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La denuncia contra Ricardo Leyva y la respuesta de Petro: entre el machismo y la política

Karen Santos denuncia violencia física, psicológica y económica por parte del empresario Ricardo Leyva, mientras la respuesta del presidente Gustavo Petro genera críticas desde organizaciones feministas y expertas en violencias de género.

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Alejandra Ortiz Molano
03 de diciembre de 2025 - 08:00 p. m.
Karen Santos denuncia años de violencia física, psicológica y económica por parte de su expareja, Ricardo Leyva, mientras el presidente Petro minimiza el caso calificándolo como una ‘pelea’ en la que prefiere no intervenir.
Karen Santos denuncia años de violencia física, psicológica y económica por parte de su expareja, Ricardo Leyva, mientras el presidente Petro minimiza el caso calificándolo como una ‘pelea’ en la que prefiere no intervenir.
Foto: Ricardo Leyva
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En Colombia, la violencia de género sigue siendo un problema estructural que no da tregua. Solo cinco días después de la conmemoración del 25N en diferentes ciudades del país, un nuevo caso se conoció públicamente. Se trata de Karen Santos, quien señaló a Ricardo Leyva, conocido empresario de conciertos y su exesposo, de haber ejercido violencia física, psicológica y económica en su contra, además de amenazas que podrían configurar un presunto intento de feminicidio. Su relato fue publicado por la revista Cambio, y rápidamente generó eco político: en la conversación apareció el nombre del ministro del Interior, Armando Benedetti, quien también ha sido señalado previamente por hechos de violencia de género. A ello se sumó el pronunciamiento del presidente Gustavo Petro, quien calificó la denuncia como una “pelea” en la que prefería “no meterse”.

Pero lejos de sumarse a la interminable lista de escándalos en los que resuenan nombres políticos, en este caso, por los posibles vínculos de Leyva con algunos funcionarios del Gobierno, la denuncia deja ver un problema mayor. Hasta septiembre de este año, se han registrado más de 83.084 reportes de violencias basadas en género contra mujeres, según datos del Ministerio de Justicia. El testimonio de Karen Santos confirma lo que muestran las cifras: la violencia que atraviesa la vida de muchas mujeres combina agresiones físicas y psicológicas, control económico y abuso de poder, y muchas veces permanece invisible.

“Yo sé que a las mujeres nunca nos creen. Y si estoy mostrando esto, es porque no me queda otro camino. Esto no lo hago por valentía. O hablo o me matan”, fue la manera en que Santos inició su relato, en entrevista con Cambio. Presentó pruebas documentales, videos, partes médicos y mensajes que evidencian años de violencia física y psicológica por parte de Leyva.

Ella narró que la situación se volvió insostenible hace cuatro meses, cuando se vio obligada a abandonar la casa en Lagos de Caujaral, en Barranquilla, tras un episodio en el que Leyva presuntamente la habría perseguido con un cuchillo. También explicó que su salida fue un acto de supervivencia, impulsado por el miedo y la necesidad de proteger su integridad. Sin embargo, asegura que la violencia inició en los primeros años de la relación, poco después de que ella viajara desde Australia para casarse con él. “No me pegaba con cachetadas ni empujones. Ricardo pegaba con los puños cerrados hasta reventarme”, contó a Cambio.

En entrevista con El Espectador, Gabriela Galeano, abogada y asesora en temas de género, explica que, al tratarse de violencia de género, ninguna agresión puede analizarse de manera aislada, pues todas se articulan en un patrón. “Las violencias siempre son de forma creciente; es decir, siempre van de menor a mayor. Empiezan con actos pequeños y desembocan en actos más grandes, se alimentan entre ellas y lo que alimentan es una lógica de poder y de control sobre la mujer”, asegura.

Además, indica que la violencia física somete el cuerpo de la víctima, mientras que la psicológica y la económica profundizan la dependencia emocional y material, impidiéndole romper el ciclo de abuso. Son agresiones que se alimentan mutuamente con el tiempo y terminan por instaurar un dominio total sobre la mujer, limitando por completo su autonomía y capacidad de reacción.

En medio de ese panorama, hay una arista adicional que pasa casi desapercibida en este caso: la violencia simbólica. Durante la entrevista con Cambio, Karen Santos describió cómo la violencia se extendió hacia su entorno familiar, mencionando una amenaza de Leyva contra su hermano, en la que, según dijo, hizo alusión al poder de figuras políticas de alto nivel, como Armando Benedetti y el presidente Gustavo Petro. En sus palabras, amenazaba con “llamar a Benedetti o a Petro” para “acabarlos”.

Un detalle que no es menor, pues, según Gabriela Galeano, la visibilidad de Leyva y sus conexiones con personas influyentes y con poder político podrían haber reforzado ese clima de intimidación y la sensación de indefensión en Santos. “Al ser un hombre que tiene contacto con figuras que representan la institucionalidad del país y reproducen la imagen y legitimidad del Estado, es decir, si esas son las amistades que él tiene, muy probablemente Karen no tenía las herramientas que le permitieran a ella sentirse segura frente a las instituciones”, dice la abogada.

Frente al testimonio de Santos y las pruebas documentales presentadas, la Fiscalía General de la Nación inició una investigación formal, trasladó el caso de Barranquilla a Bogotá y lo asignó a una fiscalía especializada para avanzar en indagaciones por presuntos delitos de violencia intrafamiliar y amenazas.

La respuesta de Petro y el riesgo de minimizar la violencia de género

Después de la denuncia pública, las opiniones y comentarios en la esfera política no se hicieron esperar. El presidente Petro hizo una breve mención en un trino: “Yo no me meto en esas peleas. De ahí solo se sale aruñado por todas partes”, se lee en su cuenta de X. Un mensaje que puede ser considerado machista y revictimizante, según la experta consultada.

Galeano señala que uno de los errores más comunes al abordar la violencia de género es confundirla con un conflicto o una “pelea”, lo que desconoce el conjunto de agresiones y factores que configuran este tipo de violencia. “Catalogarlo como una pelea, primero, lo minimiza; además, vuelve a llevar la violencia intrafamiliar al ámbito privado, a esos problemas de pareja que ‘se resuelven debajo de las cobijas’, y termina devolviendo esta violencia a un espacio del que había sido un logro sacarla para reconocerla como un asunto público”, afirma.

De hecho, campañas masivas y organismos internacionales advierten desde hace años sobre los riesgos de minimizar las violencias de género y de entenderlas como asuntos “privados” o de “pareja”. Esto no solo dificulta su reconocimiento, sino también los procesos de denuncia. Se trata de un mito que ha favorecido el ocultamiento de muchos casos y ha contribuido a la justicia tardía.

“Este tipo de mensajes no solo desconoce que la violencia contras las mujeres no es un conflicto entre particulares, ni un problema doméstico, sino que además la relativiza mediante expresiones coloquiales que le restan gravedad a una violación a los derechos humanos”, dijo la Red Nacional de Mujeres mediante su cuenta de X.

No obstante, el mensaje se vuelve más grave si se presta atención no solo a lo que se dice, sino a quién lo dice. Según explica Galeano, el presidente es la máxima expresión de la institucionalidad del país, la cara más visible del Estado. “Lo que hace este tipo de discursos, y lo que hace la minimización de las autoridades frente a las situaciones de violencias basadas en género, es que convierte al Estado en ‘un segundo victimario’”. Enfrentándose a una institucionalidad que no les cree.

Por su parte, otras figuras políticas, como la congresista Catherine Juvinao, se pronunciaron sobre el trino de Petro: “Es revictimizante, totalmente ausente de empatía y de responsabilidad política. Indolente. Como si la violencia contra las mujeres fuera un asunto doméstico de ‘arañazos’ privados en donde ‘es mejor no meterse’”, escribió en su cuenta de X.

En la misma línea de críticas, la representante Jennifer Pedraza afirmó en su cuenta de X: “Cuántas vidas de mujeres se hubieran salvado si esta actitud cómplice no pululara en cada esquina de Colombia y si tuviéramos un Presidente que, en vez de promover esta narrativa, la enfrentara”.

Entre tanto, los vínculos entre Ricardo Leyva y Armando Benedetti son actualmente materia de investigación por parte de la Fiscalía, en un proceso en el que se desarrolla una indagación preliminar sobre un presunto “trueque” de bienes, lo que ha generado sospechas de un posible ocultamiento de patrimonio.

¿Dónde puedo recibir ayuda ante un caso de violencia de género?

  • Línea única de atención de emergencias 123, al comunicarse solicitar especialista en temas de género.
  • Línea Nacional 155 para recibir orientación si estás siendo víctima de alguna violencia basada en género.
  • Red Solidaria de Mujeres: WhatsApp 3223328655.
  • Línea de Protección a Niños, Niñas y Adolescentes: 141. WhatsApp: 3202391685 – 3208655450 – 3202391320.
  • Línea Fiscalía General de la Nación: 122, para presentación de denuncias de violencia intrafamiliar, violencias basadas en género y violencia sexual.
  • Línea Púrpura en Bogotá: 018000112137, número gratuito desde teléfono fijo o celular. WhatsApp 3007551846

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Alejandra Ortiz Molano

Por Alejandra Ortiz Molano

Antropóloga, periodista y realizadora audiovisual, con una maestría en Salud Pública.@aleja_ortizmaortiz@elespectador.com
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Berta Lucía Estrada(2263)Hace 20 horas
Leyva es un hijo "sano" de la sociedad patriarcal y de las religiones que enseñan que la mujer es un objeto desechable; por eso las torturan y por eso terminan asesinándolas. Las familias de estos criminales, que también guardan silencio, son sus cómplices. Pregunto: ¿Cómo es posible que los médicos no hubiesen llamado a la policía? ¿No son cómplices en el sentido literal de la palabra?
Berta Lucía Estrada(2263)04 de diciembre de 2025 - 04:48 a. m.
La victimizante e infame expresión de "arañazos" es una alusión a las peleas de gatas. O sea, para el remedo de presidente Petro la violencia de género no existe y además es simplemente la historia de una mujer en crisis de nervios. Por eso protege a Benedetti y a Morris, entre otros. Pregunto: ¿Acaso él también es un victimario y por eso no reconoce la violencia de género?
Watasabi(56195)03 de diciembre de 2025 - 10:16 p. m.
Gracias por abordar este complejo tema con altura -sin el amarillismo de Cambio- pero con la importancia que tiene la denuncia, y sobre todo con sentido de enseñanzas
Lucila Castro de Sanchez(60806)03 de diciembre de 2025 - 09:51 p. m.
Decepciona cada palabra de la senora Pedraza,evade con sus comentario la responsabilidad del macho,remacho del marido maltratador.Legislen en favor de las mujeres,pero asuman su responsabilidad.
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