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Hace casi 30 años Colombia no se enfrentaba a la decisión de Estados Unidos de removerle la certificación en la lucha contra el narcotráfico. La última vez que el país vivió algo así fue durante el período presidencial de Ernesto Samper, en medio del escándalo por el llamado Proceso 8.000 y de las acusaciones acerca de que su campaña recibió dineros del narcotráfico.
Por ese entonces, la relación entre Colombia y Estados Unidos experimentó un deterioro progresivo en materia de la lucha contra el narcotráfico. Así lo detalló la Cámara de Comercio Colombo Americana, la cual calculó que entre 1996 y 1997 hubo una suspensión de aproximadamente US$ 35 millones en la ayuda al país, especialmente en temas relacionados con el apoyo militar, la educación y la asistencia técnica antinarcóticos.
Además, Washington le quitó la visa a Samper y también se la suspendió a otros funcionarios de su gobierno, al tiempo que se aplicaron restricciones a los créditos internacionales y se dificultó la diplomacia entre el Palacio de Nariño y la Casa Blanca.
La falta de cooperación sustancial fue el argumento que utilizó el gobierno de Bill Clinton para justificar la descertificación a Colombia. Ahora bien, Coletta Youngers, quien en esa época era representante de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, escribió en una revista del CINEP que la adopción de una postura dura ante el Estado colombiano respondió a la necesidad del presidente estadounidense de mostrarle al electorado que merecía ser reelegido, como de hecho sucedió.
Colombia volvió a obtener la certificación en 1998, cuando el país estaba haciendo la transición de poder hacia Andrés Pastrana. Desde entonces, Washington evitó aplicar este castigo, incluso en momentos récord de cultivos de coca. La última amenaza seria fue en 2017, cuando Donald Trump, en su primera administración, aseguró que “consideró seriamente” sancionar al gobierno de Juan Manuel Santos, aunque finalmente no lo hizo.
En su segundo período al frente del Ejecutivo estadounidense, el republicano decidió descertificar al país en la lucha contra el narcotráfico. El Departamento de Estado, liderado por Marco Rubio, aseguró que “bajo el desafortunado liderazgo de Petro, el cultivo de coca y la producción de cocaína en Colombia han alcanzado niveles históricos”. A su vez, determinó que “los resultados importan: ¡Debemos ver progreso y debe ser pronto!”.
Al mismo tiempo, detalló que “si bien Estados Unidos dedicará todos los recursos necesarios para castigar a los delincuentes que facilitan la producción, el transporte y el contrabando de drogas ilícitas a través de nuestras fronteras, también instará a los países de origen y tránsito de estas drogas a que cumplan con sus obligaciones y corten el suministro, o se enfrentarán a graves consecuencias”.
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