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Durante las últimas tres semanas, el músico Neil Young ha protagonizado un mediático enfrentamiento contra Spotify, gigante del streaming. Todo comenzó con la reacción de Young frente al pódcast de Joe Rogan, un exdeportista y comentarista que ha ganado reconocimiento por sus posiciones en contra de la vacunación para el covid-19.
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Luego de cuestionar el papel de esta plataforma como difusora de falsas noticias, Young amenazó con retirar todo su catálogo si su CEO, Daniel Ek, no censuraba el pódcast. A finales de enero, la advertencia se hizo realidad y hoy es imposible conseguir alguno de los más de cuarenta discos de estudio de este músico canadiense en la plataforma de streaming más utilizada del mundo.
Paradójicamente, desde que bajó su música de Spotify, las ventas de sus vinilos, las reproducciones en otras plataformas y las descargas de su sitio web (neilyoungarchives.com) han aumentado de manera vertiginosa.
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Aprovechamos entonces este nuevo ciclo de popularidad para recomendar cinco discos indispensables para adentrarse en la música de este músico y compositor, que ya completa más de media década de trayectoria y cuya figura como leyenda viva del rock no ha hecho más que crecer con el paso de los años.
“Everybody Knows this Is Nowhere” (1969, Reprise Records)
Segundo trabajo de estudio de Young en solitario y el primero que grabó junto a su mítica banda de apoyo Crazy Horse. Alejándose de la producción limpia y el estilo country de su primer disco como solista, en esta ocasión tenemos una colección de temas de rock sucio, ruidoso, con algunas trazas de psicodelia.
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Grunge hecho veinte años antes del grunge. La voz de Neil Young es imperfecta e inconfundible, menos apoyada en el falsetto y con un rango más amplio. Solos de guitarra, mucha improvisación y una producción casi low fi. A este disco pertenecen clásicos como “Cinnamon Girl”, “Down by the River” y “Cowgirl in the Sand”.
“After the Gold Rush” (1969, Reprise Records)
Según Thom Yorke, vocalista de Radiohead, cuando hizo su primera audición para un sello disquero, a los 16 años, algún productor comparó su voz con la de Neil Young. Sin tener una remota idea de quién era el tal Young, fue de inmediato a la discotienda y compró After the Gold Rush. De ahí en adelante, la fascinación de Yorke por el cantante canadiense se ha hecho cada vez más grande. No es para menos. Este disco, tercero en su catálogo como solista, marca la consolidación del estilo de Young: una mezcla entre country, folk y rock con letras muy personales, a veces políticas; una voz suave, pero sucia, melodías inconfundibles.
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Para el momento de lanzamiento de este álbum, Young había alcanzado un primer momento de fama junto al supergrupo Crosby, Stills, Nash & Young y el disco Deja Vu. Parte de esa experiencia fue plasmada en este álbum, que funciona como puente hacia su período más exitoso en el aspecto comercial. De este disco se destaca el clásico “Southern Man”, blues psicodélico acerca del racismo en el sur del país que, a su vez, provocó la famosa respuesta de la agrupación Lynyrd Skynyrd: “Sweet Home Alabama”.
“Harvest” (1972, Reprise Records)
En una mañana de febrero de 1971, Young fue invitado a Nashville para participar en el programa musical que, por entonces, era conducido por Johnny Cash. Luego de la presentación, el productor del Johnny Cash Show, Elliot Mazer, cayó fascinado por su talento y de inmediato lo invitó a su estudio de grabación para explorar la opción de grabar algunas canciones. Antes que concertar fechas posteriores o imaginar posibles proyectos, el músico canadiense le propuso a Mazer grabar de inmediato un disco.
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Aprovechando la dinámica de la ciudad, epicentro de la música country en Estados Unidos, ambos reclutaron rápidamente algunos músicos de sesión y se encerraron en el estudio por algunos días para grabar el que se convertiría en el disco más exitoso en toda la carrera de Neil Young: Harvest. Las canciones de este disco son, una tras otra, clásicos indiscutibles: desde las emblemáticas “Old Man” y “Heart of Gold”, pasando por el sublime lamento de “The Needle and the Damage Done”, hasta llegar al épico cierre con “Words (Between the Lines of Age)”.
“On the Beach” (1974, Reprise Records)
Luego del éxito logrado con Harvest, la carrera de Neil Young entraría en un largo período de relativo aislamiento, en el que su nombre dejaría de estar en las primeras planas de la prensa musical. Parte de este aislamiento se debió a las múltiples frustraciones que la fama le trajo y que se manifestaron a partir de la muerte de Danny Whitten, su amigo y miembro de Crazy Horse.
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En palabras del propio Young, “Heart of Gold” lo había puesto en el centro de la carretera. Era hora de ir hacia la cuneta (the dicht), donde conocería mucha gente interesante”. Esta expresión metafórica le sirvió a la prensa para referirse a la serie de discos conocida como “The Ditch Trilogy”, caracterizados por una producción bastante rudimentaria, un sonido agresivo y un alto consumo de drogas. Esa famosa Ditch Trilogy —conformada por los trabajos Time Fades Away (1973), On the Beach (1974) y Tonight’s the Night (1975)— constituye la parte más ruidosa, oscura y underground del catálogo de Neil Young.
De estos tres trabajos, destacamos On the Beach por varias razones, que se resumen en una: es posiblemente el disco más personal, sincero y doloroso de todos los grabados por Young. El tema que da título al disco es oro puro: guitarras incisivas, atmósferas desoladoras. Se destacan también “Revolution Blues”, una especie de relato de Charles Manson en primera persona, “Ambulance Blues” y la emotiva “For the Turnstiles”.
“Harvest Moon” (1992, Reprise Records)
Durante años, la prensa musical y buena parte de sus fanáticos estuvieron pidiendo a gritos una secuela de Harvest. Muy fiel a su estilo de hacer todo cuando le place, la respuesta de Young a este pedido llegó veinte años después con Harvest Moon, un retorno al sonido country rock de comienzos de los 70.
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Para el momento de lanzamiento de este disco, ese retorno al sonido introspectivo de Harvest fue algo inusual con respecto a lo que había hecho en los 80 (new wave, incursiones con la electrónica) y mucho más frente al sonido ruidoso y protogrunge que era la marca de sus trabajos junto a Crazy Horse. El tema que da título al disco es una de las mejores canciones de amor escritas por Neil Young y una de las mejores de la historia del rock.