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Tilly Norwood: el caso de la polémica detrás de una “actriz” de IA y sus consideraciones éticas

Hace unas semanas se conoció que se había creado a la primera “actriz” de inteligencia artificial, llamada Tilly Norwood. El proyecto generó polémica entre actores y audiencias, desatando miles de reacciones negativas. Más allá del caso, exploramos las consideraciones éticas de que una figura como esta sea una realidad.

Andrea Jaramillo Caro

10 de octubre de 2025 - 07:46 a. m.
Norwood, que se presenta en redes sociales como una joven aspirante a actriz, protagoniza un sketch cómico generado íntegramente por inteligencia artificial.
Foto: Instagram: @tillynorwood
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Piel blanca, ojos grandes y cafés, pelo largo, castaño y ondulado, un cuerpo de contextura delgada y una sonrisa blanca y cálida. Podría ser la descripción de una modelo o mujer cualquiera, pero no, esta descripción corresponde a un personaje creado enteramente con inteligencia artificial, llamado Tilly Norwood. Sin embargo, detrás de ella hay personas reales que decidieron diseñar a la primera actriz creada con inteligencia artificial.

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Con casi 70 mil seguidores en Instagram, la cuenta de Tilly Norwood presenta imágenes de una supuesta vida cotidiana, combinadas con videos en los que se le ve “actuando” en diferentes situaciones, desde un drama histórico, hasta en un mundo de fantasía. Cuando se conoció la noticia, hace unas semanas, Norwood fue descrita por el periodista Stuart Heritage de The Guardian como “una extraña fusión entre Gal Gadot, Ana de Armas y Vanessa Hudgens de la era de High School Musical”.

La “actriz” fue creada por la compañía de talento Xicoia, una rama del estudio de producción de inteligencia artificial Particle6, y fue presentada al mundo durante el Festival de Cine de Zurich. De acuerdo con su creadora, Eline Van der Velden, Norwood ya ha atraído la atención de diferentes agencias de talento. “Nos invitaron a la mayoría de las salas de juntas, probablemente en febrero, y todos decían: ‘No, esto no es nada. Esto no va a pasar’. Luego, para mayo, todos decían: ‘Tenemos que hacer algo con ustedes’”, dijo Van der Velden, quien, además, reveló que esperan que su creación se convierta en la próxima Scarlett Johansson o Natalie Portman.

En julio, Norwood anunció en su página de Facebook que había aparecido en su primer proyecto audiovisual: “¡No puedo creerlo… mi primer papel ya es real! Protagonizo ‘AI Commissioner’, un nuevo sketch cómico que explora con humor el futuro del desarrollo televisivo, producido por el brillante equipo de Particle6 Productions. Puede que esté generada por la IA, pero ahora mismo siento emociones muy reales. ¡Estoy muy emocionada por lo que viene!”.

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AI Commissioner | Comedy Sketch | Particle6

Las críticas no se hicieron esperar y múltiples actores y celebridades de Hollywood expresaron sus reacciones negativas. Norwood “no es una actriz, es un personaje generado por un programa informático que se entrenó con el trabajo de innumerables artistas profesionales. No tiene ninguna experiencia vital de la que inspirarse, ninguna emoción y, por lo que hemos visto, al público no le interesa ver contenido generado por computadora que no esté vinculado con la experiencia humana “, declaró el Sindicato de Actores de Cine-Federación Estadounidense de Artistas de Televisión y Radio (SAG-AFTRA) en un comunicado.

Este pronunciamiento va de la mano con uno de los puntos más debatidos durante la protesta de actores y escritores en 2023: el uso de inteligencia artificial en esa industria. La conclusión, en ese momento, fue regular las réplicas diitales de las caras y las voces de los actores, pero no hay regulaciones sobre la creación de “falsificaciones sintéticas”, de acuerdo con la profesora Amy Hume en su texto para The Conversation.

“Cualquier agencia de talentos que participe en esto debería ser boicoteada por todos los gremios”, aseguró la actriz Natasha Lyonne. Por su parte, Emily Blunt reaccionó a la noticia en un pódcast con Variety: “¿Eso es una IA? ¡Dios mío, estamos perdidos! Eso da mucho miedo. Vamos, agencias, no hagan eso. Por favor, paren. Por favor, dejen de arrebatarnos nuestra conexión humana”.

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“Aunque yo nunca fui atractiva como una IA, tuve unos buenos años de atractivo humano durante los cuales los obreros de la construcción en Canal y los magnates de Sugarfish tartamudeaban ante mi silueta. Sentía poder. Pero luego me trataban como si fuera una propiedad, y eso se sentía como si me hubieran puesto esposas. Quizás por eso te crearon. Propiedad sin granos ni opiniones. Me pregunto si una pestaña o el brillo de dientes míos de una captura de pantalla de hace 20 años es una mota de tu mosaico de miles de millones de actrices jóvenes atractivas que es tu cara falsa”, escribió la actriz y escritora Betty Gilpin en una carta abierta.

Las cuestiones éticas de una “actriz” de IA

De la existencia de un proyecto como este han surgido múltiples interrogantes como lo que esto significa para el futuro de la actuación, la cantidad de trabajos que serían eliminados al usar estas tecnologías en películas, la relación de las audiencias con estos productos y los límites a los que se puede llevar a personajes de IA, que un actor humano no cruzaría, entre otros.

Cuando la especialista en ética de la inteligencia artificial, Catharina Doria, escuchó la noticia, su reacción fue: “decepcionada, pero no sorprendida”. Para ella, no hay muchos usos éticos de las IA generativas, “al hablar de esta tecnología, hablamos de contenido que muchas veces proviene de datos recopilados sin consentimiento. No estoy segura de cuál sería un buen caso de uso de la IA generativa en la industria cinematográfica, si esos datos se extraen de materiales con derechos de autor y no se solicitan”.

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La forma en la que se entrenó la tecnología que dio vida a Norwood fue a través de la absorción de miles de millones de muestras de actuación recopiladas en internet, en su mayoría, como señalan Doria y Hume, utilizadas sin consentimiento. “El entrenamiento de Norwood puede absorber cientos de actuaciones de una manera que ningún actor podría. ¿Cómo se compara esto con la interpretación de un actor, un oficio que ha desarrollado a lo largo de su formación y carrera? Van der Velden argumenta que Norwood es “una nueva herramienta” para los creadores. Aquí, Norwood, como herramienta, realiza el acto creativo. La IA es la herramienta y el artista”, escribió Hume.

Más allá de los derechos de autor y el consentimiento al uso de la información en estos casos, una cuestión importante es el hecho de que estas figuras de IA no tienen, a diferencia de los humanos, la capacidad de decir “no”. Tal y como se oye decir a otro personaje en el primer proyecto en el que apareció Norwood: “hará lo que yo quiera”. Esto implica que los productores o creadores pueden mostrar cualquier tipo de acto a través de ella y, al ser tecnología, sin pensamientos propios, sin emociones y sin criterio, es imposible que se niegue. Esto, para Hume, tiene consecuencias severas en la manera en la que el cuerpo femenino pueda ser representado en el futuro, tanto en el cine tradicional, como en la pornografía.

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“Se empiezan a difuminar los límites de lo que se puede o no se puede hacer bien. Hay otros ejemplos de los que se habla, gracias a Alexa y a la forma en que nos comunicamos con la tecnología. Por ejemplo, con Alexa, cuando le hablas, no le dices «gracias» ni «por favor», así que ya se dice que esto afectará la forma en que hablamos entre personas. Cuando pensamos en una agencia y contratar a un actor de IA, no tenemos que ser educados. No tenemos que tomar las decisiones correctamente. Literalmente, puedes usar eso como un producto que no tiene sentimientos. Creo que el problema es que no hay que pensar en las pausas para beber agua, ni en el consentimiento. No hay que pensar en nada de eso cuando hablamos de un agente de IA”, aseguró Doria.

En su texto, Hume afirmó que, mientras que como seres humanos valoramos la creatividad, el trabajo de Norwood está lejos de ser arte, pues no parte de una acción creativa, sino de una amalgama de miles de millones de datos, algo como un collage, como lo describió Doria. De cierta forma, una “actriz” de IA puede ser vista como una prueba para las audiencias, para entender si estarían dispuestas a ver y consumir un producto creado con esta tecnología. Para la especialista en ética, las voces de protesta en contra de Norwood son evidencia de que esta prueba falló, pues cree que con el advenimiento de la IA en múltiples aspectos de nuestra vida, la sociedad está comenzando a gravitar más hacia “la importancia de mantenerse humano”.

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“Hubo tantas conversaciones sobre qué hace que actuar sea algo humano, algo tan importante que solo los humanos pueden representarlo, porque una IA nunca sentirá un desamor, nunca verá morir a sus padres, una nunca pasará hambre y nunca sabrá lo que es morir de hambre, pero los humanos sí. Los humanos conocen el dolor, la ira, las emociones y el enamoramiento. Y estas son cosas humanas que necesitan sentirse y experimentarse para poder actuar”, afirmó.

Los antecesores de Tilly Norwood

Aunque esta es la primera vez que se utiliza inteligencia artificial para crear a un “actor”, no es la primera vez que un intérprete es creado por medios tecnológicos. Esta misma situación ya había sucedido en el 2001, cuando se creó a los primeros “actores fotorrealistas” de CGI (imagenes generadas por computadora).

Ese año, la película basada en un videojuego llamada “Final fantasy: the spirits within” estrenó en salas con la promesa de que se verían a los primeros actores sintéticos de la historia. Así nació Aki Ross, una mujer digital reada enteramente por computadora, a quien pretendían posicionar como la próxima gran estrella de cine y se preveía que apareciera en múltiples filmes posteriores. “Desafortunadamente, los actores están un poco atados a su propio estilo, a su manera de hacer las cosas”, dijo Roy Sato, animador sénior de “Final Fantasy”. “Mientras que con Aki, bueno... puedo obligarla a hacer lo que quiera”.

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Sin embargo, la supuesta carrera de Ross nunca despegó y la película de “Final fantasy” se convirtió en uno de los fracasos en taquilla más grandes de la historia. El estudio Square Enix fue el que produjo la película e invirtieron 240 millones de dólares para dar vida a Aki Ross. A pesar de que Sato y su equipo se esforzaron por hacer que Ross pareciera un humano real, la perfección brillante de esta figura era un indicador de que no existía en el plano físico.

“Aki Ross también tenía una doble famosa. Se parecía mucho a Bridget Fonda, pero en aquel entonces no existía una IA generativa que pudiera combinar automáticamente rostros y cuerpos a partir de fotografías y vídeos existentes. Los actores artificiales de Final Fantasy fueron creados por inteligencia, pero inteligencia humana: artistas que crearon con esmero el trabajo de detalle que ahora está automatizado por la IA”, escribió Anthony Breznican para Esquire.

Aunque la existencia de “actores sintéticos”, o “synthespians” en inglés, fue catalogada en 2001 como un avance para la animación, no fue suficiente para salvar al estudio que creó a Aki Ross. Y, según especuló Breznican, algo parecido sucederá con Tilly Norwood. “Tilly Norwood es la siguiente versión de Aki Ross y es probable que cause estragos. Pero eso no significa que esta evolución en particular esté mejor preparada para sobrevivir”, escribió.

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Por Andrea Jaramillo Caro

Periodista y gestora editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en temas de artes visuales e historia del arte. Se vinculó como practicante en septiembre de 2021 y en enero de 2022 fue contratada como periodista de la sección de Cultura.@Andreajc1406ajaramillo@elespectador.com
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