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Las primeras fotos. 2019. Un hombre desconocido escribía a través de Instagram o WhatsApp con la intensión de cotizar un tatuaje. Siempre a mujeres. Ellas, en busca de avanzar con la cotización, le pedían una foto de referencia del diseño, la ubicación en el cuerpo del tatuaje y el tamaño. Lo que recibían: una foto explícita de sus partes íntimas.
Las tatuadoras, quienes en ese entonces comenzaron a crear comunidad en Medellín, crearon un grupo de WhatsApp para hablar de la situación. Incomodidad y pánico eran apenas algunas de las sensaciones que empezaron a explorar al darse cuenta de que eran las mismas fotos, de que claramente se ve el mismo rostro, del mismo hombre, en cada una en ellas.
Los años fueron pasando. A través de diferentes números y diferentes perfiles de Instagram, el hombre les escribía. En el grupo de tatuadoras ya estaban advertidas. Su forma de protegerse, además de que algunas denunciaron ante las autoridades, fue unirse. Cada vez llegaron más con el mismo testimonio. Ahora son más de 70 mujeres.
“A mí me envío lo mismo hace poco”, “Siii, ese man también me contactó y lo mismo”, “Si me pasó, pensé que era la única, nunca dije nada, solo lo borré”, escriben ahora en comentarios de un video en el que hizo Susana Moncada, una de las artistas que realizó la denuncia púbica el pasado 13 de febrero de 2025 en esa misma red social.
A Moncada, por ejemplo, le ha hablado desde Instagram a través de perfiles diferentes. Los elementos con los que se dan cuenta de que es el mismo hombre son las fotos (en las que aparece desnudo, mostrando su rostro y sus partes íntimas en poses similares) y los videos masturbándose. A pesar de que lo bloquean y denuncian, él vuelve y las acosa de la misma manera, cuentan ellas. “Tenemos 20 denuncias con evidencias, porque una gran mayoría, al bloquear el contacto y reportarlo, pierde las evidencias”, dice la tatuadora.
Ante estos casos, Valeria Molina, secretaria de Mujeres de Medellín, aseguró que ya han recibido los reportes de las víctimas de acoso y han ofrecido el acompañamiento jurídico y psicológico. “Desde la Secretaría de Seguridad se realizó el impulso del caso en la Fiscalía para avanzar en las investigaciones correspondientes y, adicionalmente, se hizo una solicitud a migración para la consideración de medios administrativos con la embajada de Estados Unidos”, señaló la funcionaria.
Sin embargo, las tatuadoras aseguran que ha sido compleja la comunicación con la Secretaría de Seguridad. “Nos tocó rogarle al secretario, le dimos toda la información y no nos contesta”, declara una de ellas y detalla que quien las ha acompañado ha sido una abogada que se acercó de forma voluntaria.
Por ahora, las tatuadoras de Medellín buscan apoyo urgente. Hay miedo de que tras las denuncias públicas el hombre tome otras formas de violencia, además de las que ha ejercido supuestamente durante todos estos años. Incluso, una mujer tatuadora de Ciudad de México comentó en el video: “A mí ese tipo hace muchos años me envió fotos de sus genitales de forma muy explícita”, lo que muestra que no es una situación solamente local. Por eso, “las tatuadoras, empresarias, pedimos garantías de seguridad”, exigen las artistas.
Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.