Aunque a último minuto el juego del poder y la política casi cambia por completo las cuentas, la elección del nuevo magistrado de la Corte Constitucional estaba cantada. El Senado eligió con 62 votos al abogado Carlos Ernesto Camargo Assis como el reemplazo de José Fernando Reyes Cuartas, de una terna que formuló la Corte Suprema de Justicia. En medio de esa disputa y jugadas políticas milimétricamente calculadas, así como de las controversias que no faltaron y que empeñaron la elección, quedó cerrado un recambio en el que, en solo este año, cuatro magistrados salieron de la Corte y llegaron nuevos juristas a la cúpula de la justicia constitucional del país.
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En contexto: Carlos Camargo fue elegido como nuevo magistrado de la Corte Constitucional
La trasescena de la jornada
La jornada estuvo marcada de punta a punta por el nerviosismo. Los ternados, María Patricia Balanta, Carlos Camargo y Jaime Tobar, llegaron temprano al Capitolio para afianzar sus apoyos. Camargo recorrió varias oficinas del edificio nuevo del Congreso y, una vez en la plenaria, hizo lo mismo por las curules de los partidos divididos, conversando constantemente con senadores de La U, la Alianza Verde y los cristianos, entre otros. Balanta y Tobar hicieron lo propio. Antes del inicio formal de la sesión, Camargo sostuvo una junta exprés con tres figuras de alto calibre del Partido Conservador, el Liberal y Cambio Radical: Efraín Cepeda, Lidio García y Jorge Benedetti.
Los tres representaban los intereses de sus directivas, que pidieron respaldar a Camargo y atajar a Balanta, pero que, hasta ese momento, tenían pendiente resolver el sentido de voto de algunos disidentes de sus filas. Varios alfiles del Gobierno intentaron sumarse a la contienda, pero se chocaron con la decisión del presidente del Senado, Lidio García, de impedir el ingreso al recinto de personas diferentes a los congresistas. El ministro de Trabajo, Antonio Sanguino, se quedó parado frente a la puerta del salón social de la plenaria cuando un funcionario del Congreso y un policía le impidieron la entrada. “Y dicen que el dictador es Petro”, comentó Sanguino en voz baja antes de retirarse.
Lidio García respondió que los “ministros no votan” y defendió la decisión como una forma de blindar el proceso ante tantas presiones. Informado de esta situación, el ministro Armando Benedetti, quien despacha desde la Casa de Nariño con funciones de presidente por el viaje de Gustavo Petro a Japón, decidió quedarse en ese despacho y dar línea a sus aliados a través de chats y llamadas. El primer termómetro de la elección llegó por cuenta de los impedimentos, los cuales también demostraron que la decisión terminó siendo una nueva pelea entre oficialismo y oposición. Isabel Zuleta, del Pacto Histórico, quedó por fuera de la elección, así como el conservador Marcos Daniel Pineda, por ser cuñado de Camargo.
La mayor carga de nerviosismo para el debate llegó desde afuera. Mientras en la plenaria se movían los ternados con sus discursos y convenciendo uno a uno a los senadores, en el Consejo Nacional Electoral (CNE) las fuerzas políticas respondían con tácticas a contrarreloj para influir en la votación. ¿La razón? Dos votos de Cambio Radical, los de Temístocles Ortega y Ana María Castañeda, quienes fueron sancionados por las directivas del partido por supuestamente actuar en favor del Ejecutivo. En la noche de este martes, dos magistradas del CNE cercanas al Pacto Histórico, Alba Lucía Velásquez y Fabiola Márquez, suspendieron las decisiones dándoles luz verde a los senadores para votar.
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Sin embargo, antes de las 3:00 de la tarde de este miércoles, el bloque de opositores en el CNE activó una estrategia para bloquear a los legisladores y dejaron sin efecto la decisión de las magistradas. Al final, la avalancha de recursos y notificaciones llegaron al debate de la plenaria y generaron caos y gritos desde todas las esquinas y más de una acusación. En medio del cruce de mensajes y la confusión, el presidente Lidio García y el secretario Diego González optaron por no comprar esa pelea y señalaron que Ortega y Castañeda eran libres de votar bajo su responsabilidad. Así, los 103 senadores, pasaron a las urnas tratando siempre de mantener la reserva de su voto.
Visiblemente nervioso, Carlos Camargo, en medio de sus dos contendores, rayaba con un lapicero una hoja en blanco cada vez que el secretario del Senado, Diego González, llamaba a votar a quienes él consideraba sus aliados. Sus cuentas a boca de urna lo daban como ganador por amplia mayoría; sin embargo, de pie, se mantuvo ansioso hasta que el presidente del Senado confirmó su victoria. De los 103 votos consignados, 62 se los quedó el exdefensor del pueblo y los otros 41 fueron para su principal rival, María Patricia Balanta. El otro ternado, Jaime Tobar, salió en blanco. Los 21 votos de diferencia que le sacó Camargo a Balanta evidenciaron que la estrategia que desplegó la Casa de Nariño se quedó corta.
Ni las llamadas, reuniones privadas y acuerdos contractuales que se habrían planteado no lograron voltear la balanza en favor de los intereses del Ejecutivo. Incluso, en el mismo Congreso advirtieron que es una derrota para el presidente Gustavo Petro y su ministro del Interior, Armando Benedetti, quienes movilizaron sin éxito el músculo oficial para intentar incidir en esta elección. Benedetti, quien siguió toda la jornada desde uno de los despachos de Palacio, intentó hasta última hora que Balanta se le acercara más a Camargo, pero los movimientos que enfocó especialmente en La U, liberales y conservadores, no terminaron de cuajar. La molestia en la Casa de Nariño es tan alta que fuentes de la presidencia confirmaron que se pidió la renuncia a tres ministros: el del Trabajo, Antonio Sanguino (Alianza Verde), la de Comercio, Diana Marcela Morales (Partido Liberal), y el de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC), Julián Molina (Partido de la U).
Tras su victoria, Camargo expresó: “Hoy, más que nunca, sé lo que está en juego. Es la confianza de los ciudadanos en sus instituciones y la certeza de que la justicia se ejerce, no en beneficio de unos pocos, sino en nombre de todo el pueblo colombiano (...) Colombia puede tener la certeza de que este magistrado trabajará sin descanso para garantizar la supremacía de la Constitución, para proteger la juridicidad que da coherencia al orden jurídico y para asegurar que ninguna coyuntura política pueda poner en riesgo la permanencia de nuestros principios fundacionales. Me comprometo a que cada decisión esté inspirada en el respeto por la dignidad de la persona humana, que es el eje de nuestro orden constitucional”.
El camino de Camargo
Camargo se inscribió a la convocatoria que abrió la Corte Suprema de Justicia y se convirtió en el favorito. Al Senado también llegó como el preferido, pues ya era su tercera vez presentando su hoja de vida ante la plenaria para quedarse con apetecidos cargos. El primero fue para ser magistrado del Consejo Nacional Electoral (CNE) en 2014, y luego para ser defensor del Pueblo en 2020, ternado por el expresidente Iván Duque. Su ventaja en los corrillos políticos fue evidente, incluso desde mucho antes de la jornada de elección de este miércoles. Pese a que el gobierno Petro trató de complicarle el camino y apoyar a la abogada María Patricia Balanta, Camargo ganó con superioridad.
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En el camino quedaron las controversias que lo persiguieron hasta último minuto. La primera apareció justamente cuando al Corte Suprema publicó la terna que incluyó al exdefensor del Pueblo como candidato y a todos les llovió las críticas por el hecho de que varios magistrados que participaron en esa postulación tienen a familiares con cargos públicos en la Defensoría del Pueblo, trabajos a los que llegaron por postulación del propio Camargo. Según La Silla Vacía, el 41% de la Corte Suprema que ternó a Camargo recibió beneficios mientras él estuvo en la Defensoría del Pueblo. Sin embargo, el alto tribunal mantuvo la postulación que ayer resolvió el Senado.
En medio del ruido que persiguió a Camargo, pronto se sumó otra controversia: su paso por la Defensoría del Pueblo, justamente durante el estallido social de 2021. Para varios expertos y académicos, aunque su gestión fue valiosa para alertar a las autoridades del fortalecimiento de grupos armados en todo el país, para muchos hizo falta una presencia mucho más activa durante el estallido social de 2021 en contra del gobierno Duque, justamente quien lo había ternado y con quien existe una relación política y de amistad desde hace varios años. En medio de la lluvia de críticas, a Camargo se le atravesó el propio Ejecutivo, quien decidió apoyar a María Patricia Balanta para quedarse con el puesto en la Corte Constitucional.
Esa decisión terminó por manchar el proceso. Por un lado, quienes apoyaron la candidatura de Camargo aprovecharon esa movida para tildar a Balanta de ser afín al gobierno y la última carta del presidente de poner a otra de sus fichas en la Corte. Ya lo hizo con los magistrados Vladimir Fernández, su exsecretario jurídico, y Héctor Carvajal, su exabogado y amigo. Por eso, para varias orillas, el apoyo a Balanta era un “peligro” para la separación de poderes y, en últimas, en un peligro para el equilibrio en el alto tribunal. Pese a ese ruido, Balanta siguió su candidatura. Ella misma se encargó de dejar claro que no tenía nada que ver con el petrismo y fue sincera al describir lo que había sucedido durante su campaña en el Senado.
“Me han estigmatizado y yo estoy segura de que es por ser mujer y por ser negra porque ahí mismo me ubicaron en el petrismo. Y yo no soy petrista”, explicó la abogada. De nada sirvieron sus aclaraciones y su trayectoria de más de 20 años en el Tribunal Superior de Buga, cargo tras un concurso de méritos. Y tampoco sirvieron las advertencias de que, con esta última elección, la Corte Constitucional se alejaría, todavía más, de la paridad de género que había logrado en los últimos años. Ahora, en la Sala Plena habrá seis hombres: Jorge Enrique Ibáñez, Juan Carlos Cortés, Miguel Polo, Vladimir Fernández, Héctor Carvajal y Carlos Camargo; y solo tres mujeres: Paola Meneses, Natalia Ángel y Lina Marcela Escobar.
Con esta reconfiguración, todo está por verse, sobre todo en la manera en que se equilibrarán las posiciones jurídicas de los magistrados. En todo caso, la elección de Camargo dejó en evidencia, una vez más, que las ternas a la Corte Constitucional terminan cruzadas por cuotas, cálculos políticos y cuestionamientos de independencia. En este caso, las polémicas sobre el paso de Camargo por la Defensoría, los beneficios otorgados a familiares de magistrados y el respaldo de viejas alianzas políticas marcaron su elección y, de nuevo, la meritocracia y la equidad de género volvió a pasar a un segundo plano. Ahora, está en sus manos demostrar, con sus decisiones, si logra disipar esas dudas sobre su independencia.
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