A una semana de que la justicia defina si envía a prisión domiciliaria a los exministros Luis Fernando Velasco y Ricardo Bonilla por el escándalo de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd), El Espectador tuvo acceso a nuevas pruebas en el expediente. Las confesiones de varios protagonistas del caso, como los exdirectivos de la entidad Olmedo López y Sneyder Pinilla, así como las delaciones de la exasesora del Ministerio de Hacienda, María Alejandra Benavides, son ya conocidas por la opinión pública y constituyen buena parte de la columna vertebral de este proceso contra varios alfiles de la Casa de Nariño. Sin embargo, la trasescena de este entramado y otros detalles inéditos pueden leerse casi como una novela en los chats que se cruzaron dos funcionarias de confianza de Ricardo Bonilla: su secretaria privada, Alba Nury Martínez, y su enlace con el Congreso, Andrea Ramírez.
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Son más de 1.100 páginas de conversaciones que sostuvieron entre mayo de 2023 y enero de 2025. Allí se evidencian los choques internos en el Ministerio de Hacienda entre el entonces ministro Bonilla y el exdirector de Crédito Público, José Roberto Acosta; las percepciones de Martínez y Ramírez de ciertas actitudes de algunos parlamentarios que entendían como chantajes; la cronología de los desencuentros entre el ministro y los integrantes de la Comisión Interparlamentaria de Crédito Público (CICP), seis de los cuales están investigados por la Corte Suprema de Justicia; y las angustias que se tomaron los pasillos del ministerio cuando los investigadores empezaron a recaudar las pruebas del caso, que llevaron a la Fiscalía a considerar a Bonilla y a Velasco como las cabezas de una operación criminal para saquear a la Ungrd y el Instituto Nacional de Vías (Invías) para comprar al Congreso.
Andrea Ramírez, hoy investigada por la Fiscalía, salió de licencia de maternidad en septiembre de 2023 y se designó en su reemplazo a María Alejandra Benavides, testigo clave de la justicia contra Bonilla. Ella confesó cómo funcionaban los cupos indicativos para garantizar que los proyectos del gobierno pasaran en el Congreso y, además, que Bonilla lo avaló todo. Mucho antes de que estas confesiones se conocieran, Andrea Ramírez le contaba a la secretaria privada de Bonilla, Alba Nury Martínez, que estaba al tanto de los movimientos de Benavides en el Congreso. “La aconsejo todo el tiempo”, le dijo. En medio de sus chats salieron a relucir críticas al presidente Petro. En febrero de 2024, en alusión a alguna de las tantas controversias del mandatario, Ramírez escribió: “Qué pelea la del presidente”. Martínez le contestó: “Pues qué ganas de poder… Me asusta la necesidad de ‘controlar’ que tiene ese señor”.
Dos meses después, el 18 de abril de 2024, Andrea Ramírez le envió a Alba Nury la noticia de que el jefe de Estado declaraba el día siguiente como día cívico. “¿Viste esto?”, le escribió Ramírez y añadió: “Qué locura. ¿De un día a otro? O sea está loco. Quién lo asesora, haha”. Martínez le contestó lacónica: “Sí, reloco”. Y más adelante agregó: “Lo peor es que el presidente no lo hace por el ahorro del agua (tal como dijo Petro en su discurso al declarar el día cívico) sino porque es el cumpleaños del señor y el aniversario del M-19”. Ese mismo mes comenzó a reeditarse una historia conocida: el malestar del Ministerio de Hacienda con los congresistas de la CICP porque no aprobaban millonarios préstamos internacionales. Justo lo que pasó a finales de 2023 cuando, según la Corte, a cambio de que le votaran los empréstitos, el gobierno les entregó tres proyectos de la Ungrd por COP 92 mil millones de pesos para comprarlos.
El 23 de abril de 2024, ocurrió un cruce de mensajes interesante. Ramírez le comentó a Martínez que el ministro estaba reunido con el entonces presidente de la Cámara, Andrés Calle, hoy en prisión. Alba Nury Martínez le escribió: “Le estaba pidiendo algo de Urrá esta mañana al ministro”. Andrea Ramírez le contestó: “Me indigna. Primero hizo que todos los de la junta tengan tremendo problema y tiene el proyecto de ley de cupo de endeudamiento desde el 19 de marzo que lo radiqué y no ha firmado para mandarlo a la Comisión Tercera. Lo tiene hace un mes guardado”. Y añadió: “Esperando que el ministro, quién sabe, le ayude con Urrá (...) Qué pereza la extorsión de la gente”. Martínez concluyó: “Ese tipo es muy mañoso. El ministro le negocia la (reforma) pensional, pero debía estar promoviendo el proyecto de ley de cupo (de endeudamiento)”.
En las conversaciones hay una angustia latente por los créditos en el aire si la CICP no emite sus conceptos. El 29 de abril del año pasado, Martínez le escribió a Ramírez: “Oye, ¿y de la CICP tampoco tenemos luces?”. Ella le contestó: “No”. Martínez le respondió: “Es que del Banco Mundial nos dicen que, si no aprobamos eso pronto, nos van a quitar esa plata”. En varias ocasiones está presente el malestar del ministro Bonilla con el director de Crédito Público, José Roberto Acosta. Bien por su forma de hablarles a los congresistas o por sus declaraciones a los medios. “Es que como a JR el ministro no le cree”, señaló Martínez en uno de los chats. Y agregó en tono burlón con relación a las tradicionales marchas de los trabajadores del 1 de mayo: “Y el miércoles a marchar, compañera, haha”. Ramírez le contestó: “Hahaha, los funcionarios públicos podemos marchar?”. “Sí, porque defendemos los derechos sindicales, jaja”.
En mayo de 2024 los primeros coletazos del escándalo de la Ungrd empezaron a sentirse. Martínez le envió a Ramírez la noticia que reportaba que el ministro Bonilla avaló pasar una plata del presupuesto a la Ungrd. “Dios santo”, reaccionó Ramírez. “Está difícil eso”. Martínez le dijo: “Qué enredo”. Ramírez aseguró que los medios supuestamente estaban confundidos. “Lo que hay que dejar claro es que nosotros nos hicimos a un lado. Eso fue una decisión del Congreso. Caímos por bobos. Es que los congresistas sí sabían a lo que iban”. Alba Nury Martínez se mostró preocupada porque, además, el entonces director de la DIAN, Luis Carlos Reyes, denunció en una reunión en Hato Grande, la sede campestre del gobierno con todo el gabinete, que Bonilla “estaba comprando votos” en el Congreso. Ramírez le respondió exaltada: “Mk. Ese man qué le pasa con el ministro. Es pasado. Le va a volar la piedra al ministro. Nosotros ahí sí que no tenemos nada que ver, menos mal”.
En otra conversación por esos días, ambas se quejaron del manejo de los medios de comunicación sobre el caso. “En serio estos medios tienen hambre”, dijo Martínez. En julio de 2024, Noticias Caracol publicó el testimonio de Olmedo López ante la Corte en donde señaló la supuesta componenda desde Palacio para comprar el Congreso y donde acusó a Ricardo Bonilla de tener un papel fundamental. Alba Nury Martínez le envió la noticia a Andrea Ramírez y se mostró alarmada por la publicación. “Mira lo del 27 (de noviembre de 2023). El ministro sí estuvo en Presidencia ese día. Quiero llorar”. Ramírez le contestó: “Sí. Pero todo mal. Ese señor (Olmedo López) mezcla peras con manzanas. O sea, quiere joderlo”. Luego se quejaron de que el noticiero mencionara a María Alejandra Benavides. “Qué tal, con foto y todo la sacaron”, lamentó Ramírez y agregó: “Malditos medios de comunicación”.
Al día siguiente se conocieron unos chats del exsubdirector de la Ungrd, Sneyder Pinilla, y otra vez quedó en evidencia la angustia en el chat de las funcionarias. “Siguen sacando cosas, dios (...) De nuevo primera noticia. Yo creo que ya pasó lo peor. Toca que el min (ministro) no se deje asustar de esos medios. Malditos. Él no hizo nada malo cómo lo dicen ahí. Toca respirar y la otra semana pensar en otras cosas”, dijo Ramírez. Martínez terció: “Lo que quiere Olmedo es armar polvero”. Para agosto de ese año, la preocupación llegó porque empezaron a llegar citaciones de la Corte Suprema en relación con la investigación que adelanta contra varios congresistas. “Me da miedo esa señora que llama de la Corte, haha”, le dijo Martínez. En octubre comentaron otro episodio sobre los avances en el proceso: “Llegó de nuevo la Corte a donde Diego (Guevara, viceministro). Qué pereza. Vinieron a tomar fotos de los lugares de trabajo”.
Por esa época se conocieron las amenazas de muerte a la testigo Benavides y las funcionarias que trabajaron con ella se mostraron preocupadas. En referencia a una noticia de la revista Semana, Martínez comentó: “Esta vaina no es justa. La ponen como si ella fuera parte de la organización que montó Olmedo. No sé si me da más rabia que tristeza”. Ramírez le contestó: “Ay no, horrible (...) No sé ni qué decir. Me siento mal por todo. Como culpable de dejarla a ella encargada. No sé, haha”. Para mediados de noviembre de 2024 la Corte abrió investigación formal contra los parlamentarios de la CICP. “Qué pereza eso, haha, pensé que ya no sonaba más”, comentó Ramírez. Y más adelante volvió a criticar a los medios que reportaban nuevas esquirlas del escándalo. Ya entonces la presión contra Bonilla era muy fuerte. “Yo ayer lo vi muy angustiado diciéndome que mucha gente le estaba diciendo que renunciara”, sostuvo Ramírez.
Alba Nury Martínez le contestó: “No, lo necesitamos como ministro”. Ramírez finalizó ese diálogo así: “Yo le dije que internet estaba lleno de odios y de gente sin oficio, pero toca apoyarlo mucho. Al final está viejito y con esto da susto”. A principios de diciembre, ya se sabía que Bonilla se iba. Ante las especulaciones, los medios llegaron al Ministerio. Alba Nury Martínez lo dijo en estos términos: “Ya llegaron los hp de Caracol a plantar sus cámaras en frente del Ministerio”. Finalmente el 4 de diciembre de 2024 el ministro Ricardo Bonilla renunció. “No aguantó el jefe”, comentó Martínez. Ramírez le dijo: “Mejor. Está más tranquilo”. Martínez agregó: “Sí. Yo lo veía muy atormentado. Casi avergonzado. Ya no quería ver a nadie”. Una semana después, se conocieron las confesiones de María Alejandra Benavides en la Fiscalía en las que salpicó a su exjefe, al exministro Velasco y a la propia Andrea Ramírez.
“Nunca me había pasado algo así, de sentirme tan mal”, se quejó Ramírez. “Lo que me dijo el jefe es que hay que buscar desbaratarle sus mentiras”, le respondió Martínez en referencia a Benavides. “Totalmente”, agregó Ramírez. “Él (Bonilla) estaba muy preocupado. Me preguntó cómo estabas. Me dijo que no te llamaba ni te escribía porque seguro tiene el teléfono intervenido”, le dijo Martínez. Al día siguiente, Ramírez le confesó que había sufrido una crisis y que estaba muy incómoda: “Estoy ya emputada de las mentiras. Yo no sé qué le habrán encontrado a ella (a Benavides) para que tenga que inventar semejantes historias para salvar su pellejo”. Las siguientes conversaciones de su chat se remiten a contar que ambas estaban siendo requeridas por la Corte y la Fiscalía. Ramírez hoy es investigada como supuesto enlace de este entramado de corrupción, aunque ella dice que es inocente.
Más allá del escándalo Ungrd, hay varias perlas en esos chats en relación con otros temas. En alguna ocasión se quejaron del parlamentario del Pacto Histórico Heráclito Landínez. “Es todo grosero me parece, haha”, le dijo Ramírez a Martínez, quien también criticó a José Roberto Acosta, a quien no bajaba de “patán” y maltratador. “Con José toca tener paciencia y resistencia para no querer ahorcarlo”, le respondió Martínez. En otro chat hablaron del senador Julio Estrada. “Ese señor no me gusta. Es un indígena del ph (Pacto Histórico). Imagínate que no me firmaba la ponencia hasta que no le diera esta cita (con el ministro)”, le dijo Ramírez a Martínez, quien le contestó: “Es que en el Pacto hay mucha gente como fatal. Parecen oposición”. En un chat de agosto de 2024, ambas se burlaron de la impuntualidad del entonces director de la Dirección Nacional de Planeación (DNP), Alexánder López y del propio presidente Petro.
En septiembre de 2024, el mandatario dio un encendido discurso en el que habló de que se estaba gestando un golpe de Estado en contra suya y que lo que se buscaba era que el presidente del Congreso, Efraín Cepeda, lo sucediera en el poder. Andrea Ramírez reaccionó a la noticia en el chat con Martínez de la siguiente manera: “Ahora sí se chifló”. Y a propósito del malestar de las funcionarias con miembros del Pacto Histórico, en un chat salió a relucir la representante María Fernanda Carrascal. “No me soporto a Carrascal”, le dijo Ramírez a Martínez. Se estaba quejando de un trino suyo en el que Carrascal escribió: “No naciste niño, naciste con pene. Ser niño o niña, como concepto, es una construcción social”. Andrea Ramírez contestó: “Hágame el favor. Personalmente no estoy de acuerdo. Además acaba de ser mamá y diciendo esas cosas. Me parece muy hueca para estar representando al país como congresista”.
A través de estas conversaciones en poder de la justicia se puede ver la difícil relación que mantuvo el Ministerio de Hacienda de Ricardo Bonilla con el Congreso. Las funcionarias en sus chats lo decían sin rodeos. Hablaban de chantajes y extorsiones por parte de políticos interesados. Bonilla se negó a aceptar su responsabilidad en este expediente cuando la Fiscalía le imputó cargos el pasado 1 de diciembre. Lo mismo hizo su excolega Luis Fernando Velasco. Hace un año, cuando Bonilla renunció a su cargo, el presidente Petro lo defendió a capa y espada. Hoy ya no lo hace públicamente, pues está concentrado en defenderse de otro escándalo que lo acecha: la presunta infiltración de las disidencias en la inteligencia del Estado. Mientras avanza esa investigación y la de la Ungrd, se sabe que Alba Nury Martínez es representante por Colombia en el Banco Centroamericano de Integración Económica en Honduras.
A ese cargo en el país centroamericano Martínez llegó por designación del alto gobierno. Aunque su puesto estuvo en veremos, según se lee en los chats, porque en un momento el ministro del Interior Armando Benedetti estuvo preguntando en el Ministerio de Hacienda por la disponibilidad de ese cargo. El Espectador también conoció la extensa declaración que le dio a la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia la exsecretaria privada de Bonilla. En la diligencia explicó que su trabajo era manejar la agenda del entonces ministro y coordinar con el enlace del Congreso, Andrea Ramírez, las reuniones que le pedían parlamentarios y mandatarios locales para solicitar recursos para sus regiones. Eso sí, Martínez señaló enfáticamente que jamás escuchó la frase de “cupos indicativos” en el ministerio mientras estuvo trabajando allí. También negó conocer por qué María Alejandra Benavides declaró que esa era una práctica para comprar congresistas. En esencia, defendió la honorabilidad de su exjefe Bonilla. Martínez no está siendo investigada en este caso. Su interlocutora, Andrea Ramírez, sí.
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