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“Queríamos que la película mirara a los ojos”: Nicolás van Hemelryck

Una conversación con el director de “Alis”, el documental colombiano que lleva 21 premios en festivales de cine del mundo. La cinta se llevó dos en el Festival de Berlín y otros dos en el Festival Miradas de Medellín.

Alberto González Martínez
12 de diciembre de 2022 - 02:00 a. m.
Nicolás van Hemelryck y Clare Weiskopf, su esposa, ganaron el Oso de Cristal en el Festival Internacional de Cine de Berlín por "Alis". / Géraldine Aresteanu
Nicolás van Hemelryck y Clare Weiskopf, su esposa, ganaron el Oso de Cristal en el Festival Internacional de Cine de Berlín por "Alis". / Géraldine Aresteanu
Foto: Geraldine Aresteanu

Cuando Alis llegó al Festival Miradas llevaba 18 premios, entre ellos los dos de Berlín. Me hablaron bien del documental, pero no le tenía tanta fe. De entrada, la película anunció que se desarrollaba en un hogar donde habitan niñas en situación de calle en Bogotá y pensé que se trataría de la típica historia lagrimera.

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Alis, el personaje principal, es inventado. Que un documental se atreviera a pasar sus propios límites resulta llamativo. Ahí lo tomé en serio. Pensé que el festival se quedaría con la película local que también ganó premios en festivales europeos. La sorpresa fue doble con los dos premios que Alis se llevó en Miradas.

La semana pasada completó 21 con el Festival Internacional de Derechos Humanos en Suiza. Otra sorpresa surgió cuando hablé con Nicolás van Hemelryck y me contó que era arquitecto y, su esposa y codirectora, Clare Weiskopf, era periodista y ninguno había estudiado cine.

También me cuenta sobre su apellido. Tiene apariencia extranjera, pero el acento bogotano lo delata. Es un apellido belga. Clare tiene raíces británicas. Podrían vivir en cualquier lugar del mundo, pero eligieron Santa Marta.

Con esta película figuraron en festivales grandes y pequeños. Ganaron en Miradas, que está comenzando. ¿Cuál es la impresión que le dejó este festival frente a los otros?

A nosotros Miradas nos encantó. Para uno como cineasta, lo que hace la diferencia de ir a un festival son dos cosas: primero, el encuentro con el público, y tanto la función del Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM) como el encuentro en los barrios lo permitieron. Lo otro es conocerse con colegas. En Miradas tuvimos esas dos cosas.

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Hablaba de las proyecciones en los barrios, ¿cómo fue esa experiencia?

Fue en el parque de Castilla y fue muy linda porque los habitantes del barrio eran desde niños hasta abuelos. Una proyección en un parque es difícil porque hay mucho movimiento, es muy abierto, gente pasando por todo lado, que tiende a que el público se desconcentre, pero la imagen y el sonido fueron impecables. Aunque no estaba repleto, sí había gente conectada con la película de principio a fin. Al final fue muy bonito porque había con nosotros dos de las protagonistas y se generó una charla muy profunda. Fue una conversación entre señoras del barrio que se identificaban porque ellas crecieron en las mismas situaciones que expresan en la película.

Es que la película también se pudo haber hecho en Medellín.

La conclusión después de mostrarla en muchos países es que Alis existe no solo en Bogotá o en Colombia, sino en todo el mundo. Hay gente que le ha tocado crecer en condiciones muy extremas.

Ahora que menciona a Alis, ¿cómo se les ocurrió la idea de crear a ese personaje principal para un documental?

Eso vino de las mismas jóvenes. Nosotros desde 2016 comenzamos a dar talleres de cine documental en esa institución. Ahí la población es muy inestable. En esos talleres proponíamos escribir una historia y aunque estaban llenas de fantasía que comenzaban en otros países y mundos, rápidamente reflejan sus experiencias. Nos dimos cuenta con ellas del poder de la imaginación, tanto para llegar a verdades como para realmente conocer a las personas. ¿Cuántas son? En alguna parte se ve que eran ocho, en otras 10…

Es muy chistoso que ponen algo distinto. Hablando a cámara hay 20 chicas. Nunca habríamos pensado en tener tantas, la idea era trabajar con 10 o 12 y que en la película hubiese cuatro u ocho. Pero cuando propusimos la película había 26 chicas y 25 quisieron participar. Narrativamente, no daba para meter a todas, pero entraron 20.

Esos cambios hacen pensar que la película tuvo transformaciones desde la planeación hasta el resultado final, ¿qué tantos cambios hubo desde la maqueta hasta el montaje?

Es un documental muy particular porque generalmente se graba durante mucho tiempo un tema o personaje y luego en el montaje se busca la película. Aquí fue al contrario: fue un desarrollo de muchos años y un rodaje de solo dos semanas y ya teníamos totalmente claro cómo iba a estructurarse la película, teníamos claro lo que queríamos contar. Era verlas a ellas de una manera como nunca las hemos visto.

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Siempre a las niñas en esas condiciones las vemos desde la lástima, nosotros queríamos verlas desde la admiración. En el montaje, que es un trabajo de filigrana, terminaron entrando 20 chicas. Ya en el material uno encuentra lo que funciona y todas las piezas para la película. Queríamos que estuvieran todas, pero estaba claro que el objetivo no era ese sino generar una película potente.

“Alis” termina siendo un mecanismo para que las chicas hablen de ellas mismas sin tapujos, ¿así lo pensaron desde el principio?

Y no solo que hablan sin tapujos, sino que las protege porque ellas cuentan cosas muy fuertes que podrían comprometerlas en el futuro. No queríamos que la película las comprometería. Es una película que, a pesar de que es un documental, nunca sabemos qué es real o no, y no nos importa y al espectador tampoco.

¿Por qué documental y no ficción?

En general hemos hecho documentales. Tenemos la intención de hacer ficción, pero, personalmente, y aquí no hablo por Clare, sino por mí, del documental me gustan varias cosas: me gusta que uno pasa más tiempo conectado con la realidad que imaginándola. Me gusta que no hay que poner en escena nada, era un equipo de cinco personas, que es el equipo más grande con el que hemos trabajado. Iluminación natural.

¿Cómo es trabajar con su esposa? ¿Qué tantos conflictos tienen?

Obviamente, no es fácil, pero también es algo que nos facilita la vida. La manera en como hacemos películas es nuestro estilo de vida. Nos complementamos muy bien. Somos completamente distintos en nuestra forma de ser, entonces eso ayuda mucho al trabajo de equipo. En general, no tenemos muchos rollos para tomar decisiones creativas.

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Por ejemplo, me llaman la atención los planos fijos de la película. ¿Quién tomó esa decisión y qué se pretende transmitir con esos planos?

Yo antes de hacer cine hacía fotografía. Pero la decisión de un plano fijo frontal viene más de interés de hacer la película. Esta población en general ha sido invisibilizada, es algo que no queremos ver, queríamos que la película mirara a los ojos y que la persona que ve tiene que mirarlas a los ojos y escucharlas, dialogar con ellas y conocerlas. Queríamos que fuera incómoda en ese sentido, no es una película fácil aunque tiene mucha luz, es inspiradora y brinda esperanza. Pero también es dura y esa es la decisión de un solo lente y un solo plano.

¿Cómo ha sido para ustedes hacer cine en Colombia?

Es muy difícil que sea sostenible. Sin embargo, si uno mira la región, somos afortunados. En Colombia tenemos muchas ayudas y beneficios que no hay en los países vecinos. Hay mucho apoyo, pero también es muy escaso. Hay muchos que se quedan por fuera. En el caso de Alis, lo más difícil fue que lograra apoyo local.

¿Cómo ven ustedes el cine de Medellín?

Me queda difícil hablar de cine paisa o colombiano porque creo que ahí hay muchas cosas muy diferentes pasando. Sería como hablar de música colombiana, hay de todo y para todos los gustos. Cosas supercomerciales y alternativas. Pero sí puedo decir que hay cosas interesantes pasando, que hay nuevas voces, haciendo cosas distintas. Algo que está pasando ahorita es que en las películas se les está dando la mirada a los jóvenes y eso está conectado con lo que está pasando en estos últimos años, cuando los jóvenes están buscando su espacio.

¿De las otras películas de Miradas a cuál le darías el premio?

Pues a Alis.

Sacando a “Alis”.

Muy difícil porque tendría que verlas todas. No me comprometo.

Por Alberto González Martínez

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