El anuncio del repentino fallecimiento de Taylor Hawkins a contadas horas de tocar con Foo Fighters como acto principal del festival Estéreo Picnic sigue siendo impactante. Hablamos de un músico célebre por su vigor y entrega en cada show. No solo tras la batería, también era un fabuloso cantante. Cinco días antes de su muerte se paró ante una audiencia de 60 mil espectadores en Buenos Aires, Argentina, para meterse en los zapatos de Freddie Mercury y cantar con toda la gracia “Somebody to Love” de Queen. Un momento sublime.
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Afuera del escenario poseía una alegre personalidad contagiosa. Tres días antes del insuceso, Foo Fighters no logró presentarse en Paraguay como gran atracción del festival Asunciónico a consecuencia de fuertes lluvias e inundaciones. En el hotel donde se hospedaba el conjunto se agolparon muchos fanáticos para ya sin música poder verles. Entre ellos estaba Emma Sofía, una niña de 9 años tocando su batería. Entonces Hawkins salió a la calle para disculparse ante sus seguidores, y de paso fotografiarse con la pequeña percusionista. Esta fue su última aparición pública.
Sus méritos musicales no eran pocos. Consiguió ser un baterista destacado en una banda liderada por uno de los bateristas consagrados, Dave Grohl, famoso desde hace 30 años por su incesante baquetear con Nirvana. Su afinidad venía del hecho de que ambos además de aporrear tambores y platillos eran capaces de componer canciones, cantar y mover a las masas. No eran solo colegas, a Hawkins y Grohl los unía una estrecha amistad.
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La relación comenzó a mediados de los años noventa, cuando Foo Fighters compartía festivales con Alanis Morisette, una cantante canadiense de pop-rock que para la época despachaba millones de copias de su primer álbum. La química en los camerinos llevó a que la propia Alanis le preguntase un día a su baterista, “¿qué vas a hacer cuando Dave Grohl te pida que te unas a su banda?”.
Cuando Foo Fighters preparaba su segundo álbum de estudio, “The Colour and the Shape”, Grohl no estaba satisfecho con la labor de su baterista, William Goldsmith, así que él mismo se encargó de grabar las pistas. Aquello no fue del agrado de Goldsmith, quién abandonó a la banda pese a su inminente éxito comercial, no dejando otro camino a Grohl que contratar a su amigo Taylor Hawkins.
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De esta forma, el rubio se hizo parte del combo, con el cual efectuó ocho producciones discográficas. La última de ellas se lanzó el año pasado bajo el título de “Medicine at Midnight”. Varias de estas grabaciones se hicieron merecedoras a premios Grammy con ventas multimillonarias. Por otra parte su imagen de tipo jovial quedó registrada en algunos videoclips en los que más que tocar con ímpetu podía interpretar personajes donde se burlaba de si mismo.
Como pocos, Hawkins pudo compartir con sus ídolos de niñez. Por ejemplo con Paul McCartney al momento de la inducción de Foo Fighters en el Salón de la Fama del Rock & Roll Hall. El exBeatle no solo dio el discurso de inducción del grupo, también tocó en la ceremonia muy bien acompañado por Hawkins.
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En un show de 2011 sucedido en Inglaterra, Foo Fighters invitó a la tarima al guitarrista Brian May y al baterista Roger Taylor de Queen para tocar una versión de “Tie Your Mother Down”. Desde muy chico uno de los máximos héroes de Hawkins era Roger Taylor. Recientemente el baterista de Queen recibió la Orden del Imperio Británico de manos del príncipe del príncipe de Gales. Allí no dudo en dedicar el galardón a la memoria de Hawkins, quien en sus propias palabras era “un sol en forma humana”.
Esta semana se conoció la historia de un gerente de la cadena de tiendas de instrumentos Guitar Center. Su sucursal está ubicada cerca del local de ensayo de Foo Fighters. Recordó que Taylor Hawkins era uno de sus clientes frecuentes, y que a menudo compartía con los niños. En un momento al revisar la contabilidad descubrió que había varios miles de dólares en compras hechas por el baterista más él no recuerda haberle visto salir con mayores productos del establecimiento. Sospechando un posible fraude consultó con el dependiente quién le aclaró la situación: cada que Hawkins visitaba la tienda no se iba sin comprarle instrumentos a los pequeños.
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Su autopsia hecha en Bogotá develó que su corazón pesaba el doble de grande con respecto a lo normal en una persona de su edad. No es de extrañar en absoluto, siempre supimos que a Hawkins lo que lo movía era el afecto, la generosidad y una pasión desbordada. Descansa en paz baterista con alas.