Seis civiles muertos, incluyendo a una mujer embarazada y un joven de 17 años, y 77 heridos. Graves daños a edificaciones, locales comerciales y vehículos. Militarización de Cali y despliegue de fuerzas armadas entre el norte del Cauca y el sur del Valle del Cauca. Miedo, angustia y dolor. Ese fue el resultado de la explosión ocurrida a las 2:50 de la tarde del jueves 21 de agosto, de un camión bomba instalado cerca a la Base Aérea Marco Fidel Suárez.
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La onda explosiva rompió los vidrios de esta zona del norte de la ciudad y tumbó muchos de los árboles de los barrios La Base y Villa Colombia. Este es el hecho violento más grave que se registra en la capital del Valle del Cauca en lo corrido de este año.
Las autoridades atribuyeron el atentado a las disidencias de las Farc comandadas por alias “Iván Mordisco”. Puntualmente, a la estructura Jaime Martínez, que tiene incidencia en el sur del Valle del Cauca y en poblaciones cercanas a la capital, como Jamundí. Es también el grupo que ha sido señalado como responsable de las 24 acciones terroristas perpetradas en la mañana del pasado 10 de junio en Valle y Cauca, que dejaron a 27 personas heridas, cinco civiles y dos policías muertos.
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En medio de los gritos y las columnas de humo que levantó la explosión de esta semana, personas del sector detuvieron a uno de los presuntos responsables y las autoridades aprehendieron a otra persona, al perecer, relacionada con el hecho.
El presidente Gustavo Petro aseguró que uno de los capturados, quien responde al alias “Sebastián”, haría parte de la estructura liderada por Iván Jacobo Idrobo Arredondo, alias “Marlon”. Las autoridades ofrecen una recompensa de hasta $3.200 millones por información que permita la captura de este último hombre.
Guillermo Londoño, subsecretario de Seguridad del Valle del Cauca, explicó en diálogo reciente con El Espectador que estos hechos ejecutados por la estructura Jaime Martínez, liderada por “Marlon” en Valle del Cauca, tienen el objetivo de atacar a la fuerza pública, mantener el control territorial y el dominio de las rentas ilícitas del narcotráfico, la extorsión y la minería ilegal de oro en sitios como los farallones de Cali.
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La Defensoría del Pueblo ya había advertido la gravedad de la incidencia de la estructura Jaime Martínez en Jamundí y Cali. También ha llamado la atención sobre enfrentamientos entre Ejército de Liberación Nacional (Eln) y Clan del Golfo en el Bajo Calima, y emitió una alerta el 7 de mayo sobre la guerra por el microtráfico entre las bandas La Inmaculada y Los Rastrojos Nueva Generación en Andalucía y Bugalagrande.
La respuesta a esta situación, por el momento, es solo militar. El alcalde de Cali, Alejandro Éder, ordenó la militarización de la ciudad por tiempo indefinido. Y el presidente Petro lideró un consejo de seguridad después del cual ordenó el despliegue de fuerza pública en límites entre Cauca y Valle del Cauca.
El Espectador reconstruyó las historias de cinco de las víctimas mortales del atentado y habló con las familias de dos de las personas que resultaron heridas en el atentado, una de ellas, de solo diez años de edad. Estas son sus historias.
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Cristian Leandro Riascos
Estaba en su moto, en camino a recoger a su esposa del trabajo, cuando estalló el camión bomba. Por la gravedad de sus heridas, murió en el lugar del atentado. Tenía 24 años y estaba casado con Laura Ojeda, con quien tenía una bebé de un año y medio. Leidy Riascos, hermana de Cristian, contó que, luego de enterarse del atentado, pudo identificar el vehículo en el que se transportaba su familiar, pero no había rastro de él.
Lo buscaron en varios hospitales de la ciudad. “Fue un momento de angustia, de desesperación por no saber dónde estaba o si estaba vivo”, relató Leidy Riascos. “Era muy caballeroso y no sé cómo voy a encontrar un hombre así, tan lleno de amor y tan buen papá”, recordó su pareja.
Jhon Alexander Zúñiga
“Mi hijo era un buen muchacho. Había sido coordinador en comedores comunitarios y trabajaba por la gente del barrio”. Con estas palabras, Alexander Zúñiga recordó a su hijo, Jhon Alexánder Zúñiga, de 24 años, quien perdió la vida en el atentado. Cuando explotó la bomba, el joven estaba con su tía comprando ropa cerca de la base aérea Marco Fidel Suárez. En los primeros reportes, a Alexander Zúñiga le informaron el fallecimiento de ambos familiares.
“Esto es muy berraco. No lo podía creer. Yo soy hipertenso y me desmayé. A las seis de la tarde nos llamaron de la Clínica de Occidente informar que mi hermana estaba viva, pero con un brazo en muy mal estado. Corrimos hacia allá y es posible que pierda su extremidad. Mi hijo era un buen muchacho. Deportista, jugador de fútbol”, insistió Alexander Zúñiga.
Jhon Éder Parra
Taxista de profesión, Jhon Éder Parra, de 59 años, murió en su vehículo, cuando transitaba por la zona del atentado. Era conocido en el barrio porque también tenía habilidades como cerrajero y sus vecinos lo solían llamar para arreglar chapas o hacer duplicados. Johnny Rangel, vocero del gremio La Mancha Amarilla (que agrupa a conductores de servicio público), recordó a Parra como “una persona muy conocida y querida en el barrio San Marino”.
El vocero agregó que la víctima estaba transitando por la carrera octava con calle 52, a pocas cuadras de su casa, cuando estalló la bomba. Minutos antes, habló con una de sus sobrinas, quien le pidió el favor de recogerla. Ella está encargada de recibir los restos de su tío, pues su hijo vive en España.
Martha Lucía Agudelo Martínez
Era profesora de transición en el colegio Gabriel García Márquez en Cali. Según la Secretaría de Educación de la ciudad, Martha Lucía Agudelo Martínez, de 51 años, estaba en la zona de la explosión, junto a su esposo, camino a visitar a su madre.
Aunque alcanzó a ser trasladada a un centro de salud, murió por la gravedad de sus heridas. “Fue una profesora dedicada al cuidado de la primera infancia. Lamentamos profundamente esta pérdida para la ciudad, para los niños y para su familia”, expresó Sara Mercedes Rodas, secretaria de Educación de Cali.
Juan Diego Martínez
Juan Diego Martínez soñaba con ser futbolista. Desde pequeño lo acompañó un balón de fútbol. Tenía 17 años y en el momento del atentado estaba cerca de la base aérea, acompañado de su mamá, María Elena Echeverry, a buscar productos para peluquerías. Ambos querían abrir un centro estético. Hace un año se había graduado del colegio y su mayor aspiración era ser jugador de fútbol profesional, para ayudar a sus padres. “Como familia nos duele profundamente esta pérdida. Seguimos sin asimilarlo, no lo entendemos. El dolor es muy profundo y nos acompañará siempre”, dijo uno de sus familiares.
“Lo que más nos duele es saber que ella lo único que le pedía a los paramédicos era que atendieran primero a su hijo, porque era el sol de su vida. Vivía para él. Era su pequeño. Ahora no sabemos cómo podremos continuar”, concluyó. El joven murió por el atentado y su madre quedó gravemente herida.
Isabella Correa Ramos
Isabella Correa Ramos tiene solo 10 años, estaba en un local comercial junto a su madre en el momento de la explosión y sufrió una cortada profunda en una de sus piernas, causada por un vidrio. Su sueño es ser patinadora profesional. “Lo primero que hizo al levantarse después de la cirugía fue pedir que su papá la lleve a patinar, pero también dice que le duele mucho su pierna”, aseguró Nataly Ramos Campo, madre de la niña.
Describió a su hija como valiente, amigable, feliz y tierna. Incluso, ha afrontado esta situación como lo hace en el patinaje. “Ella se cae practicando y por más duro que sea el golpe, se levanta y continúa. Yo lo que estoy haciendo es decirle que saldrá adelante, que volverá a patinar y que todo seguirá igual”, comentó la madre.
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Neidy Morales
En 2018, Neidy Morales llegó de Guapi (Cauca) a Cali buscando un mejor futuro para ella y para su hija, de 10 años. Ha trabajado en servicios generales, como vendedora y haciendo otros oficios. Es madre soltera y vive con una de sus hermanas, quien la definió como una mujer “trabajadora, cariñosa y responsable. Su único objetivo en la vida es que su niña tenga una infancia segura”.
Neidy es empleada en uno de los locales comerciales cercanos al sitio del atentado; salía de trabajar cuando fue alcanzada por la onda explosiva, quedó gravemente herida y permanece internada en la Clínica Cali. “No entiendo por qué le hacen daño a la gente buena. Su amor es tan grande hacia nosotras que antes de quedar inconsciente, solo repetía el nombre de su hija y pidió que llamaran a avisar que estaba herida”, contó su hermana.
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