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Almes Granados: no solo “Un verdadero juglar”, un Rey de Reyes

Fue el último de la dinastía Granados en ganar el título de Rey Profesional en el Festival de la Leyenda Vallenata. Se presentó cinco veces y consiguió la corona en 2011. Este año logró el máximo galardón.

Alberto González Martínez *
08 de mayo de 2022 - 02:00 a. m.
Almes Granados durante su participación en la edición 55 del Festival de la Leyenda Vallenata.  / Cortesía: Festival de la Leyenda Vallenata
Almes Granados durante su participación en la edición 55 del Festival de la Leyenda Vallenata. / Cortesía: Festival de la Leyenda Vallenata

Almes Granados no se iba a presentar a esta edición especial. Fue el último en inscribirse. No se preparó mucho tiempo. Su hermano Memo, que toca la caja, era uno de sus compañeros y tenía compromisos con la agrupación de Silvestre Dangond. El tiempo para prepararse fue poco. Ensayaron cuatro veces. La experticia fue la mayor preparación.

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En la edición de 2011 se enteró de la victoria antes de que lo anunciaran. Una periodista que tenía la primicia se lo dijo. Esta vez estaba sentado en el lobby junto con los otros finalistas en una entrevista con el mismo medio. Estaba un poco ansioso. Lo sorprendió la voz de locutor de bazar que provenía del presentador en tarima.

—Ya tenemos los resultados del Rey de Reyes profesional —anunció Jaime Pérez Parodi—: el tercer puesto es para Ciro Meza. El segundo lugar es para Julián Mojica.

Lo decía sin tanto preámbulo y sin tanto alargue como acostumbran los presentadores. Los otros tres finalistas esperaban sus nombres. Eran tres nombres distintos y solo uno faltaba por sonar. Almes Granados se sorprendió al escuchar el nombre que él estaba esperando: el suyo.

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—Y el nuevo Rey de Reyes es Almes Granados. ¡Larga vida al Rey!

—¡Viva Mariangola, no joda! —exclamó Granados en un brinco. Mariangola es su tierra natal. O Mariangolita, aclara Almes Granados. Queda a unos minutos. Una tierra ganadera a una hora en carro desde Valledupar. Los cantos de vaquerías y los acordeones se hacían presentes. El abuelo, el papá y su hermano mayor, Ovidio, ya eran acordeoneros cuando él nació, en 1957. Almes había nacido para tocar la caja.

El paseo por la caja

El primero de los finalistas en subir a la tarima del Parque de la Leyenda Vallenata fue Almes Granados. El primer aire que interpretó fue el paseo. Llevó uno de su hermano Ovidio. “El pobrecito”. Con ese mismo paseo ganó en la final de 2011. Quería poner a su dinastía en alto y que la historia se repitiera.

Antes del acordeón estuvo la caja. Almes es el sexto de diez hijos. Era a quien le encargaban la recolección de leche en su casa; por eso, siempre llevaba consigo un balde. Había escuchado a Pablo López y otros grandes en su ejecución. Aquel balde le sirvió de instrumento para el repique hasta que un vecino lo invitó a tocar una caja de verdad que había armado.

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Era una de cuero de chivo y relucía con el sol. Almes, de unos siete años, iba a tocarla. La madre de su vecino se la arrebató y le dijo que se lavara las manos con jabón primero, porque las tenía sucias. Hizo caso. Tocó esa caja ese día y por varios años más en una agrupación que conformaron.

El merengue en el acordeón

La noche de la final estaba en tarima vestido con pantalón y una camisa blanca con adornos playeros. Contrastaban con su tez morena y su acordeón negro. El instrumento se veía pequeño y Almes más grande. Tocó el merengue “El vicio”, con el que su sobrino, Hugo Carlos, ganó el Rey de Reyes en 2007. También es de la autoría de su hermano Ovidio.

Él ya era un acordeonero de recorrido cuando Almes Granados aún tocaba la caja en la agrupación de su amigo. Se inquietó por las notas del acordeón y cuando su amigo lo dejaba por ahí él le sacaba una que otra nota. Con el de su hermano fue lo mismo. Sin mayor instrucción fue aprendiendo el toque del instrumento.

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Tenía cerca de veinte años y se fue a vivir a Valledupar con su hermano, que ya concursaba en el Festival de la Leyenda Vallenata y tenía en su casa un taller de reparación de acordeones. Almes Granados tenía aún dificultades. Silbaba con el acordeón en la mano y su hermano le reclamaba por el toque. Le decía cómo hacerlo y así lo perfeccionó. Ovidio lo instruyó. Pero Almes ya se había presentado en varios festivales vallenatos en la categoría Aficionado. El primero fue en Fonseca (La Guajira) y se llevó el tercer puesto. El primero que ganó fue en Hatonuevo y la semana siguiente en Maicao. Ganó dos seguidos, ambos en La Guajira. Más adelante vendría el Festival de la Leyenda Vallenata, en Valledupar; el más importante.

El son del negro grande

En la final, él quería mostrarse como lo que es: un verdadero juglar. Ninguno de los finalistas lo hizo. Que cantara y tocara una canción de su propia autoría. Sacó de sus creaciones el son “Un verdadero juglar”. Los hijos del compositor Sergio Moya han dicho que murió Alejo Durán, pero quedó Almes, el negro grande.

La primera vez que se presentó a este festival fue en 2003. En la categoría Profesional. No ganó. Tampoco los dos años siguientes. Parecía repetirse la historia de su hermano Ovidio, quien, tras quedar en el segundo puesto en tres ocasiones, se retiró. Almes no lo hizo. Volvió en 2010, y tampoco; pero el siguiente año fue el suyo.

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El próximo paso era el Rey de Reyes. Lo buscó en 2017. Le tocó competir con su sobrino Juan José. Ninguno de los dos superó a Álvaro López. Almes quedó en el tercer puesto y con ganas de llevarse esa corona especial en la siguiente edición. Quería comprobar lo que decían, que él también es un grande en el acordeón.

La puya que no tocó

La siguiente edición Rey de Reyes fue en 2022, en homenaje a Jorge Oñate. Como requisito, uno de los cuatro aires debía ser una canción grabada por el Jilguero de América. Almes Granados quería demostrar su juglaría y grandeza. Le compuso una puya a Oñate, pero no logró aprenderse por completo la melodía y desistió de ella.

En la tarima sonó “Déjala vení”, de Náfer Durán, que había grabado Oñate. Y con ese aire cerró su presentación en el Parque de la Leyenda Vallenata, repleto de visitantes. Lo aplaudieron. Era uno de los favoritos. Aunque él no le presta mucha atención al público, pues prefiere tocar para el jurado. En vez de la canción de Náfer hubiese interpretado esta:

“Yo no iba a participar / y soñé con el Jilguero / me dijo: mariangolero / tú aquí no puedes faltar. / Tanto me tocó esperar / para este gran homenaje, / pero emprendí un largo viaje / y desde aquí te voy apoyar. / Este don que Dios me dio / por eso el pueblo me quiere / y los demás que se esperen / que el Rey de Reyes soy yo”.

No la tocó ese día, pero se hizo realidad. Se llevó la quinta corona más importante. Ahora con más ganas sacará esa puya en su próximo disco. Serán canciones de juglares que no han sido grabadas. Estará acompañado con la voz de Ivo Díaz, otro Rey de Reyes de la Canción Inédita en 2017.

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Almes Granados está rodeado de grandes. Proviene de una dinastía de grandes. Les ha ganado a los grandes. Es un negro mariangolero grande; grande entre los grandes.

*De la Fundación Color de Colombia.

Por Alberto González Martínez *

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