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Sofonisba Anguissola, la mujer que impresionó a Miguel Ángel y las cortes del Renacimiento

A propósito de los 400 años de la muerte de la artista del Renacimiento, Sofonisba Anguissola, examinamos su vida y logros.

Andrea Jaramillo Caro

17 de diciembre de 2025 - 06:41 a. m.
Se estima que la pintora italiana Sofonisba Anguissola nació en el año 1532.
Foto: Wikimedia Commons
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Enterrado bajo miles de nombres y obras en la historia del arte, yacía el nombre de Sofonisba Anguissola. Sus pinturas pasaron desapercibidas por décadas tras su muerte y su trabajo llegó a ser atribuido a hombres. La pintora renacentista gozó de fama y reconocimiento en vida, su talento llegó a ser admirado por las cortes europeas y se ganó el respeto del rey Felipe II de España.

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Anguissola se destacó por haber recibido educación artística y por haber sido una de las primeras mujeres artistas en poder vivir de su carrera, aunque no siempre la haya ejercido. Su historia se remonta a Cremona, Italia, en el año 1535. El arte no llegó de manera fortuita a la vida de esta pintora, fue algo a lo que su padre la impulsó.

La familia provenía de una línea de la baja nobleza y el patriarca, Amilcare Anguissola, se aseguró de que las bellas artes fueran incluidas en los currículos de estudio de todos sus hijos. Algunas de las hermanas de Sofonisba Anguissola también se dedicaron a la pintura, antes de contraer matrimonio o entrar a un convento, mientras que su hermano estudió latín y música.

“Al brindarle una educación que superaba todas sus expectativas, Amilcare quizá buscaba aumentar sus posibilidades de un matrimonio ventajoso cuando alcanzara la mayoría de edad; después de todo, él mismo había concertado un matrimonio tan conveniente con Bianca, quien era ligeramente superior en rango social. Como mínimo, deseaba darle a Anguissola cierto grado de independencia, como algunos de sus parientes más adinerados habían hecho con sus hijas”, explicaron desde la organización The Art Story.

"Lucia, Minerva y Europa Anguissola jugando al ajedrez", 1555,
Foto: Wikimedia Commons

Sin embargo, la pintora fue quien más reconocimiento obtuvo entre sus hermanos. A los 14 años comenzó a recibir instrucción del artista Bernardino Campi y, luego, fue recibida como alumna por Bernardino Gatti. Se formó en la creación de retratos y, al ser recibida como aprendiz de estos artistas locales, se cree que Anguissola allanó el camino para que estos espacios abrieran sus puertas a las mujeres.

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El talento que impresionó a Miguel Ángel

Parte de la razón por la que en este momento destaca Anguissola es que recibió educación informal por parte de uno de los artistas más reconocidos y cuyo nombre fue uno de los pesos pesados del Renacimiento: Miguel Ángel. Durante un viaje a Roma, en 1554, la pintora conoció al autor del “David” a través de conexiones con otros artistas y se cree que el pintor y escultor, habiendo visto uno de sus dibujos, le pidió que hiciera otro de un niño llorando.

“En respuesta a este amistoso desafío, Sofonisba demostró su habilidad e ingenio. Dibujó a un niño con lágrimas en los ojos, quejándose del dedo herido mientras metía la mano en un cuenco de cangrejos de río, que sostenía una niña sonriente. La obra, hecha con tiza negra y carboncillo sobre papel marrón, se titula Asdrúbale mordido por un cangrejo de río (1554); es interesante destacar que «Asdrúbale» era hermano del artista”, escribió la autora Jane Fortune para The Florentine.

Dibujo "Asdrúblae mordido por un cangrejo", 1554.
Foto: Wikimedia Commons

Fue así como el maestro renacentista comenzó a darle consejos escritos en sus cuadernos de dibujo y retroalimentación sobre bosquejos que le daba para que ella recreara en su propio estilo en pintura. En 1577, su padre escribió a Miguel Ángel: “el honorable y cortés afecto que había mostrado para con Sofonisba, mi hija, al enseñarle a practicar el honorable arte de la pintura”. Sin embargo, no todo fue color de rosa en el ascenso a la fama de Anguissola, pues la época en la que vivió venía con una serie de restricciones para las mujeres, como la imposibilidad de estudiar la anatomía humana, ya que a las mujeres se les prohibía ver desnudos.

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A pesar de esto, su talento fue reconocido por el historiador Giorgio Vasari, autor del libro “Las Vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos”, quien escribió esto sobre ella: “Ha trabajado en las dificultades del diseño con mayor estudio y mejor gracia que cualquier otra mujer de nuestro tiempo, y no sólo ha tenido éxito en dibujar, colorear y copiar del natural y en hacer excelentes copias de obras de otras manos, sino que también ha ejecutado por sí sola algunas obras de pintura muy escogidas y hermosas”.

A lo largo de su carrera llegó a pintar 12 autorretratos, cuando el género todavía era poco común y, además, se enfocó en pinturas de escenas religiosas. “Los autorretratos de Anguissola, tranquilos e íntimos, muestran su aplomo y sus ojos brillantes. A menudo se representa tocando música o trabajando en el caballete con sus pinturas dispuestas y su pincel listo. Personificó lo que podía ser una mujer de mediados del siglo xvi que hubiera gozado de una buena educación. Su éxito fue tan impresionante que inspiró a familias nobles de toda Europa a inculcar a sus hijas ambiciones profesionales similares”, escribió la historiadora de arte Katy Hessel en su libro “Historia del arte sin hombres”. En un autorretrato de 1556, se le ve frente a un caballete, con pincel en mano, portando un vestido simple, mientras aplica las últimas capas a una pintura de la Madonna y el niño, con su mirada fija en el espectador. Sus pinturas las firmaba como “Sofonisba Anguissola Virgo”, para identificarse como virgen y posicionarse como una mujer casta y virtuosa.

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Su periodo en España y amistad con los reyes

Su obra fue conocida en diferentes cortes gracias a la publicidad que su padre hacía de sus pinturas, presentándolas a varios nobles en el norte de Italia hasta que llegó a los ojos correctos. El destino la llevó a Madrid en 1559, donde sirvió, en teoría, como dama de compañía para la nueva reina de 14 años, Isabel de Valois, tercera esposa del rey Felipe II. “A través del duque de Sessa, gobernador de Milán, se le ofreció a Sofonisba, en nombre del Rey, el puesto de dama y profesora de pintura de la futura reina. La familia aceptó el ofrecimiento del duque de Sessa de trasladarse a Milán, que, por una parte, quería cerciorarse de las cualidades de Sofonisba y, por otra, informar a la familia de las ventajas y obligaciones de este puesto, así como negociar con Amílcar Anguissola las condiciones económicas”, se lee en la página de la Real Academia de Historia de España.

A pesar de sus labores iniciales como dama de compañía, en realidad, Anguissola se convirtió en la retratista de la familia real y maestra de dibujo de la reina. “En estos retratos, demostró su valía como importante artista cortesana y estableció que su talento era comparable al de los artistas cortesanos contemporáneos. Sin embargo, en cierto modo, el rol de artista cortesana en España limitó su carrera artística. Anguissola creó estas obras para ganarse la vida, bajo las normas de un contrato estricto. Sus autorretratos, por otro lado, pueden considerarse ejemplos de su propia autoexpresión y libertad como artista”, escribió Nina Relf para Daily Art Magazine.

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"Isabel de Valois sosteniendo un retrato de Felipe II", 1561-1565.
Foto: Wikimedia Commons

Con el tiempo, las dos forjaron una amistad que duró nueve años, antes de que la joven monarca muriera durante un parto. Anguissola permaneció en Madrid hasta 1573, durante esos años también enseñó dibujo a las princesas y nunca abandonó el oficio de la pintura. Sin embargo, varias de las obras que produjo durante este periodo se perdieron tras un incendio ocurrido en 1571.

El regreso a Italia

El rey de España pagó su dote para casarse con un noble siciliano llamado Fabrizio Moncada, por lo que Anguissola se trasladó allá en 1573 y permaneció allí hasta 1579, antes de regresar a su ciudad natal, Cremona, tras la muerte de su esposo en 1578. Durante el viaje conoció al capitán del barco Orazio Lomellino, hijo ilegítimo de un noble genovés. Aunque tanto Felipe II como su hermano Asdrúbal se opusieron al matimonio de Anguissola con Lomellino, ella siguió adelante y se casó por segunda vez en 1579.

Residió en Génova entre 1581 y 1615 y allí comenzó a relacionarse con artistas locales. Abrió su propio taller y se dice que hasta alcanzó a dar lecciones. “En Génova sus relaciones con los pintores de la ciudad se plasmaron en un nuevo interés por la imagen religiosa. Siendo mucho menos original que en sus retratos, buscaba modelos que seguía fielmente. Le atraían especialmente las escenas de Luca Cambiaso”, escribieron desde la Real Academia de Historia.

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Con la llegada del siglo XVII, la salud de Sofonisba Anguissola comenzó a deteriorarse. Comenzó a perder la vista y poco a poco esto le imposibilitó seguir pintando. La situación de la pareja en Génova también se debilitó y decidieron mudarse a Palermo en 1615, donde la familia Lomellino los recibió y con un cambio profesional para Orazio, las cosas comenzaron a mejorar. A la isla llegó el artista flamenco Anthony Van Dyck para retratar al nuevo virrey de Sicilia, Manuel Filiberto de Saboya. El artista no desaprovechó su estancia y conoció a Anguissola. En una hoja del diario de Van Dyck, que se conserva en el Museo Británico, destacó la vitalidad de la pintora y su interés por el arte. “Contó cómo había sido una pintora milagrosa en vida, y que el mayor tormento que conoció fue no poder pintar más debido a su pérdida de visión. Su mano seguía firme, sin temblar”, escribió Van Dyck. En ese mismo diario hizo un boceto de ella que luego trasladó al lienzo.

Sofonisba Anguissola falleció el 16 de noviembre de 1625, a los 93 años. Fue enterrada con honores y celebrada por sus logros y fama en vida. Su esposo colocó esta inscripción sobre su tumba en 1632: “A Sofonisba, mi esposa, quien pasará a la historia entre las mujeres ilustres del mundo, destacó retratando la imagen de los hombres. Orazio Lomellino, de luto por la pérdida de su gran amor”.

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Sin embargo, los reconocimientos que acumuló en su carrera de más de 70 años no impidieron que su obra permaneciera en la oscuridad durante siglos, siendo atribuida erróneamente a hombres como Alonso Sánchez Coello, pintor de la corte de Felipe II. En 1970, el nombre de Sofonisba Anguissola volvió a hacerse popular cuando, a través del feminismo occidental, se redescubrió su obra. Algunos especulan que este renacimiento de la fama de Anguissola puede relacionarse con la publicación del ensayo “¿Por qué no han existido grandes artistas mujeres?”, de la historiadora de arta Linda Nochlin, en 1971. Pero el mundo tuvo que esperar hasta el 2019 para que se le dedicara una exhibición particular que se dio en el Museo del Prado.

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Por Andrea Jaramillo Caro

Periodista y gestora editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en temas de artes visuales e historia del arte. Se vinculó como practicante en septiembre de 2021 y en enero de 2022 fue contratada como periodista de la sección de Cultura.@Andreajc1406ajaramillo@elespectador.com
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