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Agua hasta donde alcanza la vista, caminos convertidos en canales, vacas en busca de pasto dentro del lodo y cosechas perdidas. Es el catastrófico panorama en millones de hectáreas de la Pampa argentina, inundadas desde hace meses por lluvias de una intensidad inusual.
A las precipitaciones atribuidas al cambio climático se suma la falta de mantenimiento de caminos y canales rurales y la paralización de obras de infraestructura.
“Me tuve que llevar a mi familia. En marzo nos tuvimos que ir al pueblo para que los nenes fueran a la escuela”, cuenta Luciano Macaroni, ganadero del municipio 9 de Julio, 300 km al oeste de la ciudad de Buenos Aires.
Macaroni solo puede entrar y salir de su campo a caballo por los caminos inundados. Muchos productores agropecuarios atraviesan la misma situación en el fértil centro de la provincia de Buenos Aires.
Unas 5 millones de hectáreas, una superficie mayor que la de Dinamarca, están cubiertas de agua o son inaccesibles por el anegamiento de caminos, según la Confederación de Asociaciones Rurales.
“No pude sembrar, las vacas se me pusieron flacas de estar en el agua y no tengo forma de entrar con comida”, dice Macaroni, de 46 años, a la AFP.
Un paisano le dijo una vez al folklorista Atahualpa Yupanqui que la Pampa era un ‘cielo al revés’. Hoy el sol y las nubes se reflejan en muchos de sus campos, convertidos en lagunas surcadas por aves acuáticas.
Alejandro Vallan, un productor de 43 años, cree que las consecuencias se harán sentir el año próximo.
“No podemos sembrar, no tenemos animales. ¿Qué carajo vamos a hacer?”, se pregunta. “Hay personas de 60 o 70 años que ahorraron toda su vida para tener sus vacas y ahora las perdieron. Es muy difícil que se recuperen”.
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El cambio climático reflejado en Argentina
9 de Julio es uno de los distritos más afectados de los 28 declarados en emergencia por el gobierno de la provincia de Buenos Aires. Allí las inundaciones no remiten desde marzo.
La “catastrófica” situación “va a generar un problema económico regional”, advierte Hugo Enríquez, productor y presidente de la sociedad rural local, que dice que afectará a “los transportes, los contratistas, los campos, los acopios, los que venden insumos”.
En lo que va de 2025, las precipitaciones en este distrito superaron los 1.600 milímetros, casi el doble del promedio anual.
Hace dos años, la región padeció una de las peores sequías en décadas, con pérdidas de unos USD 20.000 millones.
“Está claro que hay cuestiones vinculadas al cambio climático y fundamentalmente a la mayor recurrencia de hechos climáticos muy fuertes”, dice a la AFP el ministro de Desarrollo Agrario provincial, Javier Rodríguez.
Cindy Fernández, vocera del Servicio Meteorológico Nacional, explica que “si la atmósfera está más caliente hay más vapor de agua en el aire, y por lo tanto hay más agua disponible para que cada vez precipite con más cantidad”.
Para la intendenta de 9 de Julio, María José Gentile, el papel del cambio climático es indudable. “Desconocer eso es no ver la realidad”, dice.
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Las obras en el distrito 9 de julio
Olor a agua estancada, nubes de mosquitos y ranas abundan en los caminos rurales de 9 de Julio. Trazados a una altitud más baja que los campos, muchos se convirtieron en canales que impiden el paso a los productores.
Los actores consultados coinciden en la solución: obras. Reacondicionar caminos y canales, controlar la construcción de cauces clandestinos y concretar infraestructura que lleva décadas pendiente, como el dragado del Río Salado, única vía de desagote de la región.
El ministro Rodríguez dice que el gobierno provincial avanzó en la obra, pero advierte que, desde la asunción de Javier Milei, el tramo que corresponde al gobierno nacional quedó paralizado.
“Si no hubiera frenado eso en 2023, ese tramo estaría terminado y sin ninguna duda drenaría de mejor manera el agua”, afirma.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, anunció recursos para “abrir caminos e ir hacia las familias aisladas” y dijo que corresponde a la provincia -gobernada por el peronismo opositor- el trabajo de dragado.
“Nadie se hace cargo y todo el mundo le echa la culpa al que estuvo atrás. Nosotros queremos soluciones”, dice Raúl Daguerre, un comerciante de ganado.
El sector agroindustrial representó en 2024 el 58 % del total de exportaciones de Argentina, uno de los principales productores de alimentos del mundo.
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