Desde septiembre, Estados Unidos ha llevado a cabo ataques contra 21 embarcaciones, que, en el Pacífico y el Caribe, han dejado 80 muertos. Ahora, todo indica que estas acciones fueron solo el inicio: Washington anunció una nueva operación militar, “Lanza del Sur”, con la que promete reforzar su presencia y apoyar sus operaciones cerca de las costas venezolanas.
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Aunque Pete Hegseth, secretario de Guerra de EE. UU., no dio detalles sobre el operativo cuando lo anunció en su cuenta de X, sí afirmó que trabajaría en conjunto con el Comando Sur, actualmente a cargo de las acciones en el Caribe.
El gobierno estadounidense ha intensificado su ofensiva contra el líder del régimen venezolano, Nicolás Maduro, a quien considera “ilegítimo”. Sostiene que las lanchas atacadas transportaban fentanilo con destino a su territorio.
“Estados Unidos busca presionar a Maduro para forzar su salida, pero aún no ofrece una opción real de transición para él y su círculo cercano. Sin una propuesta negociada, solo queda la escalada, algo que nadie parece querer, y por ahora no hay señales de voluntad para negociar”, afirmó Adam Isacson, director del programa de seguridad regional en WOLA, la Oficina en Washington de Asuntos Latinoamericanos.
El anuncio de Washington se produjo pocas horas después de que Nicolás Maduro declarara a CNN que le pedía al presidente de Estados Unidos, Donald Trump “hacer la paz, no la guerra”, e instó a no llevar a Estados Unidos a una “guerra interminable” como la de Afganistán.
Recientemente, el ejército estadounidense desplegó el portaaviones con mayor capacidad del mundo, el Gerald Ford, junto a su flotilla de apoyo. Su presencia encendió alertas por su poderío militar y el mensaje político que envía en la región.
“Las capacidades que Estados Unidos está desplegando allí no se habían visto en décadas. No había habido un despliegue de fuerzas navales y aéreas de esta magnitud en el Caribe desde 1989, y en el mundo desde 1991, durante la primera guerra del Golfo, cuando se logró la liberación de Kuwait tras la invasión iraquí”, explicó Víctor Mijares, profesor de la Universidad de los Andes y analista de riesgo geopolítico.
Esta presencia militar se ha intensificado bajo el argumento de combatir el narcotráfico, pese a que Venezuela no es el principal país que exporta drogas hacia EE. UU. Según el Informe Mundial sobre las Drogas 2025, de las Naciones Unidas, el 90 % de la cocaína (sustancia que, según reportes de la Associated Press, habría sido transportada en algunas de las supuestas narcolanchas atacadas) que llega allí proviene de Colombia. Esto plantea una pregunta clave: ¿a qué intereses responde realmente este despliegue militar?
Por otro lado, si bien menos del 10% de la cocaína llega a Estados Unidos por la ruta del Caribe, según Mijares, Washington sostiene que tiene pruebas suficientes para afirmar que el régimen de Nicolás Maduro se sostiene gracias al narcotráfico. Aunque esta participación sea reducida en el mercado global, se trata de un gobierno con numerosos enemigos en Estados Unidos, especialmente en Florida, base política, electoral y social del secretario de Estado Marco Rubio.
“En cuanto a los intereses políticos y geoestratégicos de Estados Unidos, hay dos. Por un lado, Marco Rubio y varios miembros del gobierno de Trump buscan derrocar a Nicolás Maduro, y para ello están elevando gradualmente la presión sobre su régimen. Utilizan la presión militar como una de las herramientas para lograrlo”, afirmó Isacson.
Esta ofensiva ha sido objeto de condenas por parte de la ONU y varios países. Volker Türk, alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos señaló que existen “fuertes indicios” de ejecuciones “extrajudiciales” en estas operaciones.
La cuestionable legalidad de los ataques y las muertes difíciles de justificar sugieren que Washington envía un mensaje político de control y dominio sobre el hemisferio a los gobiernos latinoamericanos, según Isacson. “Además, hay un mensaje adicional: Washington parece preferir relacionarse con líderes como Bukele, Milei, Bolsonaro y, en cierta medida, el gobierno actual de Ecuador. No solo gobiernos de derecha, sino de una derecha populista alineada con los intereses de Estados Unidos”, agregó.
Las cifras muestran que la propia ciudadanía estadounidense también cuestiona estas operaciones. Según una encuesta de Reuters e Ipsos, solo el 29 % apoya el uso del ejército para matar a presuntos narcotraficantes en el Caribe sin debido proceso legal, mientras el 51 % rechaza estas 80 ejecuciones.
Desde el punto de vista militar, Estados Unidos ha desplegado casi el 20 % de sus capacidades navales y aéreas únicamente en el Caribe, un nivel excesivo para combatir solo el narcotráfico. Esto sugiere un propósito político más amplio, según Mijares.
“Efectivamente, esto podría tener propósitos cercanos a la idea de un cambio de régimen. No hay certezas sobre eso, pero si analizamos únicamente el armamento desplegado, parecería que se busca generar presión suficiente para provocar deserciones, traiciones o fisuras dentro de la coalición gobernante en Venezuela”, aseguró el profesor.
Con las capacidades militares ya posicionadas y el Caribe a pocos kilómetros de sus principales bases y centros de comando, Washington tiene todo listo para aumentar la presión sobre el régimen de Maduro. La logística está asegurada: lo que sigue depende de decisiones políticas de la Casa Blanca.
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