después arrepentirse. Se debe vivir, actuar, no aplazar.

¿Cómo maneja la frustración?

Soy absolutamente realista y práctica. Si las cosas no salen como quiero busco recursos para superarlas sin lamentaciones.

Para usted, ¿cuál es el sentido de la existencia?

Es el de oportunidad: aunque ella es breve, se debe aprovechar. Es el de estar presente con todo lo que implica. Se trata de pertenecer, de ser parte, de hacer, construir, trabajar en un proyecto, entregar.

Para usted, ¿es importante trascender?

Una manera de trascender es desde la construcción profesional y desde el ser.

¿Cómo le gustaría ser recordada?

Como una persona sincera, franca, comprometida, responsable, consecuente e íntegra.

¿Cuál debería ser su epitafio?

Consistencia: fue lo que fue y lo hizo lo mejor posible.

Por Isabel López Giraldo

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