Lo que dijo Mario Montoya en la JEP sobre falsos positivos en Antioquia
Durante dos días, magistrados de la Sala de Reconocimiento, víctimas y la Procuraduría, interrogaron al excomandante del Ejército por los falsos positivos cometidos mientras fue comandante de la Cuarta Brigada. Algunos crímenes que le endilgan los negó, de otros dijo no acordarse y en otros más, aclaró que no estaba seguro.
Felipe Morales Sierra
Negación, olvido e incertidumbre. Así definió lo sucedido uno de los presentes que estuvo en la versión voluntaria que rindió durante dos días, el excomandante del Ejército, el general (r) Mario Montoya Uribe, ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). La diligencia pretendía indagar en los cientos de falsos positivos que registraron unidades militares adscritas a la Cuarta Brigada, mientras Montoya era su jefe, entre 2002 y 2003. Si bien, contrario a otras ocasiones, el alto oficial no guardó silencio, lo que dijo tampoco cumplió con las expectativas que tenían las víctimas. Por eso, organizaciones que defienden a los afectados por estos crímenes dijeron que la verdad que aportó fue “escasa”.
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Negación, olvido e incertidumbre. Así definió lo sucedido uno de los presentes que estuvo en la versión voluntaria que rindió durante dos días, el excomandante del Ejército, el general (r) Mario Montoya Uribe, ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). La diligencia pretendía indagar en los cientos de falsos positivos que registraron unidades militares adscritas a la Cuarta Brigada, mientras Montoya era su jefe, entre 2002 y 2003. Si bien, contrario a otras ocasiones, el alto oficial no guardó silencio, lo que dijo tampoco cumplió con las expectativas que tenían las víctimas. Por eso, organizaciones que defienden a los afectados por estos crímenes dijeron que la verdad que aportó fue “escasa”.
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El Espectador reconstruyó buena parte de lo que dijo el general (r) Montoya Uribe durante esos dos días en Medellín, en la diligencia que cumplió a puerta cerrada el militar de más alto cargo en ser involucrado con la política de asesinatos de civiles presentados como bajas en combate. Según varios de los presentes, el excomandante del Ejército hasta exaltó la labor de la JEP porque, según él, ha sido esta corporación la que ha logrado desentrañar falsos positivos que ni él mismo conocía. Varias veces durante su versión, incluso, dijo que este fenómeno criminal ocurrió por los “engaños” de soldados rasos a sus comandantes con falsos resultados operacionales.
El primer día, la magistrada Catalina Díaz, de la Sala de Reconocimiento de Verdad de la JEP, quien estuvo a cargo de la diligencia, inició preguntándole a Montoya Uribe por su carrera militar y por el organigrama, así como por temas administrativos y tácticos de la Cuarta Brigada cuando él llegó a comandarla, en 2002. La magistrada le fue leyendo fragmentos de declaraciones de otros militares que lo han señalado directamente de presionarlos y hasta de darles órdenes directas para encubrir falsos positivos. Según varios presentes, en las respuestas del general en retiro se notaba que su defensa lo preparó, con cifras y documentos, para contestar preguntas difíciles.
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Por ejemplo, les mostró a los magistrados, al procurador y a los abogados de las víctimas, una tabla sobre los resultados operacionales de la Cuarta Brigada mientras él fue su comandante. Los números, que aseguró haber obtenido tras enviarle un derecho de petición al Ejército, mostraban que para esos años esa unidad militar obtuvo muchas más capturas que bajas en combate. El argumento que desarrolló luego era que, si él hubiera privilegiado las muertes y hubiera ejercido presiones para lograrlas, estas serían mucho más altas. Ni siquiera reconoció que los falsos positivos que ocurrieron mientras él comandaba esa unidad militar merezcan una sanción por omisión.
Esa idea tomó fuerza en la sala de la diligencia más adelante. Los magistrados le preguntaron a Montoya Uribe por las acciones que tomó para garantizar que sus tropas respetaran los derechos humanos. El general en retiro sacó un archivo de alrededor de tres hojas que contenían la política de derechos humanos de la Brigada para ese periodo. Pero cuando Díaz y sus compañeros le cuestionaron sobre qué otras medidas concretas tomó, solo dijo que esa labor era responsabilidad de quien fungía como oficial de derechos humanos de la unidad militar, no suya. Este tipo de posturas se extendieron durante el resto de la diligencia.
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De hecho, en la segunda jornada de la versión voluntaria, el 30 de septiembre, los magistrados dejaron una constancia de que Montoya Uribe había caído en contradicciones. Ese día, las preguntas se centraron en casos mucho más concretos de falsos positivos cometidos por miembros de unidades militares que le respondían a él. Por ejemplo, los ocurridos en Dabeiba (Antioquia), descubiertos por la JEP con base en confesiones de otros exmiembros del Ejército que reconocieron que, luego de asesinar a civiles, enterraron sus cuerpos en el cementerio municipal como “NN” para ocultar sus crímenes.
Para ese momento, buena parte de Medellín, y Antioquia en general, estaba sitiada por la insurgencia, principalmente por dos frentes de las Farc y uno del Eln. En sus respuestas, Mario Montoya refirió los éxitos que tuvo la Cuarta Brigada y que golpearon al Frente 9 de las Farc hasta casi hacerlo desaparecer. Tras sacar pecho porque, a su juicio, estaban ganando la guerra, la magistrada Díaz le preguntó al general (r) que, si este grupo guerrillero estaba tan disminuido, ¿qué enemigo estaban combatiendo sus hombres cuando presentaban cifras tan altas de muertes en combate? Montoya no pudo dar una respuesta que convenciera a los presentes.
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En algunos casos, Montoya sí negó tajantemente lo sucedido. Por ejemplo, un compareciente le contó a la JEP que en una operación ilegítima asesinaron a cinco civiles, dos de ellos niñas menores de edad, y que el general, supuestamente, les dio la orden de ponerles uniforme camuflado para hacerlos pasar como bajas. Según la versión del alto oficial, él nunca dio esa orden directa. Reconoció, eso sí, que se enteró del hecho tiempo después, pero los uniformados involucrados no recibieron sanción alguna. También negó haber pedido “litros de sangre”, una expresión que varios de sus subordinados han asegurado que usaba cuando los presionaba por bajas en combate.
Además de las expectativas rotas, la diligencia estuvo plagada del inconformismo de las víctimas. Fueron ellas las que pidieron que la versión se realizara en Medellín y querían estar en el mismo espacio que él. Sin embargo, fueron ubicadas en una sala contigua, donde observaron la diligencia a través de una pantalla. Falta ver si en el futuro se liman esas asperezas o si Mario Montoya ampliará su reconocimiento, dado que se avecinan próximas citaciones que le hará la JEP. Los magistrados deben evaluar esta declaración y decidir si vuelven a llamar a Montoya y, más adelante, si lo imputarán como máximo responsable por los falsos positivos de la IV Brigada. Por ahora, solo anunciaron que también lo llamarán por asesinatos cometidos cuando estuvo al frente de la I División y el Comando Conjunto Caribe.
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