Gastronomía y recetas
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África sabe a Colombia: salsas picantes que rinden homenaje a los sabores latinos

Esta es la historia de una colombiana adoptada en otro continente que transformó un emprendimiento gastronómico en un proyecto con propósito social, generando empleo a campesinos locales y a mujeres africanas a través de la comida. Sabor de patria que atraviesa fronteras.

Tatiana Gómez Fuentes
15 de diciembre de 2022 - 07:00 p. m.
Ella es Claudia Castellanos y Sibongile Mamba, creadora y colaboradora de Black Mamba, una marca de salsas picantes en África.
Ella es Claudia Castellanos y Sibongile Mamba, creadora y colaboradora de Black Mamba, una marca de salsas picantes en África.
Foto: Cortesía Claudia Castellanos

“Nadie es profeta en su tierra”, así comienza la colombiana Claudia Castellanos a contarnos cómo ha logrado impactar el mercado gastronómico de África con una marca de salsas picantes que se llama Black Mamba y que a diario rinde homenaje a los sabores de su tierra: Colombia. Ella vive en África, en eSwatini un lugar dentro de este continente que es famoso por sus reservas naturales y que ya visibiliza el propósito con el que empezó el sueño de Castellanos: trabajar en un emprendimiento social que tiene como cimiento la gastronomía.

Su historia comenzó haciendo voluntariado y trabajando con comunidades, hasta que un día, como ella misma dice “se le iluminó el bombillo” y decidió apostarle a una idea de negocio que se convertiría en el trampolín para generar empleo a campesinos locales y mujeres, creando una empresa de salsas orgánicas picantes que ya exporta e impacta positivamente a la sociedad y al ambiente. La entrevistamos en Gastronomía y recetas de El Espectador y aquí está su relato de vida:

¿Quién es Claudia Castellanos y cómo empezó su afinidad con la gastronomía?

Toda la vida he tenido una afinidad grandísima con la comida, me encantan los sabores y desde muy pequeña le encontré gusto al picante, no en grandes dimensiones, ni en grandes dosis, pero siempre tuve una conexión fuerte con este tipo de propuestas.

Empecé acercándome a la gastronomía trabajando en el negocio de la comida. Me gradué en Colombia y luego me fui a estudiar a Barcelona. En ese recorrido tuve una opción de trabajo en una empresa que se llama Danone que hace yogures y estando allí me salió una oferta laboral en Italia enfocada también en temas gastronómicos, así que ya conocía un poco cómo funcionaba el mercado. Sin embargo, llegó un punto dentro de toda esa experiencia en la que dije “voy a buscar otra cosa”, “no voy a volver a hacer esto”, “me voy a dedicar a algo diferente” y fue cuando pensé en trabajar en desarrollo, ahí, justo en ese camino pensé en fusionar la comida con ese propósito y aquí vamos con Black Mamba.

¿Cómo logró aterrizar la idea de un producto gastronómico en el mercado africano?

Black Mamba está consolidado desde el 2010. Llegué como voluntaria a este pedacito de tierra que no conoce nadie en el sur de África, que se llama eSwatini, conocido antes como Suazilandia. La verdad, yo no sabía que existía hasta cuando me propusieron trabajar como voluntaria. Para esa época estaba aburrida en Italia, estaba en medio de la crisis de los treinta y dije bueno, creo que tengo que hacer algo con propósito, algo que de verdad haga la diferencia.

Después de trabajar un par de años acá pensé en la posibilidad de hacer un desarrollo de modelo social chévere, pero ligado a algo que tuviera relación con la comida. Yo estaba trabajando con artesanías en ese momento y ayudando a muchas empresas sociales que iban por esa misma línea y Black Mamba, nació a partir de eso, de decir qué se puede hacer acá, que sea rico, chévere y que ayude a las comunidades rurales de eSwatini.

Black Mamba siempre ha caminado de la mano de mi esposo, él ya tenía el nombre, porque en algún momento lo usó para un proyecto pequeño de salsas picantes, así que el bombillo se me iluminó cuando pensé en ejecutar una idea de negocio con una cadena de valor social. Le dije que trabajáramos con comunidades rurales donde los habitantes de la ciudad cultivaran todos los ingredientes orgánicos y nosotros estuviéramos detrás de las recetas, moviéramos la marca y empezáramos a vender. Entonces todo se dio para que ligado a eso trabajáramos en el desarrollo rural y en el empoderamiento de las mujeres.

¿Cómo desarrolló la idea para impactar el mercado de las gastronomía en este país?

La idea de las salsas picantes vino de dos cosas. Primero, ya teníamos un nombre interesante que iba a generar mucha recordación: Black Mamba, las serpientes más venenosas de África, así que eso, en este tipo de propuesta funciona a la perfección. Y segundo, queríamos involucrar ingredientes locales que se pudieran cultivar muy fácil. Como en Colombia, acá el clima es perfecto para sembrar ajíes, entonces fue algo muy acertado con nuestro proyecto, que a su vez se convirtió en una oportunidad para integrar a granjeros que tienen muy pocas extensiones de terreno, para que hicieran este ejercicio desde sus casas con el ingrediente principal de nuestro producto.

La idea de los ajíes creció porque era fácil de hacer a nivel local, ahí vino la pregunta de cómo hacer para introducir el tema del picante en la idea de negocio. En Colombia, no se come mucho ají, aunque se ha vuelto más popular ahora, así que como aquí no era un tema muy conocido ni utilizado en la cocina, pensamos en usar el recurso que ya teníamos, pero con la certeza de que había que meterle sabor colombiano, no todo podía ser africano, así que le apuntamos a la marca latina con dos de nuestras salsas, una chipotle, que es un sabor que la gente desconocía por completo y otro que son los habaneros, ajíes que se pueden conseguir incluso, en islas como San Andrés y Providencia.

¿Cómo ha logrado impactar la gastronomía de África, con este producto?

Ha sido un proceso importante e interesante, el nombre de las salsas despierta atención de inmediato y también genera un tema de conversación recurrente. Es muy agradable ver que cada vez que mostramos Black Mamba, la gente se acerca a preguntar qué es, es como si el paladar hablara por ellos (risas).

Con el paso del tiempo nos hemos dado cuenta de que el picante ha logrado conquistar más y más comensales. Aquí en eSwatini tienen un producto que se llama Piri Piri y que se conoce en el mercado como el “diablo africano”, este producto tiene una particularidad es que se mezcla con aceite y sal, de ahí que nosotros decidiéramos hacer una especie de sofisticación del mismo, con sabores más interesantes y menos picantes, diseñados para todos los gustos.

Black Mamba es un producto gourmet, y nosotros desde el principio pensamos en masificarlo, tratando de convertirnos en una empresa exportadora. Esa idea nos ayudó a generar más opciones de valor agregado para nuestros granjeros y ha resultado muy positiva en el mercado. Tenemos un producto africano, que se llama como una serpiente venenosa y que su empaquetado es tan atractivo que lleva consigo mensajes a ambientales y sociales, que han tenido mucha aceptación en mercados europeos y americanos, así que eso es lo que más apoya nuestro concepto.

¿Cómo una colombiana llega a emprender a África, y termina generando empleo a los campesinos de este país?

“Nadie es profeta en su tierra”, creo que llegar a este país fue una sucesión de eventos en donde estaba buscando un propósito en mi vida. Estaba obsesionada en ese momento con África y quería hacer voluntariado, con el fin de reevaluarme, pero mi idea era regresar a Colombia. Sin embargo, la vida da muchas vueltas y aquí vi la posibilidad de tener un impacto y tener resultados reales del trabajo que hacía. Como yo me vine a trabajar con artesanías, puede inmediatamente trabajar con gente de comunidades rurales y eso me impactó de una manera increíble. Hay tanto potencial aquí que quise ayudar a la gente a explotarlo.

Descubrí el tema de empoderamiento con comunidades rurales y mujeres, y quería hacer algo que no se quedara solo en lo que ya existía, quería hacerlo con algo más afín a mí, y eso era la comida, así que quise replicar ese modelo de negocio tan lindo que tienen muchas empresas que hacen artesanías, pero a través de la gastronomía. Así que el proyecto se fue consolidando, viendo a las comunidades rurales, entendiendo cómo trabajaban y poder hacer eso, pero desde los alimentos, fue fabuloso. En lugar de artesanos trabajamos con agricultores.

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Al principio tuvimos mucha suerte de conseguir una ONG local que se llama Guba, que tiene como propósito enseñarles a las comunidades rurales a trabajar con un sistema que se llama permacultura, una técnica que ha venido tomando mucha fuerza porque habla de agricultura regenerativa, que significa no usar veneno en ningún proceso, todo es orgánico y es un método que ayuda a regenerar la tierra. Eso era lo que yo quería trabajar con estas comunidades, que aprendieran del sistema de agricultura verde regenerativa, añadiéndolos a la cadena de valor. Hicimos un una colaboración divina porque Guba también trabaja con granjeros, entrenándolos, haciéndolos más resilientes, y con Black Mamba logramos nuestro propósito atacando muchos frentes: generando ingresos, regenerando la tierra, trabajando con envases solamente de vidrio, produciendo con materiales biodegradables, entonces, quisimos que fuera un proyecto desde el principio sostenible con las comunidades y el ambiente.

¿Existen similitudes entre la gastronomía africana y la colombiana?

¡Claro! yo no lo podía creer. Aquí la gente come el tradicional “pub de maíz”, una especie de puré que es muy similar a la base para preparar nuestras arepas. El maíz es el centro de la comida de muchas culturas africanas. También consumen muchos fríjoles y patacones. En Ghana, por ejemplo, comen plátano en recetas dulces muy parecidas a las colombianas, así que existe mucha afinidad en el estilo de comida.

¿Cómo ve el papel de la gastronomía colombiana en el mundo y el aporte a otras cocinas del mundo?

Yo creo que la comida une a la gente. En América Latina y África ha habido un renacer de volver a ocuparse de esos ingredientes locales que cayeron en desuso, por tener a la mano comidas muy occidentales. La cocina está volviendo a sus raíces y la gastronomía colombiana lo está haciendo. Cada región es muy privilegiada de tener alimentos excepcionales que se dan gracias a sus climas, tenemos una colección de riqueza gastronómica que yo creo de verdad que muy pocos países en el mundo pueden “sacar pecho” con eso. Ahora hay muchos chefs locales que están usando ingredientes súper clásicos y tradicionales que incorporan en gastronomía moderna. Eso mismo veo en África.

La gastronomía colombiana poco a poco se está abriendo paso a nivel mundial, como lo hizo también la peruana alguna vez y ahí es donde creo que tenemos un potencial grandísimo para exportar nuestra comida.

El plato con el que más recuerda a Colombia

Me muero por comer arepas de choclo, pandeyucas y almojábanas. Pero una bandeja paisa también me la como feliz.

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¿Qué ha cambiado en eSwatini y en África en general con su emprendimiento?

Nosotros siempre decimos que Black Mamba se creó para cambiar el mundo y creo que con Black Mamba estamos logrando tres cosas fundamentalmente:

1. Crear una marca internacional de productos que son buenos, deliciosos, hechos con ingredientes frescos y naturales, sin aditivos, que contribuyen a la conservación del planeta y que aporta a las comunidades con las que trabajamos

2. Demostrar que sí es posible tener una empresa que tenga fuertes valores sociales y ambientales, y que sea a la vez exitosa, donde la gente siempre está primero. Yo quisiera que otras personas se entusiasmaran a volverse emprendedores sociales, de verdad que es posible tener impacto positivo en las comunidades y lograr una empresa exitosa y viable.

3. Ver cambios reales y sostenibles en las comunidades con las que trabajamos: el impacto positivo que tenemos en nuestras comunidades es de alrededor 1000 personas, teniendo en cuenta empleados, agricultores, y todos sus dependientes y comunidades que se benefician con el trabajo y el proyecto de Black Mamba.

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Si te gusta la cocina y eres de los que crea recetas en busca de nuevos sabores, escríbenos al correo de Edwin Bohórquez Aya (ebohorquez@elespectador.com) o al de Tatiana Gómez Fuentes (tgomez@elespectador.com) para conocer tu propuesta gastronómica. 😊🥦🥩🥧

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